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Miembro 290
Invitado
A menos que lo olvidemos, SATÁN ES EL ACUSADOR, EL CUESTIONADOR, QUIEN DESAFÍA LAS OPINIONES ENMOHECIDAS Y LOS CONCEPTOS TEDIOSOS. En su senectud, el cristianismo parece estar sacando todas sus castañas del fuego al crear la cacería de brujas más irracional que jamás haya habido. La histeria no es solo aconsejada, sino fomentada. Ciertamente, uno se maravilla de la credulidad incuestionable, no sólo del público en general sino específicamente de quienes ocupan posiciones de autoridad.
Los niños son tentados —no por los Satanistas, sino por las autoridades, a confeccionar las mentiras más dañinas sobre sus propios padres. Cualquier círculo, triángulo, hexagrama, u octágono se convierte en símbolo “Satánico”. La lista de objetos acusados crece: vitrales, gatos de cerámica, una bata de color sólido, ropa de cuero, discos de rock (especialmente si se reproducen al revés). Si se descubre una Biblia Satánica, se convierte en una prueba irrefutable de que quien la leía perpetraba todo crimen conocido por el hombre.
Si las mentiras anteriores son cuestionadas y expuestas, los histéricos declararán que el Satanista exonerado no era un Satanista verdadero, o “clásico” (es decir, cristiano), que se dedicara a robar bebés, acosa y asesina menores, y destaza animales. Los chiflados que se deleitan en tales comportamientos son histéricos reprimidos asociando sus fantasías masturbatorias, o bien cristoides posando como Satanistas para poder ser “convertidos” y poder salir bajo palabra. Los “Grupos Organizados” no parece que puedan hallarse, debido a su “secreto”. Ni tampoco pueden hallarse los cuerpos de sus “víctimas de sacrificios”. Pero vaya que lo intentan —Oh! vaya que lo intentan. Incluso ha aparecido una nueva profesión, el “especialista en la investigación de lo Satánico y lo Oculto”, lo que en verdad no es más que un nuevo y bonito nombre para otro predicador de fuego y azufre. Cualquiera puede establecerse de la manera como lo hacen estos “expertos”, aunque por supuesto, resultará más efectivo si un imbécil inseguro tiene delante de su nombre unas cuantas cartas que prueben que es un mentiroso acreditado y autorizado.
El miedo al Satanismo es una buena manera de sazonar una vida que de otra manera sería improductiva. Si no pueden sentirse importantes, por lo menos pueden sentirse “rectos”, “honrados” y “justos” en su cruzada cobarde contra su diabólico enemigo.
Al llevar el Satanismo a millones de personas, los elementos más estridentes y sin sentido de las ruinas del cristianismo muestran su verdadero rostro. Son lo peor que la religión tradicional pueda producir. Ya es hora de ajustar cuentas. Estos restos de podredumbre cristiana, han intentado forzar a asumir una posición defensiva, cuando nuestra posición es exigir explicaciones y respuestas a su comportamiento irracional. Las travesuras de quienes intentan tenderle una trampa al Satanismo sólo consiguen oscurecer aún más las cualidades redentoras formadas por los dos mil años de la aventura cristiana. No han tenido éxito en darle un mal nombre al Satanismo, al contrario, es al cristianismo a quien manchan.
Durante siglos, el Satanismo ha sido un tigre de papel, una cortina de humo, un espantapájaros, perpetuado por los intereses creados del dogma cristiano. Nunca antes habían surgido Satanistas organizados para desafiar las falsedades convenientes. Claro, había Abogados del Diablo —Tom Pains, Benjamín Franklin, Shaw, Twain, London, Wells— pero para el cristianismo representaban una amenaza bien pequeña. Pero cuando tienes miles de chicos aclamando verdaderos símbolos Satánicos y haciendo el signo de los cuernos —ésa sí que es una verdadera amenaza! Cuando un libro escrito por un Satanista, para Satanistas, es leído, traducido, y releído por millones de personas —ésa sí que es una verdadera amenaza!
El cretino cristiano tiene razón al suponer que el Satanismo es peligroso. Es bastante peligroso, pero no por sus orgías, robo de niños, mutilaciones de animales y demás fantasías carentes de imaginación. El Satanismo es peligroso porque estimula la originalidad por encima de la mentalidad rebañera. Grandes masas de personas que piensen y actúen dentro de un conjunto de opciones preestablecidas son más fáciles de controlar. Y explotar.
