Dacel Rake
Nivel 3
- 190
- 324
Este cuento es uno que escribí por allá por el 2016, está sin revisar y con muchos problemas de comas, pero es lo que más encaja con esta sección (no los haré leer mis cuentos de 10 páginas de fantasía). Este es divertido y tiene mucho que ver con lo que es ser escritor en Cuba.
El protagonista de este cuento nació tras una escueta descripción del autor, que era un tipo realmente vago, solo había descrito al protagonista como un hombre cualquiera, que caminaba por las calles de una ciudad cualquiera.
¡Estúpido, sabes que no puedo ser un hombre cualquiera!, gritó el personaje, deteniendo al Creador antes de que siguiera escribiendo basura.
Eres mi personaje, dijo el autor omnipotente, yo te cree y serás como yo quiera.
Lo siento mucho, respondió el personaje con una voz peligrosa, pero no seré un hombre cualquiera, soy el protagonista de esta historia. Un hombre cualquiera puede ser blanco, negro, mulato, indio, chino, violeta, en fin, de cualquier color. Un hombre cualquiera puede tener cualquier edad, ser un adolescente con la cara llena de granos, un viejo que saca los mandados, un gerente que sale de la casa de su amante, una simple persona caminando por las calles. Acaso no entiendes que desde que me hiciste el personaje principal no puedo ser un cualquiera, debo ser ¡ALGUIEN! Porque los cualquiera no son más que relleno, que no pueden contar historias ni transmitir emociones, material desechable.
¡Por eso debo ser ALGUIEN!, insistió el personaje.
El autor miró a su creación, un momento antes simples letras titilantes en el monitor de su computadora, en la vida real, él era un hombre cualquiera que se moría de hambre y trataba de escribir a las dos de la mañana porque no se resignaba a ser NADIE. No podía soportar que su personaje fuera más que él, se mordió el labio, sabía que tenía razón y debía ganar los miserables quinientos pesos de aquel concurso, tenía que escribir aquel cuento, así que metió su orgullo en una tina de cemento y lo tiró al mar.
Está bien, concedió en un hilo de voz, serás ALGUIEN.
El personaje se quedó mirándolo, expectante, entre los píxeles del viejo monitor.
¿Vamos, a qué esperas?
El autor tecleó una nueva descripción donde su personaje principal, Pedro, un mulato de veintitantos años, medio fuerte, caminaba por la calle A de la ciudad L.
¿Contento?
Bastante Autor, respondió, contemplando su nuevo cuerpo metafórico, me gustó el guiño que hiciste a Dostoievski.
Deja de hablar tanto y dime cuál es tu historia, exigió el autor volviendo al problema que lo ocupaba desde que encendió la computadora.
De verdad que eres el tipo, el macho, el alfa, ¿no creador? Vienes, te sientas y creas un mundo difuso sin siquiera haberte tomado la molestia en pensarme una historia, y es más, ahora quieres que yo, un engendro de tu mente haga el trabajo por ti.
El Autor apretó los puños.
Realmente Autor, ¿en que estabas pensando cuando te metiste a escritor, mejor…?
Varias palabras se borraron en un instante.
Okey, tranquilo que ya capté la indirecta, Pedro vio como sus piernas reaparecían, seré un mulato culto, que ha estudiado letras y va a la casa de su novia, para clavársela hasta el pescuezo…
¿Qué te dije del lenguaje?
Sí, sí, lenguaje culto. Pues ahora me dirijo hacia la residencia de mi pareja para sugerirle que practiquemos un sexo salvaje y desenfrenado.
¿Y ya, eso es todo lo que tienes en la cabeza?
Bueno, sí quieres le agregamos violencia, podemos elegir, de pareja, doméstica, sexual, simbólica o psicológica, tú eliges Creador. Sí mal no recuerdo todos los cuentos que ganan concursos están llenos de sexo y violencia.
¿Qué vas a saber tú de eso?, le espetó el Autor, eres un simple personaje.
Sí, pero soy un trigueño culto que ha estudiado letras y además, en secreto es un escritor frustrado, ves ya tienes las tres cosas fundamentales para escribir el cuento, violencia, mucho lenguaje de adulto y escenas muy ero, y si además le agregamos que soy un escritor frustrado y mi novia es fotógrafa, ya tenemos el éxito asegurado, esta fórmula no falla hace años.
Tienes razón, pero no sería más de lo mismo, los jurados a veces se aburren.
No me digas que a estás alturas vas a renunciar a la fórmula ganadora, okey, todavía nos queda el experimentalismo literario, un poco de metaescritura, con cambios bruscos del punto de vista, incluso podríamos hacer pedazos el cuento, hacer una parte en forma de guion, otra en verso y para el final como una entrevista. ¡Oh sí, está idea tiene futuro!, pero por lo que veo no te gusta autor, ese no es el espíritu ganador.
