AllYouNeedIsCoffe
Nivel 2
- 66
- 96
HOLIIIIII ESTE FUE UN RETO DE ESCRITURA QUE PENSÉ HACER EN ALGÚN MOMENTO Y LO DEJÉ SOLO EN ESTO. DEMÁS ESTÁ DECIRLES QUE SI ALGUIEN QUIERE SUMARSE AL RETO Y HACER SU VERSIÓN PROPIA DE ALGÚN CUENTO INFANTIL SOY LA PRIMERA INTERESADA EN LEERLO.
SOOOOOU AQUÍ VOY CON EL MÍO:
Hace unos pocos años atrás vivió una niña llamada Anna a la que todos de cariño llamaban Caperucita por el abrigo de capucha rojo que usaba la mayor parte del tiempo. Pero un fatídico día la mamá de nuestra niña enfermó y no pudo cumplir su labor de llevarle el alimento a la abuelita que vivía cruzando el río, en un pequeño bosque a la salida del pueblito por lo que le pidió a su amada hija que le hiciera ese favor.
-Cariño, no te desvíes del camino que te dije, mucho menos vayas a entrar a la casa de tu abuelita.
-De acuerdo mamá. Te amo.
Caperucita recorrió todo el trayecto hasta el hogar de su abuelita con calma, apreciando las plantas, escuchando los sonidos que se escapaban de la naturaleza a medida que se adentraba en el bosque. Sería la primera vez que vería a su abuelita y aunque no le mencionó nada a su mamá ni expresó sentimiento alguno con su conducta ella estaba muy emocionada.
Al llegar al final del camino que había sido indicado por su madre la niña vio una pequeña casa casi en ruinas, con barras de hierro en las ventanas y una puerta que al parecer había sido golpeada por algo sobrenatural desde dentro.
-¿Me habré equivocado de dirección sin notarlo o se habrá confundido mamá al darme las indicaciones por el malestar que sentía?. Bueno, llamaré a la puerta.
Tocó tres veces con delicadeza, en su interior temía que aquella ruina reforzada en hierro fuera a derrumbarse. Sintió unos pasos que se arrastraban hasta ella desde el interior. Una voz quejumbrosa se deshizo en llanto.
-Pensé que ya no vendrías, pensé que me dejarías morir de hambre aquí. Malagradecida. ¿Así es como tratas a tu madre? Encerrándola en una prisión y drogándola con pastillas en su alimento. Porque piensas que no lo noto pero sí. YO NO SOY UNA MALDITA LOCA
-Abuelita, tranquila, soy Anna, tú nieta, aunque todos me dicen Caperucita. Mi mamá está enferma y no pudo venir.
Caperucita escuchó un crujido de huesos viejos y sintió como si las manos de su abuela se deslizasen por la parte interior de aquella puerta.
-Querida, seguro has de estar muy grande. Quizás ni me recuerdes. Hace mucho tiempo desde que nos vimos por última vez cuando tu madre te trajo a conocer a tus abuelos. Desgraciadamente tu abuelo ya no está entre los vivos. Pero me gustaría, al menos por una última vez, rozar el rostro de mi dulce y única nieta. Entra por favor. Pasa y acompaña a esta desdichada vieja en su lúgubre hogar abandonado en la que pueda ser su última cena.
La niña de noble corazón sin pensarlo dos veces se deshizo de todas las cerraduras que la separaban de su abuela y entró... Entró al mismísimo infierno. Paredes rasgadas desde lo más alto hasta el suelo, incluso en el techo habían rasguños. El olor era insoportable y aquella triste voz que le hablaba desde dentro se tornó en un rostro macabro de ojos perdidos en el negro de la locura, nariz encorvada y una boca con dientes afilados. De las manos extendidas de aquel espectro abominable sobresalían unas uñas largas y negras cubiertas de mugre y hongos. Una señora, por llamarlo de algún modo más decente, desnuda con la piel arrugada por los años con visibles muestras de estar fuera de su control mental había dejado paralizada a aquella dulce niña que solo quería el abrazo anhelado por cualquier chica de su edad.
Sin pensarlo dos veces y antes de que escapara su presa la abominable mujer se abalanzó sobre el cuello de Caperucita clavando sus uñas en sus hombros para rasgarle desde allí la piel hasta la muñeca. El olor a sangre fresca inundaba sus sentidos. Nunca había podido sentirse así desde que se comió a su esposo aquella misma noche en la que le dijo "Después de haber conocido a mi nieta tu lugar de la mujer más hermosa del mundo ha sido desplazado al segundo".
