Sientes una presencia maligna que te observa...
Este es el tipo de juego que arrancas pensando que le dedicarás una o dos horas, sólo para despertarte un día boca abajo sobre el teclado rodeado de botellas y platos preguntándote dónde han ido a parar las últimas 3 semanas. Ante todo, Terraria es un juego sandbox. Apareces en un mundo nuevo con equipamiento básico y sin ninguna instrucción real. Con el tiempo, construirás una pequeña casa para sobrevivir a los monstruos que salen a la superficie durante la noche, descubrirás alguna forma de corrupción que corroe el mundo, te encontrarás con nuevos PNJ y te enfrentarás a poderosos jefes enemigos. A pesar de todo esto, se te da poca dirección, estas son simplemente facetas de un juego más grande que permite a los jugadores hacer lo que quieran, encontrando todo lo que el mundo tiene que ofrecer en su mayor parte a su propio ritmo. Parte del gran diseño del título se encuentra en la curva de dificultad que he mencionado antes, lo que significa que los retos a los que se enfrenta un jugador empiezan siendo fáciles y aumentan de forma constante a un ritmo fácil de manejar. Aunque los elementos tradicionales de los RPG están en gran medida ausentes, existe un discreto sistema de nivelación en forma de jefes derrotados, lo que significa que si no avanzas a través de estos enemigos, el juego no se vuelve más difícil. De hecho, el primer jefe no aparece hasta que estás adecuadamente equipado con armadura y salud. En definitiva, Terraria es una experiencia asombrosa de principio a fin, con un tono humorístico a veces, pero que a la vez provoca una sensación de asombro y misterio en la exploración, y una emoción aterradora en el combate. Es un juego al que volveré una y otra vez para recuperar los recuerdos que he creado y forjar otros nuevos. Es un juego raro en el que, sin ningún ninguna duda, esas horas que he pasado no han sido en vano.