Bueno, la cosa es que en realidad estaba pensando en usar una que otra muda en el nivel de realidad y buscar una metáfora global en el cuento.
¡Eso no, Creador! Por favor, que tú sabes que aquí la ciencia ficción y la fantasía no se premia más que en dos o tres concursitos de mierda. ¡NO! Hazme caso y olvídate de eso.
Es cierto, pero aun así yo podría…
Reacciona Creador, ¿quieres ganar el concurso, sí o no?
El escritor dudó un instante, pero bastaba poner en una balanza sus deseos como escritor y la posibilidad real de ganar quinientos pesos.
Sí, confesó cuando la balanza se inclinó sin apenas resistencia.
Bien, entonces me harás caso y dejarás de pensar boberías.
Todo sea por ganar esos quinientos pesos, dijo el autor en un susurro.
Así, el Autor guiado por Pedro, escribió la historia que este le dictaba dónde estaban incluidos todos los detalles que tenía un cuento ganador.
A las tres de la mañana estuvo terminado y sin necesidad de revisarlo, según palabras de Pedro, un personaje principal competente y escritor frustrado. El cuento tenía cuatro perfectas páginas, escritas a Arial 12 y con interlineado 1.5, ni muy corto ni muy largo, con las páginas suficientes y el lenguaje adecuado para una lectura cómoda.
El autor cerró el documento y se despidió de Pedro, que ya lo felicitaba por su victoria.
Al otro día lo imprimió y entregó en la casa de cultura, media hora antes de que venciera el plazo de admisión.
La premiación se celebró un mes después, en el patio de la casa de la cultura, allí autor saludó a sus conocidos, con la seguridad de que esos quinientos pesos serían suyos. Sentado en una de las primeras filas, en una incómoda silla de metal esperó los resultados, sintió que se quedaba sin aire cuando una vieja escritora comenzó a leer el acta del jurado.
A medida que escuchaba a la escritora se fue hundiendo cada vez más en su asiento, maldiciendo por lo bajo. El jurado había considerado a la mayoría de los cuentos llenos de argumentos repetitivos y personajes clichés que no aportaban nada nuevo, amparados en fórmulas que carecían de verdadero valor literario.
Por lo cual, dijo la anciana y todos los concursantes presentes nos pusimos en atención, declaramos que el ganador es…
El Autor no pudo más que dejar escapar un gemido cuando el nombre de su amigo, un escritor flaco y con barba, que siempre enviaba cuentos de ciencia ficción se levantó para recoger los quinientos pesos y recibir las felicitaciones del jurado.
El protagonista de este cuento nació tras una escueta descripción del autor, que era un tipo realmente vago, solo había descrito al protagonista como un hombre cualquiera, que caminaba por las calles de una ciudad cualquiera.
¡Estúpido, sabes que no puedo ser un hombre cualquiera!, gritó el personaje, deteniendo al Creador antes de que siguiera escribiendo basura.
Eres mi personaje, dijo el autor omnipotente, yo te cree y serás como yo quiera.
Lo siento mucho, respondió el personaje con una voz peligrosa, pero no seré un hombre cualquiera, soy el protagonista de esta historia. Un hombre cualquiera puede ser blanco, negro, mulato, indio, chino, violeta, en fin, de cualquier color. Un hombre cualquiera puede tener cualquier edad, ser un adolescente con la cara llena de granos, un viejo que saca los mandados, un gerente que sale de la casa de su amante, una simple persona caminando por las calles. Acaso no entiendes que desde que me hiciste el personaje principal no puedo ser un cualquiera, debo ser ¡ALGUIEN! Porque los cualquiera no son más que relleno, que no pueden contar historias ni transmitir emociones, material desechable.
¡Por eso debo ser ALGUIEN!, insistió el personaje.
El autor miró a su creación, un momento antes simples letras titilantes en el monitor de su computadora, en la vida real, él era un hombre cualquiera que se moría de hambre y trataba de escribir a las dos de la mañana porque no se resignaba a ser NADIE. No podía soportar que su personaje fuera más que él, se mordió el labio, sabía que tenía razón y debía ganar los miserables quinientos pesos de aquel concurso, tenía que escribir aquel cuento, así que metió su orgullo en una tina de cemento y lo tiró al mar.
Está bien, concedió en un hilo de voz, serás ALGUIEN.
El personaje se quedó mirándolo, expectante, entre los píxeles del viejo monitor.
¿Vamos, a qué esperas?
El autor tecleó una nueva descripción donde su personaje principal, Pedro, un mulato de veintitantos años, medio fuerte, caminaba por la calle A de la ciudad L.
¿Contento?
Bastante Autor, respondió, contemplando su nuevo cuerpo metafórico, me gustó el guiño que hiciste a Dostoievski.
