Pues bien, de eso hablaremos hoy, del Ego.
Según Freud (y San Gugul), el ego se define como: “la instancia psíquica que se reconoce como yo, parcialmente consciente, que controla la motilidad y media entre los instintos del ello, los ideales del superego y la realidad del mundo exterior”.
Más coloquialmente: “Exceso de autoestima.”
Ahora, leer temas de psicología a esta hora (pasan de las 11 de la noche) después de un día ocupado (que a nadie le importa esta parte, pero hay que decirlo igual) es complicado, especialmente cuando empiezas a encontrarte términos de “yo”, “superyo”, “consciencia”, “personaje”, y un larguísimo etcétera. El caso es que, resumido, el ego es algo que nos vamos creando nosotros mismos desde que somos pequeños y cobramos consciencia de nuestro ser. Es decir, es una suma y combinación de todas las vivencias experimentadas, y el cómo las hemos interpretado a lo largo de la vida. Una pausa aquí: los adolescentes todavía se están formando como individuos, por lo tanto, su ego y personalidad están en desarrollo, aunque hay algunos individuos que a veces dan ganas de… En fin, prosigamos.
Según el sitio www.psicologia-online.com en su artículo sobre el ego y cómo opera, este funciona desde pequeño, cuando el bebé/niño siente, desde el inicio de su vida, impulsos que lo llevan a actuar de modo que pueda satisfacer sus necesidades. Cuando estas no son cubiertas/resueltas del modo en que lo necesita, este individuo en miniatura comienza a sufrir ansiedad y dolor. Si esto se convirtiera en un patrón (es decir: no se cubre una necesidad determinada) y surge en un momento crítico del desarrollo vital del individuo, quedaría interiorizado como una creencia sobre sí mismo y, por tanto, que es algo que merece de los demás. Al revivir la experiencia, sufre, pero seguirá repitiéndola, y eventualmente, al no poder satisfacer la necesidad en cuestión, se creará un mecanismo de defensa que le permitirá sobrellevar la situación sin tanto dolor. Entre esos mecanismos de defensa se encuentran (y cito textualmente):
Según Freud (y San Gugul), el ego se define como: “la instancia psíquica que se reconoce como yo, parcialmente consciente, que controla la motilidad y media entre los instintos del ello, los ideales del superego y la realidad del mundo exterior”.
Más coloquialmente: “Exceso de autoestima.”
Ahora, leer temas de psicología a esta hora (pasan de las 11 de la noche) después de un día ocupado (que a nadie le importa esta parte, pero hay que decirlo igual) es complicado, especialmente cuando empiezas a encontrarte términos de “yo”, “superyo”, “consciencia”, “personaje”, y un larguísimo etcétera. El caso es que, resumido, el ego es algo que nos vamos creando nosotros mismos desde que somos pequeños y cobramos consciencia de nuestro ser. Es decir, es una suma y combinación de todas las vivencias experimentadas, y el cómo las hemos interpretado a lo largo de la vida. Una pausa aquí: los adolescentes todavía se están formando como individuos, por lo tanto, su ego y personalidad están en desarrollo, aunque hay algunos individuos que a veces dan ganas de… En fin, prosigamos.
Según el sitio www.psicologia-online.com en su artículo sobre el ego y cómo opera, este funciona desde pequeño, cuando el bebé/niño siente, desde el inicio de su vida, impulsos que lo llevan a actuar de modo que pueda satisfacer sus necesidades. Cuando estas no son cubiertas/resueltas del modo en que lo necesita, este individuo en miniatura comienza a sufrir ansiedad y dolor. Si esto se convirtiera en un patrón (es decir: no se cubre una necesidad determinada) y surge en un momento crítico del desarrollo vital del individuo, quedaría interiorizado como una creencia sobre sí mismo y, por tanto, que es algo que merece de los demás. Al revivir la experiencia, sufre, pero seguirá repitiéndola, y eventualmente, al no poder satisfacer la necesidad en cuestión, se creará un mecanismo de defensa que le permitirá sobrellevar la situación sin tanto dolor. Entre esos mecanismos de defensa se encuentran (y cito textualmente):
- Represión: mecanismo que elimina, reprimiendo en el inconsciente, toda situación o vivencia que le produce dolor (ejemplo: no recordar que se ha vivido abusos sexuales en la infancia).
- Negación: negar algún hecho o sentimiento por la incapacidad de la persona para aceptarlo e integrarlo.
- Proyección: se trata de un tipo de negación de sentimientos o deseos propios que se atribuyen a otro por no poder, igualmente, reconocerlos y aceptarlos en uno mismo.
- Racionalización: permite aportar una explicación racional a un hecho o emoción que, de otro modo, no podría aceptarse
- Intelectualización: mecanismo por el cual la persona analiza en detalle las situaciones para poner distancia con respecto a sus sentimientos y emociones y, de este modo, no sufrir.
