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El amor secreto, me había enseñado la verdadera cura, de modo que únicamente conocía una salida, conocer la cura para el ataque cardiaco, y darme de cuenta, de lo que había imaginado, a pesar de que mi respiración se sentía asfixiada, aun así, era curioso cuando el envenenamiento con amargura invadía mi cuerpo, porque todos los seres albergan amargura en su metabolismo, con el afán de que ese día menos imaginado, poder construir un mundo donde ninguna amenaza del exterior inflige en penetrar. Pero en la llamada “Realidad” no siempre esperamos que ese mundo pueda llegar a ser construido como imaginamos, el gran objetivo de la amargura era la voluntad, voluntad de no querer ceder a ella, y al juntar varios ataques externos, puede existir un crecimiento limitado para el interno también. Era una tarde soleada, casi pocas nubes surcaban los cielos a la movida del viento, la luz del sol impactaba contra todos los cristales de la vieja ciudad, encandelando la vista de las personas, como siempre usaba unas gafas para cubrirme los ojos para no sentir molestia alguna. Ese día me tenía que mezclar con la muchedumbre, algo no muy peculiar en mí, ya que no soportaba la aglomeración de personas, cosa que no soportaba ya que era uno de mis mayores ataques a mi amargura interior, y mientras tanto trataba de esquivar a cada persona que se cruzaba en mi camino, inesperadamente recibí esa llamada a mi teléfono, la cual cualquier hombre perdería el uso de la razón. Sutilmente conteste la llamada, fueron pocas palabras para hacerme olvidar de la multitud: “Necesito Verte” fueron sus únicas palabras, ¿Dónde?, le respondí, “Cerca de mi casa” me dijo, “Enseguida estoy allá” le respondí, con el poco metal de voz que me quedaba. Colgué el teléfono y me dispuse a cambiar mi rumbo, y como finalmente, todo se hallaba ciertamente bajo control, el gran problema del envenenamiento de mi amargura, residía en mi pasión, “Amor”, cual también no dejaba de manifestarse durante ese tiempo en que transcurría a casa de ella, las ganas de vivir, eran tan inmensa como mis ganas de morir, era como esas situaciones dramáticas en el caballero iba en búsqueda de su gran amada, viajando en cuerpo y alma al país de los sueños vividos, ese único momento en que la amargura no tenía fuerza suficiente, para invadir mi interior. No tarde media hora en llegar a las cercanías de su casa, ella esperaba ahí en el lugar acordado, sostenía con ambas manos su teléfono, una rutina diaria del ser humana en esta época del año, que, a pesar de ser una necesidad, se había convertido en un vicio global.
- Hola- le dije mientras me acercaba a ella
Ella me miro y luego al teléfono deletreo unas palabras y con la misma lo puso en modo reposo, me miro con una cara como nunca en los meses de vida junto a ella había visto, era esa cara sin una gota de paz, sin alivio alguno, aun así, note que algunas cosas no andaban bien, se acercó con pasos lentos hacia a mí y volvió a decir.
- Necesitaba verte, tengo algo serio que conversar contigo, una cosa que tenía que decirte hace semanas, pero esa tarde de domingo no me embulle a decirte nada, ya que te notaba feliz conmigo. Aquella tarde me resultaba difícil contarte, y ya que el tiempo no pasaba, más porque me sentía en paz con tu presencia y más que eso por tratar de no amenazar el bello momento cual estaba pasando contigo, no quise decirte, y no sé cómo te lo vayas a tomar, ya que en ese momento nos hallábamos totalmente aislado del mundo, y quisiera volver a compartirlo, pero creo que ya es muy tarde para tal egoísmo de mi parte, en pocos días me voy a casarme.
Al invocar ese ataque externo, mi cuerpo comenzó afrontar el envenenamiento de mi amargura, pues dichas últimas palabras traspasaron mi muralla defensiva, la única gran ventaja que tenía a enfrentar mi enfermedad, era comprender que todo había culminado. Tenía que entender en ese preciso momento, que por muchos que quisiera no había medicina alguna, para frenar el tormento, más tenía que comprender, que como mortal tenía una desventaja en mi contra, hacerme llevar por la enfermedad de la amargura, aun así, tome la decisión del que el mundo “Ella” reconociera mi esfuerzo.
- No hacía falta que me hicieras recordar ese Domingo interminable, en mis sueños aflora cada noche y como persona que cavilo, comprenderé que debo retirarme. No te voy a mentir, para mí ese día será inexplicable, y así se mantendrá, como esa magnífica melodía en que este compositor pudo entonar, para hacer danzar mi alma, pues más no me queda irme afrontar otros sueños y afinar otras melodías, te deseo lo mejor, sobre todo mucha felicidad, ya que no hay más nadie en este mundo que se lo merezca más que tú. Y me tengo que alejar, porque tu alma es mi adverso, que empapa con ímpetu mis ojos artistas, pintores que con lienzos astrales dibujaron en mi corazón el retrato de tu existencia, y aunque yace desnudo debe entender que es demasiado tarde, fuimos las personas correctas, solo en la vida equivocada. Adiós
Creí que había entendido perfectamente bien, e iba a continuar con mi camino, cuando me sujetó por el brazo, comencé a oír su voz ahogada en llanto.
