John Crowley Blackwoood
Nivel 4
- 583
- 323
Noche 36:
Las frías noches de invierno hacen reflexionar, ya no con el humo del cigarro, hoy lo sustituye la condensación que nace al exhalar mis pensamientos.
Solía guardarlos en mensajes que nunca llegaron a pasar de la cristalina barrera de unos ojos color miel, supongo que nunca fueron para ella, eso dictó el destino al reescribir mi guión.
Quizá fueran para ti, que tras el cristal lees mi vida y mis febriles desvarios, te los dejo de regalo en esta noche, quizá te aclaren el camino o solo oscurezcan más tu juicio, maravillas de la filosofía de tocador, de mi filosofía de cristales rotos.
Toma, son para ti:
•No busques lo que no deseas encontrar, no esperes algo que quizá no llegue, vive la vida al segundo porque al segundo se acaba la vida, no esperes las horas que no llegarán, aprende a matar tus sueños para que crees realidades. Ahí amigo mío, se encuentra el secreto para ser feliz en un mundo pintado de gris.
•No podemos perder lo que nunca tuvimos, eso no nos libera del dolor que deja dicha pérdida.
•Somos una singularidad dentro del gran vacío, tantos sueños dentro de una partícula de polvo estelar...
•Ahí donde la mente sea sabia y el corazón puro lo demás se hace irrelevante.
•Solo en presencia de la muerte entendemos cuanto realmente deseamos vivir.
•A veces se necesita poco para ser feliz. La noche con su silencio, la música de una brisa fugaz entre las ramas a la luz de la luna y un café, que huela a eso que más recuerdos felices te traiga, solo eso hace falta, al menos para mi... ¿Cuál es tu veneno?
Por hoy te dejo, el invierno muere y este hombre debe prepararse para su siguiente estación, quizá otro día te comparta más de mis visiones, entre bocanadas de gélidos suspiros nocturnos, quien sabe.
Las frías noches de invierno hacen reflexionar, ya no con el humo del cigarro, hoy lo sustituye la condensación que nace al exhalar mis pensamientos.
Solía guardarlos en mensajes que nunca llegaron a pasar de la cristalina barrera de unos ojos color miel, supongo que nunca fueron para ella, eso dictó el destino al reescribir mi guión.
Quizá fueran para ti, que tras el cristal lees mi vida y mis febriles desvarios, te los dejo de regalo en esta noche, quizá te aclaren el camino o solo oscurezcan más tu juicio, maravillas de la filosofía de tocador, de mi filosofía de cristales rotos.
Toma, son para ti:
•No busques lo que no deseas encontrar, no esperes algo que quizá no llegue, vive la vida al segundo porque al segundo se acaba la vida, no esperes las horas que no llegarán, aprende a matar tus sueños para que crees realidades. Ahí amigo mío, se encuentra el secreto para ser feliz en un mundo pintado de gris.
•No podemos perder lo que nunca tuvimos, eso no nos libera del dolor que deja dicha pérdida.
•Somos una singularidad dentro del gran vacío, tantos sueños dentro de una partícula de polvo estelar...
•Ahí donde la mente sea sabia y el corazón puro lo demás se hace irrelevante.
•Solo en presencia de la muerte entendemos cuanto realmente deseamos vivir.
•A veces se necesita poco para ser feliz. La noche con su silencio, la música de una brisa fugaz entre las ramas a la luz de la luna y un café, que huela a eso que más recuerdos felices te traiga, solo eso hace falta, al menos para mi... ¿Cuál es tu veneno?
Por hoy te dejo, el invierno muere y este hombre debe prepararse para su siguiente estación, quizá otro día te comparta más de mis visiones, entre bocanadas de gélidos suspiros nocturnos, quien sabe.