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Tostoncito Ricote
Invitado
Comparto un grupo de poemas cortos que para ninguna cosa sirven. Antes de botarlos pues los regalo al viento.
Título del poemario: Volar
«Nieva»
Me abruma la sombra fría
que acosa mis tentaciones de vivir
hasta borrar la civil inocencia
y tentar mi sexualidad
a asuntos extravagantes:
embarazar hojas con mis venas.
Encuadernaré el papel inseminado
según me indique el gorrión que me sobrevuela
si no me obligan a sumergir la cabeza en invierno.
Quedé como piel afeminada
en el complejo de gélidas siluetas;
aquellas que gritan consignas:
¡vuelo en tierra!
«Vida»
El día invita a soñar
para no sufrir tanto,
pero es mayor el insomnio
que la ilusión.
Blandimos la maza por la masa
hasta perder el sueño por el sueño.
Para qué volar tanto en la tierra
si el corazón no lo perdonará.
«Maestro»
Plumas sobre el polvo.
Dama que mira al cielo
en busca de la paz
jamás hallada en casa.
Ella no tiene cera, ilusiones, respuestas ni preguntas;
pero disfruta la belleza imposible.
Pego con saliva las plumas a su espalda,
pues tampoco tengo cera,
nadie tiene.
Así va subiendo con mis alas.
El cenit aún más bello,
para mí más imposible.
«Empírico»
El buen libro,
con su final de hojas en blanco,
humedece la paz
reflexionándole al éxtasis
de lectura terminada.
Este instante infinito de iluminación
que se me apagará con el próximo tomo.
Un cuaderno de ángeles
abrasa tanto que nos mata, incinera.
El poeta: insistente suicida.
«La vida después de la vida»
Levantarse sin motivo horario,
comer lombrices,
beber agua destilada,
quemar periódicos en el farol.
Ya muerto
suspirar gula
y ser feliz
por la pluma enmarcada.
«Ella»
La mariposa puede emborracharse,
padecer la gentileza del prostíbulo,
trabajar años por una lata de comida,
vivir su estado humanoide.
Gozaría cada pecado
sin miedo a la justicia.
Sería tan casta
que dios mismo la santificaría.
Pero prefiere seguir succionando mi polen,
ir de bares con la cenicienta,
encariñar ancianos viciosos,
tocar su pedacito de cielo.
«Los desplumados»
Homenajes, palabras blancas,
versos métricos, sonrisas,
reales esperanzas, chistes sin sarcasmo,
falsas ironías, narradores,
psiquiatras, militares,
policías, psicólogos,
malos actores, intentos de suicidio,
aciertos, políticos,
patrias, dioses,
disparos de nieve.
«Jesús»
Frente a la librería
espero que alguien me mate,
ya sea por comida o amor.
No vale la pena vivir sin arte,
la farmacia está vacía.
El mundo se empobrece más,
pronto el hambriento pensará que estoy muerto
y por fin comerá.
Mi cara fue estampada contra el suelo,
hubo caído una nube
o, de ella, yo.
«Volar»
En fango entierra su alma,
nace de inmediato el árbol.
Entre calamidad y herbolaria
las hojas se vuelven flores,
las flores se tornan frutos.
Hombre antropófago,
pecado original.
Título del poemario: Volar
«Nieva»
Me abruma la sombra fría
que acosa mis tentaciones de vivir
hasta borrar la civil inocencia
y tentar mi sexualidad
a asuntos extravagantes:
embarazar hojas con mis venas.
Encuadernaré el papel inseminado
según me indique el gorrión que me sobrevuela
si no me obligan a sumergir la cabeza en invierno.
Quedé como piel afeminada
en el complejo de gélidas siluetas;
aquellas que gritan consignas:
¡vuelo en tierra!
«Vida»
El día invita a soñar
para no sufrir tanto,
pero es mayor el insomnio
que la ilusión.
Blandimos la maza por la masa
hasta perder el sueño por el sueño.
Para qué volar tanto en la tierra
si el corazón no lo perdonará.
«Maestro»
Plumas sobre el polvo.
Dama que mira al cielo
en busca de la paz
jamás hallada en casa.
Ella no tiene cera, ilusiones, respuestas ni preguntas;
pero disfruta la belleza imposible.
Pego con saliva las plumas a su espalda,
pues tampoco tengo cera,
nadie tiene.
Así va subiendo con mis alas.
El cenit aún más bello,
para mí más imposible.
«Empírico»
El buen libro,
con su final de hojas en blanco,
humedece la paz
reflexionándole al éxtasis
de lectura terminada.
Este instante infinito de iluminación
que se me apagará con el próximo tomo.
Un cuaderno de ángeles
abrasa tanto que nos mata, incinera.
El poeta: insistente suicida.
«La vida después de la vida»
Levantarse sin motivo horario,
comer lombrices,
beber agua destilada,
quemar periódicos en el farol.
Ya muerto
suspirar gula
y ser feliz
por la pluma enmarcada.
«Ella»
La mariposa puede emborracharse,
padecer la gentileza del prostíbulo,
trabajar años por una lata de comida,
vivir su estado humanoide.
Gozaría cada pecado
sin miedo a la justicia.
Sería tan casta
que dios mismo la santificaría.
Pero prefiere seguir succionando mi polen,
ir de bares con la cenicienta,
encariñar ancianos viciosos,
tocar su pedacito de cielo.
«Los desplumados»
Homenajes, palabras blancas,
versos métricos, sonrisas,
reales esperanzas, chistes sin sarcasmo,
falsas ironías, narradores,
psiquiatras, militares,
policías, psicólogos,
malos actores, intentos de suicidio,
aciertos, políticos,
patrias, dioses,
disparos de nieve.
«Jesús»
Frente a la librería
espero que alguien me mate,
ya sea por comida o amor.
No vale la pena vivir sin arte,
la farmacia está vacía.
El mundo se empobrece más,
pronto el hambriento pensará que estoy muerto
y por fin comerá.
Mi cara fue estampada contra el suelo,
hubo caído una nube
o, de ella, yo.
«Volar»
En fango entierra su alma,
nace de inmediato el árbol.
Entre calamidad y herbolaria
las hojas se vuelven flores,
las flores se tornan frutos.
Hombre antropófago,
pecado original.