La medicina hoy en día ha avanzado mucho en materia de conocimiento psíquico y mental del ser humano. Dichos avances han dado lugar al estudio de diversas afecciones, entre ellas, los síndromes médicos. ¿Y qué es un síndrome? Pues no es más que un conjunto de síntomas que presenta alguna enfermedad, pero cuando estos cuentan con un significado específico, adoptan su propia identidad, convirtiéndose en una enfermedad en sí mismos. Los síndromes existentes en la literatura son muchos y muy variados. Cada uno cuenta con su propio nombre, como es lógico, pero donde algunos son nombrados por la persona o personas que lo descubrieron —o quizá por una persona en específico que no lo descubrió pero cuya actividad profesional sirve como analogía para identificar dicho síndrome—, otros, en cambio, han sido identificados con nombres provenientes de la mitología griega. Personajes cuya historia personal sirve de ejemplo clásico para nombrar una afección específica. Hoy quiero compartir con ustedes X de ellos. Empecemos.
Síndrome de Ulises
Probablemente sepan quién es Ulises, también conocido como “Odiseo”. Héroe mitológico que aparece en la “Ilíada” , y el protagonista que da nombre a la “Odisea”, ambos poemas épicos atribuidos a Homero y escritos alrededor del siglo VIII a.C. Si conocen esta obra, entonces saben que Odiseo partió de su hogar, Ítaca, para combatir en la guerra de Troya. Este conflicto duró alrededor de una década, y cuenta la mitología que Odiseo, haciendo eco de su habilidad como marino y guerrero, exclamó a los cuatro vientos que él había logrado llevar a la victoria a los griegos en la contienda (recordemos el Caballo de Troya, la herramienta que, eventualmente, logró que Troya cayera). Los dioses griegos, temperamentales como ellos solos, estaban de parte de griegos y troyanos (típicos dioses), pero uno en particular, Poseidón, señor de todos los mares, océanos y cuerpos de agua en general, se sintió ofendido por la proclama del héroe. Como consecuencia, Odiseo sufrió una demora de otros 10 años para regresar a casa. En ese tiempo no solo estuvo vagando de isla en isla, sino que también perdió a todos sus hombres, siendo el único que regresara definitivamente al final de la obra.
No es de sorprender, entonces, que este síndrome también se conozca como “síndrome del emigrante con estrés crónico y múltiple”. Sus principales afectaciones son un conjunto de síntomas depresivos, de ansiedad y disociativos, todo como producto del proceso de migración que ha experimentado, por demás, traumático. Según los estudios, no es un trastorno mental per se, sino más bien una reacción natural a niveles tóxicos de estrés que se han observado en personas migrantes que han experimentado grandes dificultades en su viaje, sufriendo desde aislamientos, poca ayuda, escasez de recursos, hasta ser incapaces de adaptarse a su nuevo entorno social una vez llegan a su destino. En la migración moderna se puede observar sobre todo en inmigrantes procedentes del continente africano que arriban a las costas europeas no sin dificultad. Suelen afectar más a los hombres.
Síndrome de Penélope
En la mitología griega, Penélope era la esposa de Odiseo (sí, sí, el del síndrome de arriba). Como ya leyeron, este pasó 20 años fuera de casa, dejando a la pobre Penny sola, con un pequeño Telémaco a su cargo, y un reino que dirigir. Pongámonos en contexto: en la Grecia Antigua estamos hablando de una mujer cuyo marido era rey, contaba con riqueza (no solo monetaria, sino de tierras, ganado, esclavos, y muchas otras cosas), por tanto, tenía poder. Casi de la noche a la mañana, esta mujer tiene que encargarse de lo que hacía su esposo ausente, por lo que no es de extrañar que, también casi de la noche a la mañana, comenzaran a aparecer una turba de pretendientes que querían desposarla (suponiendo que Odiseo no había regresado porque había muerto en la guerra, y esta había terminado ya). Por supuesto, desposar a Penélope implicaba usurpar el trono de Ítaca y todas las posesiones materiales, por no mencionar que parece que era una hermosa mujer, así que era un bonus.
