Lo pensé alguna vez, en la adolescencia y primera juventud, cuando tenía otros conceptos de vida y relación de pareja. Ya después no, y hasta el sol de hoy mantengo mi postura de no querer casarme. No lo descarto en absoluto, nadie sabe lo que será capaz de hacer mañana, pero realmente hace mucho tiempo que la idea de casarme no me seduce, no por la posibilidad o probabilidad de un fracaso, sino porque no le veo el punto, o sea, puedo ser feliz sin firmar un papel, puedo vivir lo que me resta de vida con ese hombre sin necesidad de firmar un papel, puedo amar y ser amada, comprometida sin hacer votos ni firmar un papel ¿entonces para qué firmarlo? ¿Para ponerme un hermoso vestido blanco y ser el centro de la fiesta? no, gracias, soy más bien de las que se sientan en la esquina. Tampoco creo en promesas eternas -o promesas en general- así que para mi los votos están de más y el estaré contigo en la riqueza o pobresa, alegría o tristeza, como que no es muy honesto. En fin, que el matrimonio para mi no es más que un montaje social, o una ilusión efímera, para decirlo más dulcemente.
No juzgo a quien lo quiere y lo hace, casarse es bonito, como evento social.... pero como no lo veo objetivo pues no lo preciso ni añoro.