Deja de hablar tanto y dime cuál es tu historia, exigió el autor volviendo al problema que lo ocupaba desde que encendió la computadora.
De verdad que eres el tipo, el macho, el alfa, ¿no creador? Vienes, te sientas y creas un mundo difuso sin siquiera haberte tomado la molestia en pensarme una historia, y es más, ahora quieres que yo, un engendro de tu mente haga el trabajo por ti.
El Autor apretó los puños.
Realmente Autor, ¿en que estabas pensando cuando te metiste a escritor, mejor…?
Varias palabras se borraron en un instante.
Okey, tranquilo que ya capté la indirecta, Pedro vio como sus piernas reaparecían, seré un mulato culto, que ha estudiado letras y va a la casa de su novia, para clavársela hasta el pescuezo…
¿Qué te dije del lenguaje?
Sí, sí, lenguaje culto. Pues ahora me dirijo hacia la residencia de mi pareja para sugerirle que practiquemos un sexo salvaje y desenfrenado.
¿Y ya, eso es todo lo que tienes en la cabeza?
Bueno, sí quieres le agregamos violencia, podemos elegir, de pareja, doméstica, sexual, simbólica o psicológica, tú eliges Creador. Sí mal no recuerdo todos los cuentos que ganan concursos están llenos de sexo y violencia.
¿Qué vas a saber tú de eso?, le espetó el Autor, eres un simple personaje.
Sí, pero soy un trigueño culto que ha estudiado letras y además, en secreto es un escritor frustrado, ves ya tienes las tres cosas fundamentales para escribir el cuento, violencia, mucho lenguaje de adulto y escenas muy ero, y si además le agregamos que soy un escritor frustrado y mi novia es fotógrafa, ya tenemos el éxito asegurado, esta fórmula no falla hace años.
Tienes razón, pero no sería más de lo mismo, los jurados a veces se aburren.
No me digas que a estás alturas vas a renunciar a la fórmula ganadora, okey, todavía nos queda el experimentalismo literario, un poco de metaescritura, con cambios bruscos del punto de vista, incluso podríamos hacer pedazos el cuento, hacer una parte en forma de guion, otra en verso y para el final como una entrevista. ¡Oh sí, está idea tiene futuro!, pero por lo que veo no te gusta autor, ese no es el espíritu ganador.
Bueno, la cosa es que en realidad estaba pensando en usar una que otra muda en el nivel de realidad y buscar una metáfora global en el cuento.
¡Eso no, Creador! Por favor, que tú sabes que aquí la ciencia ficción y la fantasía no se premia más que en dos o tres concursitos de mierda. ¡NO! Hazme caso y olvídate de eso.
Es cierto, pero aun así yo podría…
Reacciona Creador, ¿quieres ganar el concurso, sí o no?
El escritor dudó un instante, pero bastaba poner en una balanza sus deseos como escritor y la posibilidad real de ganar quinientos pesos.
Sí, confesó cuando la balanza se inclinó sin apenas resistencia.
Bien, entonces me harás caso y dejarás de pensar boberías.
Todo sea por ganar esos quinientos pesos, dijo el autor en un susurro.
Así, el Autor guiado por Pedro, escribió la historia que este le dictaba dónde estaban incluidos todos los detalles que tenía un cuento ganador.
A las tres de la mañana estuvo terminado y sin necesidad de revisarlo, según palabras de Pedro, un personaje principal competente y escritor frustrado. El cuento tenía cuatro perfectas páginas, escritas a Arial 12 y con interlineado 1.5, ni muy corto ni muy largo, con las páginas suficientes y el lenguaje adecuado para una lectura cómoda.
El autor cerró el documento y se despidió de Pedro, que ya lo felicitaba por su victoria.
Al otro día lo imprimió y entregó en la casa de cultura, media hora antes de que venciera el plazo de admisión.
La premiación se celebró un mes después, en el patio de la casa de la cultura, allí autor saludó a sus conocidos, con la seguridad de que esos quinientos pesos serían suyos. Sentado en una de las primeras filas, en una incómoda silla de metal esperó los resultados, sintió que se quedaba sin aire cuando una vieja escritora comenzó a leer el acta del jurado.
A medida que escuchaba a la escritora se fue hundiendo cada vez más en su asiento, maldiciendo por lo bajo. El jurado había considerado a la mayoría de los cuentos llenos de argumentos repetitivos y personajes clichés que no aportaban nada nuevo, amparados en fórmulas que carecían de verdadero valor literario.
Por lo cual, dijo la anciana y todos los concursantes presentes nos pusimos en atención, declaramos que el ganador es…
El Autor no pudo más que dejar escapar un gemido cuando el nombre de su amigo, un escritor flaco y con barba, que siempre enviaba cuentos de ciencia ficción se levantó para recoger los quinientos pesos y recibir las felicitaciones del jurado.