-Ahora que pude verte mejor y comprobar que sí eres hermosa mi niña, ahora que pude sentir mejor tú olor, ahora que pude probarte. Podré morir en paz. Queda cumplida mi meta de venganza. Pero por mis años, segura estoy, de que alguna mente retorcida hará de esta noticia en los periódicos un lindo cuento infantil y serás por siempre CAPERUCITA.
SOOOOOU AQUÍ VOY CON EL MÍO:
Hace unos pocos años atrás vivió una niña llamada Anna a la que todos de cariño llamaban Caperucita por el abrigo de capucha rojo que usaba la mayor parte del tiempo. Pero un fatídico día la mamá de nuestra niña enfermó y no pudo cumplir su labor de llevarle el alimento a la abuelita que vivía cruzando el río, en un pequeño bosque a la salida del pueblito por lo que le pidió a su amada hija que le hiciera ese favor.
-Cariño, no te desvíes del camino que te dije, mucho menos vayas a entrar a la casa de tu abuelita.
-De acuerdo mamá. Te amo.
Caperucita recorrió todo el trayecto hasta el hogar de su abuelita con calma, apreciando las plantas, escuchando los sonidos que se escapaban de la naturaleza a medida que se adentraba en el bosque. Sería la primera vez que vería a su abuelita y aunque no le mencionó nada a su mamá ni expresó sentimiento alguno con su conducta ella estaba muy emocionada.
Al llegar al final del camino que había sido indicado por su madre la niña vio una pequeña casa casi en ruinas, con barras de hierro en las ventanas y una puerta que al parecer había sido golpeada por algo sobrenatural desde dentro.
-¿Me habré equivocado de dirección sin notarlo o se habrá confundido mamá al darme las indicaciones por el malestar que sentía?. Bueno, llamaré a la puerta.
Tocó tres veces con delicadeza, en su interior temía que aquella ruina reforzada en hierro fuera a derrumbarse. Sintió unos pasos que se arrastraban hasta ella desde el interior. Una voz quejumbrosa se deshizo en llanto.
-Pensé que ya no vendrías, pensé que me dejarías morir de hambre aquí. Malagradecida. ¿Así es como tratas a tu madre? Encerrándola en una prisión y drogándola con pastillas en su alimento. Porque piensas que no lo noto pero sí. YO NO SOY UNA MALDITA LOCA
-Abuelita, tranquila, soy Anna, tú nieta, aunque todos me dicen Caperucita. Mi mamá está enferma y no pudo venir.
Caperucita escuchó un crujido de huesos viejos y sintió como si las manos de su abuela se deslizasen por la parte interior de aquella puerta.
-Querida, seguro has de estar muy grande. Quizás ni me recuerdes. Hace mucho tiempo desde que nos vimos por última vez cuando tu madre te trajo a conocer a tus abuelos. Desgraciadamente tu abuelo ya no está entre los vivos. Pero me gustaría, al menos por una última vez, rozar el rostro de mi dulce y única nieta. Entra por favor. Pasa y acompaña a esta desdichada vieja en su lúgubre hogar abandonado en la que pueda ser su última cena.
La niña de noble corazón sin pensarlo dos veces se deshizo de todas las cerraduras que la separaban de su abuela y entró... Entró al mismísimo infierno. Paredes rasgadas desde lo más alto hasta el suelo, incluso en el techo habían rasguños. El olor era insoportable y aquella triste voz que le hablaba desde dentro se tornó en un rostro macabro de ojos perdidos en el negro de la locura, nariz encorvada y una boca con dientes afilados. De las manos extendidas de aquel espectro abominable sobresalían unas uñas largas y negras cubiertas de mugre y hongos. Una señora, por llamarlo de algún modo más decente, desnuda con la piel arrugada por los años con visibles muestras de estar fuera de su control mental había dejado paralizada a aquella dulce niña que solo quería el abrazo anhelado por cualquier chica de su edad.
Sin pensarlo dos veces y antes de que escapara su presa la abominable mujer se abalanzó sobre el cuello de Caperucita clavando sus uñas en sus hombros para rasgarle desde allí la piel hasta la muñeca. El olor a sangre fresca inundaba sus sentidos. Nunca había podido sentirse así desde que se comió a su esposo aquella misma noche en la que le dijo "Después de haber conocido a mi nieta tu lugar de la mujer más hermosa del mundo ha sido desplazado al segundo".
-Ahora que pude verte mejor y comprobar que sí eres hermosa mi niña, ahora que pude sentir mejor tú olor, ahora que pude probarte. Podré morir en paz. Queda cumplida mi meta de venganza. Pero por mis años, segura estoy, de que alguna mente retorcida hará de esta noticia en los periódicos un lindo cuento infantil y serás por siempre CAPERUCITA.