Yo desde niño llevo el baile en la sangre, aunque por problemas de circulación esta no me llega a los pies. Cuando tenía 7 años, en una fiesta infantil, hicieron una competencia de baile por parejas y yo, ni corto ni perezoso (y sin saber ni un puto paso de baile) formé pareja con otra niña. Guiándome por lo que había visto de mi familia (bailadores natos de todo tipo de ritmo). Confiaba en hacer buen papel. Pusieron diferentes tipos de géneros musicales: Salsa, casino, merengue, romántico y… Un tiempo después se comentaba por el lugar:
-¿Recuerdas al tieso que salió a bailar con tu hija y parecía sembrado en la pista de baile?
-¡Ay, si! El pobre. Bailaba tanto como Barbarito Diez.
-Si yo paso la pena que el pasó, me doy un sogazo a la menos cuarto.
Eso me pasó cuando pequeño. Ya cuando crecí, tome mis precauciones y me preparé. Cada vez que veía fiesta me perdía o me hacia el desentendido. Un día me sacaron a bailar y a fuerzas tire unos pasillitos breves. Considero que de haber existido cucarachas en el suelo, hubiese matado varias sin mirarlas. Cuando ya me iba, pusieron música suave y ahí me cagué en la hora que nací. No contaba que para bailar pegado hacía falta la interacción de las 2 cabezas que componen la anatomía masculina, más bien del miembro ¨inferior¨. Este último, se levantó como u resorte, loco por saber a qué se debía tanta apretazón y roce. Yo andaba rojo como tomate de la pena y al mirar la cara de mi compañera de baile me asusté más todavía: Ojos achinados, una ceja más elevada que la otra y una sonrisa de Joker, pero con un hilo de saliva saliendo de la comisura. ¡Era la pura encarnación de la maldad y la picardía!
Asi que no. No se me da muy bien el baile, aunque escucho todo tipo de música.