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¡Saludos a todos los valientes guerreros del día a día! Hoy, en el Día Internacional del Hombre, es hora de hablar de un asunto crítico que ha sido ignorado durante mucho tiempo: ¡la necesidad de reconocer a los hombres!
Claro, todos estamos acostumbrados a que el 8 de marzo se llene de flores, aplausos y dulces carteles en honor a las mujeres. Pero, ¿y nosotros? ¿Acaso los hombres no sentimos? ¿No somos vulnerables? ¡Por supuesto que sí! "¿Qué es eso?", dirán algunos con incredulidad. ¡Sí, señores! También nos gusta que nos digan cosas lindas.
Imaginemos por un momento un mundo donde, en vez de solo un “feliz día, hombre fuerte y valiente”, recibiésemos un “¡Feliz Día Internacional del Hombre! Aquí tienes un cake de chocolate del tamaño del Titanic y un barril de cerveza bien fría!" ¡Eso sí que suena bien!
La realidad, amigos míos, es que la sociedad a menudo olvida que los hombres también tienen emociones, vulnerabilidades y, sí, necesidad de ser reconocidos. Necesitamos epopeyas motivacionales, no solo para dejarnos caer en el sofá con una cerveza, sino para celebrar nuestros triunfos, por pequeños que sean. ¡Vamos, un aplauso para el hombre que finalmente logró entender cómo hacer la colada sin empeñar su camisa favorita!
Y como sabemos que el chocolate es el lenguaje del amor universal, pensamos que debería ser un componente esencial de este día. Porque, seamos sinceros, ¿quién puede resistirse a un buen cake de chocolate después de haber sobrevivido a un lunes completo?
Así que, en este Día Internacional del Hombre, hagamos un brindis (y un buen trozo de pastel) por todos aquellos hombres que enfrentan sus luchas y que, de alguna manera, también llevan sus propias cargas. Que se reconozca su valentía —sí, incluso si esa valentía incluye llorar en un rincón tras ver una película cursi— y que seamos parte de una revolución que celebre al hombre en todos sus matices.
¡Feliz Día Internacional del Hombre! ¡Hoy, todos a disfrutar de esos regalos y, por supuesto, a compartir esos deliciosos cakes de chocolate! Porque, al final del día, reconocer las emociones y celebrar la vulnerabilidad también es una fortaleza.
¡Vivan los hombres Carajo!
Claro, todos estamos acostumbrados a que el 8 de marzo se llene de flores, aplausos y dulces carteles en honor a las mujeres. Pero, ¿y nosotros? ¿Acaso los hombres no sentimos? ¿No somos vulnerables? ¡Por supuesto que sí! "¿Qué es eso?", dirán algunos con incredulidad. ¡Sí, señores! También nos gusta que nos digan cosas lindas.
Imaginemos por un momento un mundo donde, en vez de solo un “feliz día, hombre fuerte y valiente”, recibiésemos un “¡Feliz Día Internacional del Hombre! Aquí tienes un cake de chocolate del tamaño del Titanic y un barril de cerveza bien fría!" ¡Eso sí que suena bien!
La realidad, amigos míos, es que la sociedad a menudo olvida que los hombres también tienen emociones, vulnerabilidades y, sí, necesidad de ser reconocidos. Necesitamos epopeyas motivacionales, no solo para dejarnos caer en el sofá con una cerveza, sino para celebrar nuestros triunfos, por pequeños que sean. ¡Vamos, un aplauso para el hombre que finalmente logró entender cómo hacer la colada sin empeñar su camisa favorita!
Y como sabemos que el chocolate es el lenguaje del amor universal, pensamos que debería ser un componente esencial de este día. Porque, seamos sinceros, ¿quién puede resistirse a un buen cake de chocolate después de haber sobrevivido a un lunes completo?
Así que, en este Día Internacional del Hombre, hagamos un brindis (y un buen trozo de pastel) por todos aquellos hombres que enfrentan sus luchas y que, de alguna manera, también llevan sus propias cargas. Que se reconozca su valentía —sí, incluso si esa valentía incluye llorar en un rincón tras ver una película cursi— y que seamos parte de una revolución que celebre al hombre en todos sus matices.
¡Feliz Día Internacional del Hombre! ¡Hoy, todos a disfrutar de esos regalos y, por supuesto, a compartir esos deliciosos cakes de chocolate! Porque, al final del día, reconocer las emociones y celebrar la vulnerabilidad también es una fortaleza.
¡Vivan los hombres Carajo!