Pero como buena esposa —al menos, así la describe la mitología—, esta mujer no creía en la muerte de Odiseo. Vamos, no había correo, y las noticias llegaban cada vete a saber qué tiempo, por no mencionar que, tal vez, no fueran fiables. Así que, para posponer tomar una decisión sobre a quién desposar ahora que era “viuda”, se dedicó todos los días a tejer un gran tapiz de día, el cual deshacía hábilmente por las noches. Esto, como supondrán, hacía la espera eterna. Cosa que al final le dio tiempo a Odiseo a regresar a casa y volver con Penélope.
El síndrome al que le da nombre esta mujer mitológica se conoce como “síndrome de la mujer que espera” o “la eterna espera del amado”. Afecta sobre todo a las mujeres (de ahí el epónimo), pero es fundamentalmente sufrido por aquellas personas que experimentan la migración —y la subsecuente separación que esta causa— de un ser querido. Supone el tener que llevar adelante un hogar en ausencia del marido (recordemos lo que tuvo que hacer Penélope), la educación de los hijos, mantener la casa, etc. En este caso, quien sufre el síndrome de Penélope es la persona que se queda atrás, ansiando, en un futuro, reunirse con la persona amada, pero entre tanto, la separación en cuestión da lugar a cuadros clínicos de depresión, ansiedad, cansancio crónico e hipertensión.
Como curiosidad, este síndrome está identificado en la psicología con este nombre, pero también se emplea en la rama de Psiquiatría para identificar una afección epiléptica.
Síndrome de Cronos
Cronos era un titán, el más joven entre sus hermanos, que destronó a su padre, Urano, después de cortarle los testículos, lanzarlos al mar, exiliarlo en el Tártaro, y hacerse con el control del universo. Urano le advirtió que, similar a lo que había hecho el joven Cronos, un día uno de sus hijos también le arrebataría el poder. Cronos, como es de suponer, no quería que esto sucediera (¿quién quiere perder todo ese poder?), así que en cuanto comenzaron a nacer sus hijos, los fue engullendo uno a uno sin muchos miramientos. Su esposa-hermana (eran unos incestuosos todos), harta ya del comportamiento de Cronos, decidió que su próximo hijo no correría la misma suerte que los anteriores, así que a punto de dar a luz, se escapó a la isla de Creta. Allí escondió al bebé Zeus, y luego regresó junto a Cronos. Una vez allí, fingió dar a luz, y lo que entregó a su esposo envuelto en unas mantas no fue más que una roca, que este titán demente se tragó sin dudarlo dos veces. Zeus creció, se hizo fuerte, y cuando tuvo edad, quiso liberar a sus hermanos. Así lo hizo, cumpliendo la profecía del destronamiento de Cronos.
Ahora bien, en la psicología asumieron el nombre de este titán para denominar un fenómeno muy curioso que sufren algunos individuos, pero que afecta sobre todo la salud laboral en un centro de trabajo. Se estarán preguntando qué puede ser así de serio para que se afecte la salud laboral, y qué tiene que ver eso con un titán mitológico. Bueno, pues es sencillo: justo como Cronos tenía miedo de que lo destronara uno de sus hijos, así mismo pasa con algunos jefes, que por miedo a ser sobrepasado por alguno de sus subalternos, no promueve a ninguno, impidiendo, por tanto, el avance profesional de los trabajadores.
En la práctica, este síndrome afecta a una media de organizaciones empresariales hasta del 50%, estadística que no diferencia el tamaño de la organización así como tampoco el género ni la nacionalidad. Por lo tanto, donde prima este síndrome importa más la lealtad y la obediencia, que la eficacia en sí misma, generando una resistencia al cambio dentro de la organización. (¿De qué me suena esto xD?)