El cristianito desesperado cree que el Heavy Metal es peligroso porque es un blanco conveniente para su histeria. Es muy fácil distinguir a Black Sabbath, Mötley Crüe, Twisted Sister y demás comentarios estúpidos, pero qué hay de la música Satánica de Liszt, Wagner, Saint-Saëns, Beethoven, Mussorgsky, Paganini, Mendelssohn? Tal vez comiencen a pegar etiquetas advirtiendo sobre el contenido de los trabajos musicales de Cole Porter, Rogers y Hammerstein, Jerome Kern e Irving Berlin, cuyo tema “Stay down Here Where You Belong” (Quédate aquí abajo, donde perteneces) nos presenta un Diablo haciendo de buen chico, proclamando “You will find more hell up there than you will down below” (Encontrarás más odio allá arriba que el que hallarás allá abajo). Y qué hay de temas como “Get Thee Behind me, Satan” (Házte detrás de mí, Satán) “Old Devil Moon”, “Satan Takes a Holiday” (Satán Se Toma Unas Vacaciones), “Perfidia”, “Temptation”, “Taboo”, y en caso que nos olvidemos, Franklin Laine o Edith Piaf haciendo su versión de la famosa canción de Shanklin “Jezabel”. Canciones que puedes entender, letras que puedes escuchar. Si un intérprete hiciese una versión “nueva” de “Jezabel” o “Stay Down Here Where You Belong” en un concierto de rock, podría precipitar una revolución Satánica.
El Satanismo es utilizado iconográficamente a guisa de anzuelo con una regularidad casi recetada, como si se tratase de una foto de Marilyn Monroe. ¿Qué pasaría si el Satanismo tuviese el mismo tiempo en los medios de comunicación del que gozan sus detractores? ¿O siquiera una fracción del mismo? Para poder absorber el Satanismo en su forma más pura, uno ha de zambullirse literalmente en La Biblia Satánica. La mayor amenaza del Satanismo es cuando se conoce la verdad de éste. Si un programa Satánico de TV saliera al aire con cierta regularidad, eliminaria los evangelistas bocones de la noche a la mañana.
Sí, el poder está en nuestras manos. Somos, más que nunca, los acusadores. Recuerden, nuestra posición, nuestro papel es servir de tribunal para quienes de manera pretenciosa juegan a ser nuestra némesis. El sólo pensamiento de responder a sus “acusaciones”, defender nuestra posición, ha de convertirse en un absurdo. Pongámoslos a prueba. Interroguemos. Demandemos los porqués de su estúpida histeria. Debemos combatir la sinrazón con intensidad inquisitorial. Y démosles la ridiculez que se merecen. Somos lo que sus viejos maestros no les anticiparon. No hay nada en sus cuadernos que pueda enfrentar a demonios de verdad que no sucumben a destierros místicos.
LA TEMPORADA ESTÁ ABIERTA. ESO ES!
Los niños son tentados —no por los Satanistas, sino por las autoridades, a confeccionar las mentiras más dañinas sobre sus propios padres. Cualquier círculo, triángulo, hexagrama, u octágono se convierte en símbolo “Satánico”. La lista de objetos acusados crece: vitrales, gatos de cerámica, una bata de color sólido, ropa de cuero, discos de rock (especialmente si se reproducen al revés). Si se descubre una Biblia Satánica, se convierte en una prueba irrefutable de que quien la leía perpetraba todo crimen conocido por el hombre.
Si las mentiras anteriores son cuestionadas y expuestas, los histéricos declararán que el Satanista exonerado no era un Satanista verdadero, o “clásico” (es decir, cristiano), que se dedicara a robar bebés, acosa y asesina menores, y destaza animales. Los chiflados que se deleitan en tales comportamientos son histéricos reprimidos asociando sus fantasías masturbatorias, o bien cristoides posando como Satanistas para poder ser “convertidos” y poder salir bajo palabra. Los “Grupos Organizados” no parece que puedan hallarse, debido a su “secreto”. Ni tampoco pueden hallarse los cuerpos de sus “víctimas de sacrificios”. Pero vaya que lo intentan —Oh! vaya que lo intentan. Incluso ha aparecido una nueva profesión, el “especialista en la investigación de lo Satánico y lo Oculto”, lo que en verdad no es más que un nuevo y bonito nombre para otro predicador de fuego y azufre. Cualquiera puede establecerse de la manera como lo hacen estos “expertos”, aunque por supuesto, resultará más efectivo si un imbécil inseguro tiene delante de su nombre unas cuantas cartas que prueben que es un mentiroso acreditado y autorizado.
El miedo al Satanismo es una buena manera de sazonar una vida que de otra manera sería improductiva. Si no pueden sentirse importantes, por lo menos pueden sentirse “rectos”, “honrados” y “justos” en su cruzada cobarde contra su diabólico enemigo.