- No quería que esto concluyera así, pero mucho menos quiero aceptar que decidas alejarte de mí, o es que en tus cartas no viva la finura, o es que en las largas horas que charlábamos no tiene importancia para ti, mi corazón esta indócil a comprender tus palabras, y mis oídos renuentes a escuchar. Sé cómo te debes sentir, ¿Crees que mi voz tenía la suficiente fuerza para emitir la noticia?, y no quiero culpar a Cupido que con sus livianas alas franquearon el muro de piedra que se interponía en mí corazón; porque sus flechas son capaces de traspasar cualquier obstáculo e impactar en cualquier objetivo, así es el amor, una inquietud impulsiva, que presta su inteligencia para observarla con los ojos. Pero me niego a traicionar nuestra amistad, por un sueño del cual debemos despertar, amo a mi futuro marido, como el mismo amor que te tengo a ti, pero mi amor es de amistad, la cual no deseo olvidar ni muchos menos dejar marchar...
- Amistad, como quieres que te vea como amiga, cuando en el velo de la noche, te quisiera abrazar, como quieres que te vea como amiga si en vez de quererte besar en la mejilla, quisiera pactar con tus labios, ahogar nuestras almas, como quieres que jure verte como amiga, si en las largas noches suspiro por tu nombre ¡Desaparecer deseo! Y hacer una entrevista con el olvido, y así poder sumergirme en la amnesia. Pero perdonarme emperatriz, en mi pecho se esparce constantemente tú existencia, y no halla reposo alguno, es el hálito constante que calma mi amargura. Gracias por ser tan generosa de dedicarme tu tiempo, a darme tan grata noticia, más en tu casa te espera tú futuro.
- Hola- le dije mientras me acercaba a ella
Ella me miro y luego al teléfono deletreo unas palabras y con la misma lo puso en modo reposo, me miro con una cara como nunca en los meses de vida junto a ella había visto, era esa cara sin una gota de paz, sin alivio alguno, aun así, note que algunas cosas no andaban bien, se acercó con pasos lentos hacia a mí y volvió a decir.
- Necesitaba verte, tengo algo serio que conversar contigo, una cosa que tenía que decirte hace semanas, pero esa tarde de domingo no me embulle a decirte nada, ya que te notaba feliz conmigo. Aquella tarde me resultaba difícil contarte, y ya que el tiempo no pasaba, más porque me sentía en paz con tu presencia y más que eso por tratar de no amenazar el bello momento cual estaba pasando contigo, no quise decirte, y no sé cómo te lo vayas a tomar, ya que en ese momento nos hallábamos totalmente aislado del mundo, y quisiera volver a compartirlo, pero creo que ya es muy tarde para tal egoísmo de mi parte, en pocos días me voy a casarme.
Al invocar ese ataque externo, mi cuerpo comenzó afrontar el envenenamiento de mi amargura, pues dichas últimas palabras traspasaron mi muralla defensiva, la única gran ventaja que tenía a enfrentar mi enfermedad, era comprender que todo había culminado. Tenía que entender en ese preciso momento, que por muchos que quisiera no había medicina alguna, para frenar el tormento, más tenía que comprender, que como mortal tenía una desventaja en mi contra, hacerme llevar por la enfermedad de la amargura, aun así, tome la decisión del que el mundo “Ella” reconociera mi esfuerzo.
- No hacía falta que me hicieras recordar ese Domingo interminable, en mis sueños aflora cada noche y como persona que cavilo, comprenderé que debo retirarme. No te voy a mentir, para mí ese día será inexplicable, y así se mantendrá, como esa magnífica melodía en que este compositor pudo entonar, para hacer danzar mi alma, pues más no me queda irme afrontar otros sueños y afinar otras melodías, te deseo lo mejor, sobre todo mucha felicidad, ya que no hay más nadie en este mundo que se lo merezca más que tú. Y me tengo que alejar, porque tu alma es mi adverso, que empapa con ímpetu mis ojos artistas, pintores que con lienzos astrales dibujaron en mi corazón el retrato de tu existencia, y aunque yace desnudo debe entender que es demasiado tarde, fuimos las personas correctas, solo en la vida equivocada. Adiós
Creí que había entendido perfectamente bien, e iba a continuar con mi camino, cuando me sujetó por el brazo, comencé a oír su voz ahogada en llanto.
- No quería que esto concluyera así, pero mucho menos quiero aceptar que decidas alejarte de mí, o es que en tus cartas no viva la finura, o es que en las largas horas que charlábamos no tiene importancia para ti, mi corazón esta indócil a comprender tus palabras, y mis oídos renuentes a escuchar. Sé cómo te debes sentir, ¿Crees que mi voz tenía la suficiente fuerza para emitir la noticia?, y no quiero culpar a Cupido que con sus livianas alas franquearon el muro de piedra que se interponía en mí corazón; porque sus flechas son capaces de traspasar cualquier obstáculo e impactar en cualquier objetivo, así es el amor, una inquietud impulsiva, que presta su inteligencia para observarla con los ojos. Pero me niego a traicionar nuestra amistad, por un sueño del cual debemos despertar, amo a mi futuro marido, como el mismo amor que te tengo a ti, pero mi amor es de amistad, la cual no deseo olvidar ni muchos menos dejar marchar...
- Amistad, como quieres que te vea como amiga, cuando en el velo de la noche, te quisiera abrazar, como quieres que te vea como amiga si en vez de quererte besar en la mejilla, quisiera pactar con tus labios, ahogar nuestras almas, como quieres que jure verte como amiga, si en las largas noches suspiro por tu nombre ¡Desaparecer deseo! Y hacer una entrevista con el olvido, y así poder sumergirme en la amnesia. Pero perdonarme emperatriz, en mi pecho se esparce constantemente tú existencia, y no halla reposo alguno, es el hálito constante que calma mi amargura. Gracias por ser tan generosa de dedicarme tu tiempo, a darme tan grata noticia, más en tu casa te espera tú futuro.