Síndrome de Procusto
Procusto era un tipo que ejercía como posadero en una zona de la Antigua Grecia conocida como Ática, pero, además, era también un delincuente de marca mayor. Aprovechando que su casa estaba en las afueras de la ciudad, por lo tanto, alejada de posibles curiosos y gente que lo delatara, ofrecía albergue a los viajeros que pasaban por allí. ¿Qué lo haría tan particularmente famoso? La cama donde invitaba a que los viajeros durmieran. No era una cama normal. Era una cama de hierro que, una vez el viajero se acostaba, Procusto procedía a amordazar y torturar (probablemente drogara a los huéspedes, porque nadie, en su sano juicio, se dejaría hacer nada que atentara contra su salud física). ¿Cómo los torturaba? Los métodos eran que el huésped tenía que caber en las medidas exactas de la cama en cuestión. Si sobresalía, Procusto le cortaba las manos y los pies. Si no llegaba, entonces lo estiraba (en realidad, le caía a martillazos, descoyuntando a su víctima hasta que alcanzara las medidas esperadas).
Por supuesto, era imposible que algún huésped alcanzara esas medidas. Se piensa que Procusto realmente contaba con dos camas, las cuales usaba a su mayor conveniencia y placer. Eventualmente Teseo se enfrentó a él, retándolo a usar su propio método, y así fue como Procusto terminó siendo una víctima de su propia tortura.
Entonces, en psicología, ¿a qué llaman como este hombre? Puesto en términos sencillos, es aquella persona, entidad o sociedad que no tolera la diferencia, y no soporta que alguien sobresalga, tenga características diferentes, o destaquen, por miedo a ser superados o cuestionados por estos últimos. Como consecuencia se generan situaciones de acoso hacia la persona que sobresale, ignorando o tergiversando sus ideas, creatividad, y de manera general, todo lo que hace que este individuo sea diferente de los demás [que padecen el síndrome de Procusto].
Síndrome de Diógenes
Diógenes de Sínope, quien da nombre a este síndrome, fue un filósofo griego que pertenecía a la escuela del cinismo. A diferencia de sus contemporáneos, este señor vivía como un vagabundo por las calles de Atenas. Cuentan algunos que vivía en una tinaja (wtf???), y que de día caminaba por las calles buscando “hombres honestos”. Como pertenencias solo contaba con un manto, un báculo, un cuenco, y poco más. De ese último se desprendió cuando vio a un niño tomar agua con las manos (dónde comía, a saber). Esa extrema pobreza material la convirtió en una virtud, continuando con la idea de que una vida natural e independiente de los lujos de la sociedad era lo ideal, despreciando honres y riquezas, por considerarlos falsos bienes. Su filosofía consiste, básicamente, en renunciar todo lo convencional, liberándose de todos los deseos, y reduciendo al mínimo las necesidades.
Los psicólogos adoptaron su nombre para denominar un trastorno que se caracteriza por una extrema negligencia personal en materia de higiene, miseria doméstica, aislamiento social, apatía, y una acumulación compulsiva de basura. Usualmente afecta a personas mayores con cuadros clínicos de depresión que no han logrado superar la muerte de un cónyuge o familiar cercano. No obstante, el principal desencadenante de este síndrome es la soledad, por ello muchos de los pacientes afectados son ancianos que viven solos.
Síndrome de Proteo
Proteo era un deidad marina. En la “Odisea” Homero lo llama “anciano hombre del mar”, aunque otras fuentes lo identifican como hijo de Poseidón; o de Nereo y Doris; o de Océano y una náyade (ninfas marinas). Sus habilidades eran predecir el futuro y cambiar de forma. Esto último era algo que usaba para poder escabullirse sin tener que revelarle dicho futuro a los mortales. Esta capacidad de metamorfosis dio lugar a los adjetivos “proteo” y “proteico”, que describen a una persona que cambia de opiniones y afectos con frecuencia.
