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Las clasificaciones de la enfermedad mental, son descripciones de conductas que aparecen asociadas a los trastornos que nos afectan constantemente al ser humano; pero no dan una explicación de las causas ni de los procesos que subyacen en la aparición de estos problemas psicológicos, que son constantes y cíclicos?. El trastorno por estrés postraumático es una excepción, ya que es el único trastorno de ansiedad al que se le reconoce un suceso o situación específicos que lo provocan. La causa es el hecho traumático y, cuando lleva a un trastorno psicológico, las consecuencias son las conductas que describe en los criterios diagnósticos y las reacciones adversas al medio. Sin embargo, no se explican los procesos que unen la causa y el efecto en sí?. Una serie de procesos que dan cuenta de cómo un trauma puede producir un trastorno por estrés postraumático, lo que nos permitirá arrojar luz sobre cómo tratarlo, no evitarlo, sino más bien eliminarlos.
Cada persona sometida a un ataque o amenaza traumáticos reacciona de manera diferente. Así, el 64% no desarrolla un trastorno psicológico considerado como tal. Entonces, ¿cuáles son las circunstancias que han de confluir para que aparezca un trastorno psicológico? En niños o niñas sometidos a sucesos traumáticos, se han estudiado las características que pueden predecir quienes tienen mayor probabilidad de desarrollar un trastorno por estrés postraumático. Han encontrado que la existencia de problemas presentes en momento del hecho son los que mejor lo predicen. Se destacan la existencia previa de estrés postraumático de corta duración, la depresión, ansiedad, y que los padres tengan estrés postraumático.
Hay estudios que afirman que uno de los factores que tiene más peso en el desarrollo de un trastorno por estrés postraumático es la evitación experiencial, que se da cuando la persona tiende a eliminar por todos los medios el sufrimiento emocional que le hace daño, esforzándose en evitar recuerdos, sentimientos o pensamientos relacionados con el suceso y también cualquier situación o elemento que los pueda despertar a causa del mismo. Son estas conductas de evitación las que generan la principal parte del sufrimiento.
Sabemos que los recuerdos de eventos pasados nos evocan reacciones emocionales muy similares a las que provocó el suceso en sí mismo. Si no se evitan esas reacciones y se sigue con la vida normal, su influencia en el bienestar de la persona acabará minimizándose. Sin embargo, cuando se trata de evitar a toda costa el sufrimiento emocional, se lucha contra los pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones que recuerdan el hecho traumático. Entonces, el sufrimiento se perpetúa y crece, porque cuanto más queremos echar de nuestra cabeza un pensamiento, más presente está, el la realidad humana. De esta forma, aparecen efectos como recuerdos recurrentes (flashbacks), pesadillas que provocan una gran activación fisiológica, que no mejora con el transcurso del tiempo.
La inutilidad de los esfuerzos que realiza el paciente para controlar el sufrimiento provoca sentimientos de depresión y valoraciones negativas de sí mismo, porque considera que algo no funciona en él porque no puede controlar el sufrimiento. El hecho de que el suceso traumático haya sido inesperado y súbito le lleva a temer que en cualquier momento y cualquier lugar pueda volver a ocurrir. Esto le genera una visión del mundo como un enemigo hostil que puede atacar en cualquier momento y situación.
Querer evitar que un suceso inesperado aparezca o se vuelva a repetir obliga a la persona a colocarse en una posición vigilante, completamente alerta. Es un estado de alerta en el que la persona está fijándose, no en lo que ocurre a su alrededor, sino en la posible presencia de lo que quiere evitar que pase. Y esto ocurre, tanto si es objetivamente probable que suceda como si no. Este estado de alerta, fruto de la evitación experiencial, ocurren hipervigilancia, sobresaltos, problemas de concentración, dificultades para dormir, reacciones ante los demás con un comportamiento irritable, imprudente o autodestructivo, consecuencia de su estado de permanente alerta.
Para terminar exhortó a contarme acerca de algún trauma (si es que han tenido) a lo largo de sus vidas?
Cada persona sometida a un ataque o amenaza traumáticos reacciona de manera diferente. Así, el 64% no desarrolla un trastorno psicológico considerado como tal. Entonces, ¿cuáles son las circunstancias que han de confluir para que aparezca un trastorno psicológico? En niños o niñas sometidos a sucesos traumáticos, se han estudiado las características que pueden predecir quienes tienen mayor probabilidad de desarrollar un trastorno por estrés postraumático. Han encontrado que la existencia de problemas presentes en momento del hecho son los que mejor lo predicen. Se destacan la existencia previa de estrés postraumático de corta duración, la depresión, ansiedad, y que los padres tengan estrés postraumático.
Hay estudios que afirman que uno de los factores que tiene más peso en el desarrollo de un trastorno por estrés postraumático es la evitación experiencial, que se da cuando la persona tiende a eliminar por todos los medios el sufrimiento emocional que le hace daño, esforzándose en evitar recuerdos, sentimientos o pensamientos relacionados con el suceso y también cualquier situación o elemento que los pueda despertar a causa del mismo. Son estas conductas de evitación las que generan la principal parte del sufrimiento.
Sabemos que los recuerdos de eventos pasados nos evocan reacciones emocionales muy similares a las que provocó el suceso en sí mismo. Si no se evitan esas reacciones y se sigue con la vida normal, su influencia en el bienestar de la persona acabará minimizándose. Sin embargo, cuando se trata de evitar a toda costa el sufrimiento emocional, se lucha contra los pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones que recuerdan el hecho traumático. Entonces, el sufrimiento se perpetúa y crece, porque cuanto más queremos echar de nuestra cabeza un pensamiento, más presente está, el la realidad humana. De esta forma, aparecen efectos como recuerdos recurrentes (flashbacks), pesadillas que provocan una gran activación fisiológica, que no mejora con el transcurso del tiempo.
La inutilidad de los esfuerzos que realiza el paciente para controlar el sufrimiento provoca sentimientos de depresión y valoraciones negativas de sí mismo, porque considera que algo no funciona en él porque no puede controlar el sufrimiento. El hecho de que el suceso traumático haya sido inesperado y súbito le lleva a temer que en cualquier momento y cualquier lugar pueda volver a ocurrir. Esto le genera una visión del mundo como un enemigo hostil que puede atacar en cualquier momento y situación.
Querer evitar que un suceso inesperado aparezca o se vuelva a repetir obliga a la persona a colocarse en una posición vigilante, completamente alerta. Es un estado de alerta en el que la persona está fijándose, no en lo que ocurre a su alrededor, sino en la posible presencia de lo que quiere evitar que pase. Y esto ocurre, tanto si es objetivamente probable que suceda como si no. Este estado de alerta, fruto de la evitación experiencial, ocurren hipervigilancia, sobresaltos, problemas de concentración, dificultades para dormir, reacciones ante los demás con un comportamiento irritable, imprudente o autodestructivo, consecuencia de su estado de permanente alerta.
Para terminar exhortó a contarme acerca de algún trauma (si es que han tenido) a lo largo de sus vidas?