Al llevar el Satanismo a millones de personas, los elementos más estridentes y sin sentido de las ruinas del cristianismo muestran su verdadero rostro. Son lo peor que la religión tradicional pueda producir. Ya es hora de ajustar cuentas. Estos restos de podredumbre cristiana, han intentado forzar a asumir una posición defensiva, cuando nuestra posición es exigir explicaciones y respuestas a su comportamiento irracional. Las travesuras de quienes intentan tenderle una trampa al Satanismo sólo consiguen oscurecer aún más las cualidades redentoras formadas por los dos mil años de la aventura cristiana. No han tenido éxito en darle un mal nombre al Satanismo, al contrario, es al cristianismo a quien manchan.
Durante siglos, el Satanismo ha sido un tigre de papel, una cortina de humo, un espantapájaros, perpetuado por los intereses creados del dogma cristiano. Nunca antes habían surgido Satanistas organizados para desafiar las falsedades convenientes. Claro, había Abogados del Diablo —Tom Pains, Benjamín Franklin, Shaw, Twain, London, Wells— pero para el cristianismo representaban una amenaza bien pequeña. Pero cuando tienes miles de chicos aclamando verdaderos símbolos Satánicos y haciendo el signo de los cuernos —ésa sí que es una verdadera amenaza! Cuando un libro escrito por un Satanista, para Satanistas, es leído, traducido, y releído por millones de personas —ésa sí que es una verdadera amenaza!
El cretino cristiano tiene razón al suponer que el Satanismo es peligroso. Es bastante peligroso, pero no por sus orgías, robo de niños, mutilaciones de animales y demás fantasías carentes de imaginación. El Satanismo es peligroso porque estimula la originalidad por encima de la mentalidad rebañera. Grandes masas de personas que piensen y actúen dentro de un conjunto de opciones preestablecidas son más fáciles de controlar. Y explotar.
El cristianito desesperado cree que el Heavy Metal es peligroso porque es un blanco conveniente para su histeria. Es muy fácil distinguir a Black Sabbath, Mötley Crüe, Twisted Sister y demás comentarios estúpidos, pero qué hay de la música Satánica de Liszt, Wagner, Saint-Saëns, Beethoven, Mussorgsky, Paganini, Mendelssohn? Tal vez comiencen a pegar etiquetas advirtiendo sobre el contenido de los trabajos musicales de Cole Porter, Rogers y Hammerstein, Jerome Kern e Irving Berlin, cuyo tema “Stay down Here Where You Belong” (Quédate aquí abajo, donde perteneces) nos presenta un Diablo haciendo de buen chico, proclamando “You will find more hell up there than you will down below” (Encontrarás más odio allá arriba que el que hallarás allá abajo). Y qué hay de temas como “Get Thee Behind me, Satan” (Házte detrás de mí, Satán) “Old Devil Moon”, “Satan Takes a Holiday” (Satán Se Toma Unas Vacaciones), “Perfidia”, “Temptation”, “Taboo”, y en caso que nos olvidemos, Franklin Laine o Edith Piaf haciendo su versión de la famosa canción de Shanklin “Jezabel”. Canciones que puedes entender, letras que puedes escuchar. Si un intérprete hiciese una versión “nueva” de “Jezabel” o “Stay Down Here Where You Belong” en un concierto de rock, podría precipitar una revolución Satánica.
El Satanismo es utilizado iconográficamente a guisa de anzuelo con una regularidad casi recetada, como si se tratase de una foto de Marilyn Monroe. ¿Qué pasaría si el Satanismo tuviese el mismo tiempo en los medios de comunicación del que gozan sus detractores? ¿O siquiera una fracción del mismo? Para poder absorber el Satanismo en su forma más pura, uno ha de zambullirse literalmente en La Biblia Satánica. La mayor amenaza del Satanismo es cuando se conoce la verdad de éste. Si un programa Satánico de TV saliera al aire con cierta regularidad, eliminaria los evangelistas bocones de la noche a la mañana.
Sí, el poder está en nuestras manos. Somos, más que nunca, los acusadores. Recuerden, nuestra posición, nuestro papel es servir de tribunal para quienes de manera pretenciosa juegan a ser nuestra némesis. El sólo pensamiento de responder a sus “acusaciones”, defender nuestra posición, ha de convertirse en un absurdo. Pongámoslos a prueba. Interroguemos. Demandemos los porqués de su estúpida histeria. Debemos combatir la sinrazón con intensidad inquisitorial. Y démosles la ridiculez que se merecen. Somos lo que sus viejos maestros no les anticiparon. No hay nada en sus cuadernos que pueda enfrentar a demonios de verdad que no sucumben a destierros místicos.
LA TEMPORADA ESTÁ ABIERTA. ESO ES!