En medicina, el Síndrome de Proteo es una enfermedad congénita que causa un crecimiento excesivo de la piel, así como un desarrollo anormal de los huesos, que se acompaña a menudo por tumores en la mitad superior del cuerpo. Es un síndrome extremadamente raro, del cual se han diagnosticado apenas poco más de 200 casos desde que fuera identificado en 1979. Aunque cabe la posibilidad de que existieran más, pero no fueran adecuadamente diagnosticados dada la poca frecuencia de este cuadro clínico. No es hereditario, y varía mucho de un individuo a otro, pero se desconoce exactamente a qué cromosoma o cromosomas implica, y afecta por igual al sexo femenino como al masculino.
Síndrome de Ulises
Probablemente sepan quién es Ulises, también conocido como “Odiseo”. Héroe mitológico que aparece en la “Ilíada” , y el protagonista que da nombre a la “Odisea”, ambos poemas épicos atribuidos a Homero y escritos alrededor del siglo VIII a.C. Si conocen esta obra, entonces saben que Odiseo partió de su hogar, Ítaca, para combatir en la guerra de Troya. Este conflicto duró alrededor de una década, y cuenta la mitología que Odiseo, haciendo eco de su habilidad como marino y guerrero, exclamó a los cuatro vientos que él había logrado llevar a la victoria a los griegos en la contienda (recordemos el Caballo de Troya, la herramienta que, eventualmente, logró que Troya cayera). Los dioses griegos, temperamentales como ellos solos, estaban de parte de griegos y troyanos (típicos dioses), pero uno en particular, Poseidón, señor de todos los mares, océanos y cuerpos de agua en general, se sintió ofendido por la proclama del héroe. Como consecuencia, Odiseo sufrió una demora de otros 10 años para regresar a casa. En ese tiempo no solo estuvo vagando de isla en isla, sino que también perdió a todos sus hombres, siendo el único que regresara definitivamente al final de la obra.
No es de sorprender, entonces, que este síndrome también se conozca como “síndrome del emigrante con estrés crónico y múltiple”. Sus principales afectaciones son un conjunto de síntomas depresivos, de ansiedad y disociativos, todo como producto del proceso de migración que ha experimentado, por demás, traumático. Según los estudios, no es un trastorno mental per se, sino más bien una reacción natural a niveles tóxicos de estrés que se han observado en personas migrantes que han experimentado grandes dificultades en su viaje, sufriendo desde aislamientos, poca ayuda, escasez de recursos, hasta ser incapaces de adaptarse a su nuevo entorno social una vez llegan a su destino. En la migración moderna se puede observar sobre todo en inmigrantes procedentes del continente africano que arriban a las costas europeas no sin dificultad. Suelen afectar más a los hombres.
Síndrome de Penélope
En la mitología griega, Penélope era la esposa de Odiseo (sí, sí, el del síndrome de arriba). Como ya leyeron, este pasó 20 años fuera de casa, dejando a la pobre Penny sola, con un pequeño Telémaco a su cargo, y un reino que dirigir. Pongámonos en contexto: en la Grecia Antigua estamos hablando de una mujer cuyo marido era rey, contaba con riqueza (no solo monetaria, sino de tierras, ganado, esclavos, y muchas otras cosas), por tanto, tenía poder. Casi de la noche a la mañana, esta mujer tiene que encargarse de lo que hacía su esposo ausente, por lo que no es de extrañar que, también casi de la noche a la mañana, comenzaran a aparecer una turba de pretendientes que querían desposarla (suponiendo que Odiseo no había regresado porque había muerto en la guerra, y esta había terminado ya). Por supuesto, desposar a Penélope implicaba usurpar el trono de Ítaca y todas las posesiones materiales, por no mencionar que parece que era una hermosa mujer, así que era un bonus.
Pero como buena esposa —al menos, así la describe la mitología—, esta mujer no creía en la muerte de Odiseo. Vamos, no había correo, y las noticias llegaban cada vete a saber qué tiempo, por no mencionar que, tal vez, no fueran fiables. Así que, para posponer tomar una decisión sobre a quién desposar ahora que era “viuda”, se dedicó todos los días a tejer un gran tapiz de día, el cual deshacía hábilmente por las noches. Esto, como supondrán, hacía la espera eterna. Cosa que al final le dio tiempo a Odiseo a regresar a casa y volver con Penélope.
