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Coloca el maní tostado en un procesador de alimentos o una licuadora y tritúralo hasta obtener una textura de polvo grueso o harina de maní. Puedes dejar algunos trozos pequeños si prefieres que el turrón tenga una textura un poco más crujiente.
Preparar el almíbar:
En una cacerola, mezcla el azúcar y el agua. Cocina a fuego medio sin revolver, dejando que el azúcar se disuelva lentamente.
Cuando comience a hervir, añade el jugo de limón. Esto ayudará a evitar que el azúcar se cristalice.
Sigue cocinando hasta que el almíbar alcance un color ligeramente dorado y espese un poco, pero sin dejar que se queme.
Añadir la vainilla:
Una vez que el almíbar esté listo, retíralo del fuego y añade la cucharadita de vainilla. Remueve bien para que se mezcle.
Mezclar el maní con el almíbar:
Inmediatamente después, añade el maní molido al almíbar y remueve hasta que todo esté bien incorporado. Asegúrate de que el maní esté bien cubierto por el almíbar.
Formar el turrón:
Vierte la mezcla en una bandeja o molde previamente engrasado con un poco de mantequilla o aceite, para evitar que se pegue.
Alisa la superficie con una espátula o con las manos (si está frío) para que quede uniforme. Puedes presionar un poco para compactarlo, pero sin aplastarlo demasiado.
Dejar enfriar:
Deja que el turrón se enfríe a temperatura ambiente hasta que se endurezca. Luego, córtalo en porciones rectangulares o en la forma que prefieras.
¡Y listo! Ahora tienes un turrón de maní molido cubano, perfecto para disfrutar como postre o snack.