Okarin
Nivel 2
- 56
- 145
Como ahora que escribo llovía aquel día, llovía entre tus piernas, en mis ojos, llovía,
Llovía y yo seguía buscando una salida a esa circunferencia,
Más en cada curva chocaba con tu estadía, con mi ausencia,
Tenía tantas ganas de soledad, que por mala suerte o por inercia, tenía todo lo tuyo en mis labios, hasta tu esencia.
Y era tu esencia dulce como miel y saber que tu lluvia en algún momento se iba a detener,
Era de alguna forma aún para mi desconocida, algo muy cruel.
Entré, para intentar no salir, salí, para volver a entrar y sentir, una vez más la embestida de tu piel firme y así,
Confirmar que llovía tanto afuera, como dentro de ti.
No podía ni me quería escapar, tus piernas cerraban tanto las salidas como las entradas,
Me acercaba, el clímax a la puerta llamaba,
Y cada movimiento imprevisto hacía cada vez más difícil mi plan de hacer eterna esa escapada,
Por lo que me llegué a donde estabas y así los dos llovimos, a la misma vez que las sábanas lloraban, luego humo, luego un adiós, luego nada...
Llovía y yo seguía buscando una salida a esa circunferencia,
Más en cada curva chocaba con tu estadía, con mi ausencia,
Tenía tantas ganas de soledad, que por mala suerte o por inercia, tenía todo lo tuyo en mis labios, hasta tu esencia.
Y era tu esencia dulce como miel y saber que tu lluvia en algún momento se iba a detener,
Era de alguna forma aún para mi desconocida, algo muy cruel.
Entré, para intentar no salir, salí, para volver a entrar y sentir, una vez más la embestida de tu piel firme y así,
Confirmar que llovía tanto afuera, como dentro de ti.
No podía ni me quería escapar, tus piernas cerraban tanto las salidas como las entradas,
Me acercaba, el clímax a la puerta llamaba,
Y cada movimiento imprevisto hacía cada vez más difícil mi plan de hacer eterna esa escapada,
Por lo que me llegué a donde estabas y así los dos llovimos, a la misma vez que las sábanas lloraban, luego humo, luego un adiós, luego nada...