El síndrome al que le da nombre esta mujer mitológica se conoce como “síndrome de la mujer que espera” o “la eterna espera del amado”. Afecta sobre todo a las mujeres (de ahí el epónimo), pero es fundamentalmente sufrido por aquellas personas que experimentan la migración —y la subsecuente separación que esta causa— de un ser querido. Supone el tener que llevar adelante un hogar en ausencia del marido (recordemos lo que tuvo que hacer Penélope), la educación de los hijos, mantener la casa, etc. En este caso, quien sufre el síndrome de Penélope es la persona que se queda atrás, ansiando, en un futuro, reunirse con la persona amada, pero entre tanto, la separación en cuestión da lugar a cuadros clínicos de depresión, ansiedad, cansancio crónico e hipertensión.
Como curiosidad, este síndrome está identificado en la psicología con este nombre, pero también se emplea en la rama de Psiquiatría para identificar una afección epiléptica.
Síndrome de Cronos
Cronos era un titán, el más joven entre sus hermanos, que destronó a su padre, Urano, después de cortarle los testículos, lanzarlos al mar, exiliarlo en el Tártaro, y hacerse con el control del universo. Urano le advirtió que, similar a lo que había hecho el joven Cronos, un día uno de sus hijos también le arrebataría el poder. Cronos, como es de suponer, no quería que esto sucediera (¿quién quiere perder todo ese poder?), así que en cuanto comenzaron a nacer sus hijos, los fue engullendo uno a uno sin muchos miramientos. Su esposa-hermana (eran unos incestuosos todos), harta ya del comportamiento de Cronos, decidió que su próximo hijo no correría la misma suerte que los anteriores, así que a punto de dar a luz, se escapó a la isla de Creta. Allí escondió al bebé Zeus, y luego regresó junto a Cronos. Una vez allí, fingió dar a luz, y lo que entregó a su esposo envuelto en unas mantas no fue más que una roca, que este titán demente se tragó sin dudarlo dos veces. Zeus creció, se hizo fuerte, y cuando tuvo edad, quiso liberar a sus hermanos. Así lo hizo, cumpliendo la profecía del destronamiento de Cronos.
Ahora bien, en la psicología asumieron el nombre de este titán para denominar un fenómeno muy curioso que sufren algunos individuos, pero que afecta sobre todo la salud laboral en un centro de trabajo. Se estarán preguntando qué puede ser así de serio para que se afecte la salud laboral, y qué tiene que ver eso con un titán mitológico. Bueno, pues es sencillo: justo como Cronos tenía miedo de que lo destronara uno de sus hijos, así mismo pasa con algunos jefes, que por miedo a ser sobrepasado por alguno de sus subalternos, no promueve a ninguno, impidiendo, por tanto, el avance profesional de los trabajadores.
En la práctica, este síndrome afecta a una media de organizaciones empresariales hasta del 50%, estadística que no diferencia el tamaño de la organización así como tampoco el género ni la nacionalidad. Por lo tanto, donde prima este síndrome importa más la lealtad y la obediencia, que la eficacia en sí misma, generando una resistencia al cambio dentro de la organización. (¿De qué me suena esto xD?)
Síndrome de Procusto
Procusto era un tipo que ejercía como posadero en una zona de la Antigua Grecia conocida como Ática, pero, además, era también un delincuente de marca mayor. Aprovechando que su casa estaba en las afueras de la ciudad, por lo tanto, alejada de posibles curiosos y gente que lo delatara, ofrecía albergue a los viajeros que pasaban por allí. ¿Qué lo haría tan particularmente famoso? La cama donde invitaba a que los viajeros durmieran. No era una cama normal. Era una cama de hierro que, una vez el viajero se acostaba, Procusto procedía a amordazar y torturar (probablemente drogara a los huéspedes, porque nadie, en su sano juicio, se dejaría hacer nada que atentara contra su salud física). ¿Cómo los torturaba? Los métodos eran que el huésped tenía que caber en las medidas exactas de la cama en cuestión. Si sobresalía, Procusto le cortaba las manos y los pies. Si no llegaba, entonces lo estiraba (en realidad, le caía a martillazos, descoyuntando a su víctima hasta que alcanzara las medidas esperadas).
