Hay muchas maneras de responder a tu interrogante de si renuncias al amor.
¿Por qué lo harías? ¿Es que depende de algo en particular? ¿Te has fallado a ti misma/o? ¿Le has fallado a otra persona? ¿Qué te lleva siquiera a pensar en renunciar?
Y así, muchas otras preguntas que, inevitablemente, terminan en algo bastante pesimista como es el renunciar al amor. Ahora, poniendo eso en el contexto romántico —que es, imagino, el punto del post, considerando el fragmento de la canción—, mi respuesta personal es: sí, lo haría.
Razones tengo mil y una para ellos. Cada una tan descabellada como la anterior. Cada una tan fundamentada como la anterior. Depende de cómo lo veas, o de lo que hayas vivido. Al final depende del momento que estés viviendo, de lo que estés pasando, de con quién lo estés pasando.
Si, por ejemplo, estás en el pico de una relación amorosa, está claro que no tienes intenciones de renunciar a ello. ¿Por qué hacerlo? Te sientes bien. Eres feliz. Estás pasándola en grande (a pesar de las cosas malas que haya). Así que no vas a renunciar tan fácilmente.
Si, por el contrario, sales de una relación que tuvo esos mismos altibajos, fuiste feliz, era genial, pero eventualmente todo se fue al c*raj*, estás en la posición mental de, inicialmente, decir que no. De decir “no más”. Estás renunciando al amor.
Por qué digo yo que sí lo haría. Sencillo, es mucho más fácil decirlo que hacerlo.
Somos humanos. Es inherente el necesitar el amor. Por supuesto que aquí saltarán algunos y dirán que no es así, que no lo necesitan. Pero ni todos somos iguales, ni necesitamos lo mismo de la misma manera.
De todos modos, esta elección (porque no es más que eso), se ve sujeta a factores que, llegado el momento, habrá que tener en cuenta. ¿Vale la pena? ¿Es real lo que se siente en esos momentos? De nuevo: depende de cada uno.