Gigangel
Nivel 5
- 2,693
- 4,331
Este tema es para muchos que, al igual que a mí, les cuesta andar todo el día en la calle sin tener al amigo Android o iPhone en el bolsillo, siempre listo para ser toqueteado, acariciado y llevarlo al climax (quedándose casi sin carga).
Pues hice una prueba a conciencia de que es un día sin celular siendo adicto a el. Ya desde que me levanté en la mañana y salí a la parada a buscar un P para ir al trabajo, me empecé a arrepentir de mi prueba sicológica. Principalmente porque no sabía que hora era (a pesar de tener un reloj de pulsera en la casa que comencé a usar celular).
A medida que pasaba el tiempo en la parada, me di cuenta de que el sol ya estaba en lo alto y la sombra daba al otro lado de la calle (Esto no lo hubiese visto si hubiese tenido el celular en la mano).
Habia bullicio y comentarios de los que esperaban, desesperadamente, la guagua. Tampoco hubiese puesto asunto de eso si tuviese el celular con mis audífonos y mi playlist de música Anti stress.
Había algunos con celular interactuando con el. Cada vez que sentía los tonos de notificación de WhatsApp o Facebook, me tocaba el bolsillo para ver qué había. Solo encontraba el menudo del transporte.
Llegó la guagua. Me subí... Bueno, más bien lo que hice fue pararme delante de la puerta y por arte de magia me ví encima del P9, casi llegando al acordeón.
Bueno, en el trayecto, me puse algo incómodo, ya que no podía ver la ventanilla para al menos entretenerme mirando la calle, ya que no tenía el celular encima. Y mirar de una lado a otro, chocando con la vista de las personas, puede ser algo molesto también. Además que soy algo tímido en público.
En eso ví a dos chicas que me hacían muecas. Mire a ambos lados y clave la vista en ambos. Eran bonitas y de bien cuerpo, pero no sabía de qué iban. Ellas vinieron, entre las personas que obstruian el paso, y me dijeron:
-Hola. ¿Sabes quiénes somos?
-Sus caras se me hacen conocidas, pero ahora, la verdad, que no recuerdo donde.
-De aquí mismo, chico. Ayer Te preguntamos una dirección que andábamos buscando. Querías que nos acompañaras también, pero solo despegaste la vista del móvil un momento, y nos dijiste dónde era el lugar casi sin mirarnos.
Me quedé asombrado. Semejantes bellezas y ni cuenta me había dado por andar con el celular en la mano, y casualmente, metido en una página de citas, buscando parejas. Bueno, hablamos un rato, mientras duraba el trayecto de la guagua. Ellas se quedaron una parada antes que la mía, pero nos citamos para vernos de nuevo al otros día. Mira que casualidad lo del experimento.
Llegué al trabajo, y me dijeron que me habían llamado en varias ocasiones y no contestaba. Les dije que se me había quedado el celular en la casa. Me dijeron que estaba loco, que ellos preferían botar el carnet o que se les quede el almuerzo, que olvidar el celular.
Bueno, ese día trabaje más rápido que nunca. Aunque a cada rato miraba a mi derecha (la manía de observar el celular cuando llegaba un mensaje o simplemente para interactuar con el).
El día se me hizo infinitamente largo y tedioso. No veía la hora de la salida del trabajo. Hasta sudaba. Ese día la guagua se demoró como nunca en el trayecto. Hasta había un desvío en medio del camino. Casi me bajo y voy corriendo a la casa.
Al llegar a casa, ya se imaginan a donde fui primero.
Hasta aquí la prueba.
¿Que opinas de estar un día sin tu celular?
Pues hice una prueba a conciencia de que es un día sin celular siendo adicto a el. Ya desde que me levanté en la mañana y salí a la parada a buscar un P para ir al trabajo, me empecé a arrepentir de mi prueba sicológica. Principalmente porque no sabía que hora era (a pesar de tener un reloj de pulsera en la casa que comencé a usar celular).
A medida que pasaba el tiempo en la parada, me di cuenta de que el sol ya estaba en lo alto y la sombra daba al otro lado de la calle (Esto no lo hubiese visto si hubiese tenido el celular en la mano).
Habia bullicio y comentarios de los que esperaban, desesperadamente, la guagua. Tampoco hubiese puesto asunto de eso si tuviese el celular con mis audífonos y mi playlist de música Anti stress.
Había algunos con celular interactuando con el. Cada vez que sentía los tonos de notificación de WhatsApp o Facebook, me tocaba el bolsillo para ver qué había. Solo encontraba el menudo del transporte.
Llegó la guagua. Me subí... Bueno, más bien lo que hice fue pararme delante de la puerta y por arte de magia me ví encima del P9, casi llegando al acordeón.
Bueno, en el trayecto, me puse algo incómodo, ya que no podía ver la ventanilla para al menos entretenerme mirando la calle, ya que no tenía el celular encima. Y mirar de una lado a otro, chocando con la vista de las personas, puede ser algo molesto también. Además que soy algo tímido en público.
En eso ví a dos chicas que me hacían muecas. Mire a ambos lados y clave la vista en ambos. Eran bonitas y de bien cuerpo, pero no sabía de qué iban. Ellas vinieron, entre las personas que obstruian el paso, y me dijeron:
-Hola. ¿Sabes quiénes somos?
-Sus caras se me hacen conocidas, pero ahora, la verdad, que no recuerdo donde.
-De aquí mismo, chico. Ayer Te preguntamos una dirección que andábamos buscando. Querías que nos acompañaras también, pero solo despegaste la vista del móvil un momento, y nos dijiste dónde era el lugar casi sin mirarnos.
Me quedé asombrado. Semejantes bellezas y ni cuenta me había dado por andar con el celular en la mano, y casualmente, metido en una página de citas, buscando parejas. Bueno, hablamos un rato, mientras duraba el trayecto de la guagua. Ellas se quedaron una parada antes que la mía, pero nos citamos para vernos de nuevo al otros día. Mira que casualidad lo del experimento.
Llegué al trabajo, y me dijeron que me habían llamado en varias ocasiones y no contestaba. Les dije que se me había quedado el celular en la casa. Me dijeron que estaba loco, que ellos preferían botar el carnet o que se les quede el almuerzo, que olvidar el celular.
Bueno, ese día trabaje más rápido que nunca. Aunque a cada rato miraba a mi derecha (la manía de observar el celular cuando llegaba un mensaje o simplemente para interactuar con el).
El día se me hizo infinitamente largo y tedioso. No veía la hora de la salida del trabajo. Hasta sudaba. Ese día la guagua se demoró como nunca en el trayecto. Hasta había un desvío en medio del camino. Casi me bajo y voy corriendo a la casa.
Al llegar a casa, ya se imaginan a donde fui primero.
Hasta aquí la prueba.
¿Que opinas de estar un día sin tu celular?