Por supuesto, era imposible que algún huésped alcanzara esas medidas. Se piensa que Procusto realmente contaba con dos camas, las cuales usaba a su mayor conveniencia y placer. Eventualmente Teseo se enfrentó a él, retándolo a usar su propio método, y así fue como Procusto terminó siendo una víctima de su propia tortura.
Entonces, en psicología, ¿a qué llaman como este hombre? Puesto en términos sencillos, es aquella persona, entidad o sociedad que no tolera la diferencia, y no soporta que alguien sobresalga, tenga características diferentes, o destaquen, por miedo a ser superados o cuestionados por estos últimos. Como consecuencia se generan situaciones de acoso hacia la persona que sobresale, ignorando o tergiversando sus ideas, creatividad, y de manera general, todo lo que hace que este individuo sea diferente de los demás [que padecen el síndrome de Procusto].
Síndrome de Diógenes
Diógenes de Sínope, quien da nombre a este síndrome, fue un filósofo griego que pertenecía a la escuela del cinismo. A diferencia de sus contemporáneos, este señor vivía como un vagabundo por las calles de Atenas. Cuentan algunos que vivía en una tinaja (wtf???), y que de día caminaba por las calles buscando “hombres honestos”. Como pertenencias solo contaba con un manto, un báculo, un cuenco, y poco más. De ese último se desprendió cuando vio a un niño tomar agua con las manos (dónde comía, a saber). Esa extrema pobreza material la convirtió en una virtud, continuando con la idea de que una vida natural e independiente de los lujos de la sociedad era lo ideal, despreciando honres y riquezas, por considerarlos falsos bienes. Su filosofía consiste, básicamente, en renunciar todo lo convencional, liberándose de todos los deseos, y reduciendo al mínimo las necesidades.
Los psicólogos adoptaron su nombre para denominar un trastorno que se caracteriza por una extrema negligencia personal en materia de higiene, miseria doméstica, aislamiento social, apatía, y una acumulación compulsiva de basura. Usualmente afecta a personas mayores con cuadros clínicos de depresión que no han logrado superar la muerte de un cónyuge o familiar cercano. No obstante, el principal desencadenante de este síndrome es la soledad, por ello muchos de los pacientes afectados son ancianos que viven solos.
Síndrome de Proteo
Proteo era un deidad marina. En la “Odisea” Homero lo llama “anciano hombre del mar”, aunque otras fuentes lo identifican como hijo de Poseidón; o de Nereo y Doris; o de Océano y una náyade (ninfas marinas). Sus habilidades eran predecir el futuro y cambiar de forma. Esto último era algo que usaba para poder escabullirse sin tener que revelarle dicho futuro a los mortales. Esta capacidad de metamorfosis dio lugar a los adjetivos “proteo” y “proteico”, que describen a una persona que cambia de opiniones y afectos con frecuencia.
En medicina, el Síndrome de Proteo es una enfermedad congénita que causa un crecimiento excesivo de la piel, así como un desarrollo anormal de los huesos, que se acompaña a menudo por tumores en la mitad superior del cuerpo. Es un síndrome extremadamente raro, del cual se han diagnosticado apenas poco más de 200 casos desde que fuera identificado en 1979. Aunque cabe la posibilidad de que existieran más, pero no fueran adecuadamente diagnosticados dada la poca frecuencia de este cuadro clínico. No es hereditario, y varía mucho de un individuo a otro, pero se desconoce exactamente a qué cromosoma o cromosomas implica, y afecta por igual al sexo femenino como al masculino.