- Formación reactiva: lleva a la persona a expresar justamente la conducta o emoción contraria a lo sentido, por no poder aceptar ese sentimiento propio.
- Regresión: ante una situación de estrés o malestar, la persona regresará a conductas propias de etapas evolutivas infantiles en las que quedó fijada, es decir, que no fue capaz de resolver.
- Desplazamiento: se sustituye el foco que provoca nuestra ansiedad o enfado por otro para reducir el malestar que generaría expresar directamente la emoción sobre el foco principal causante.
- Sublimación: este mecanismo transforma un impulso potencialmente peligroso en una conducta socialmente aceptable.
Por lo tanto, el ego se construye sobre las bases de no escuchar y no aceptar las propias necesidades del individuo, que es el resultado del miedo provocado por la vivencia original de no-atención. Básicamente, se construye sobre una frustración, a la cual se le suman una serie de creencias falsas sobre uno mismo, que terminan siendo la parte débil y asustadiza de cada cual que sale a defenderse del mundo hostil a través de los ya mencionados mecanismos de autodefensa. A raíz de esto surgen conductas, es decir, modos de proceder y actuar del individuo:
- Dominante y manipulador: las personas con estas conductas controlan las situaciones para sentirse seguras.
- Agresivo-defensivo: personas desconfiadas que siempre ven lo negativo de las situaciones y se defienden atacando.
- Huidizo-evitativo: personas que evitan afrontar ciertas situaciones para no afrontar el malestar que les supone.
- Miedoso-asustadizo: personas igualmente desconfiadas cuya respuesta ante determinados aspectos es el miedo, la paralización y la contracción.
- Sabelotodo: saber de todo, o creerlo, le aporta la seguridad que necesita.
- Orgulloso: es incapaz de reconocer cuando se ha equivocado.
- Acaparador: su conducta siempre va dirigida a ser el centro de atención.
Dadas estas actitudes, el ego necesita, por tanto, proyectar una buena imagen ante la sociedad, pero carece de humildad, cayendo, a menudo, en la soberbia (¿sabían que es un pecado capital? Pero de eso hablaremos otro día). Según estudiosos ya fuera del psicoanálisis per se, califican al ego como la fuente del sufrimiento personal, al vivir apegados en exceso a nuestros pensamientos y necesidades (recordar: la conducta de la negación de satisfacción de una necesidad), así como también se constituye en una ilusión donde uno pretende situarse por encima de los demás. Esto quiere decir que la opinión que uno tiene de sí mismo se encontrará igualmente distorsionada, complicando el conocerse a uno mismo, por tanto, a entenderse y, llegado el momento, a saber cómo dar solución a las necesidades que surjan por el camino. Al encontrarse esta opinión distorsionada, el individuo se creerá superior a los demás, viven engañados en una fantasía donde se representan como les gustaría ser en vez de cómo son en realidad. Además, es una máscara social que necesita de halagos constantes, mantener el control de las situaciones y personas y, sobre todo, querer tener el poder. La base de todo es lo mismo: el temor a la no satisfacción de su necesidad principal (sea cualquiera que esta fuera).
El ego no es más que un personaje que cada cuál se va creando. Alejándose de la sencillez y humildad dada la complejidad que teje el mismo en esta representación pública. Esto se traduce en una falsa autoestima que, como se mencionó al inicio, va en exceso, y no es más que una sobre compensación por la GRAN INSEGURIDAD que se tiene dentro.
La (¿potencial?) solución: aprender a conocerse como individuo, reconociendo aquellos traumas y conflictos internos, y dirimiéndolos adecuadamente.
Entonces, les pregunto, queridas señoras, señores, y entes habitantes de este foro: ¿cómo está su ego? ¿reconocieron alguno de esos mecanismos de autodefensa? ¿y las conductas, las ejecutan? ¿conocen a alguien que encaje en el personaje de “ser súper ególatra”?
Los leo ?
El ego no es más que un personaje que cada cuál se va creando. Alejándose de la sencillez y humildad dada la complejidad que teje el mismo en esta representación pública. Esto se traduce en una falsa autoestima que, como se mencionó al inicio, va en exceso, y no es más que una sobre compensación por la GRAN INSEGURIDAD que se tiene dentro.
La (¿potencial?) solución: aprender a conocerse como individuo, reconociendo aquellos traumas y conflictos internos, y dirimiéndolos adecuadamente.
Entonces, les pregunto, queridas señoras, señores, y entes habitantes de este foro: ¿cómo está su ego? ¿reconocieron alguno de esos mecanismos de autodefensa? ¿y las conductas, las ejecutan? ¿conocen a alguien que encaje en el personaje de “ser súper ególatra”?
Los leo ?