Esto le pregunté a un amigo hace unos días después de que me dijera que le daba una calificación “generosa” a un libro del que habíamos hablado antes, y que el autor le había dado ese “final feliz cliché”. Pues bien, no me hizo spoilers porque se lo pedí de antemano, pero sí me dio el pie forzado para este post.
Una aclaración: este post va, exclusivamente, sobre libros, pero bueno, pueden extrapolarlo a series o películas, lo que más felicidad les genere.
Entrando en materia, ¿qué es un final feliz?
Para muchos es un cliché. Los protagonistas, después de sufrir lo indecible a través de toda la historia —que puede abarcar desde un libro hasta varios, si seguimos las tendencias a escribir más de una novela sobre las dos mismas personas, o personajes secundarios de las sagas— terminan juntos en un epílogo que a más de uno le daría un coma diabético. Lo digo por experiencia propia. Sí, me he leído mi cuota de novelas románticas (tanto las de Corín Tellado, que no tienen nada más que un romance ligero; hasta otras que tienen escenas bastante explícitas, pero ya eso es otro tema), y no, no me arrepiento. Es lo que me ha permitido identificar las historias desde que las comienzo a leer, y saber si terminaré el libro o no.
Así que un final feliz, después de sufrir con esos personajes, es lo que, al menos la mayoría de nosotros, espera. A veces se pasan en la cantidad de miel con azúcar que le echan las escritoras (perdonen, pero es que escritores masculinos son muy pocos en este medio, aunque existen). Otras veces, los finales de los libros, el capítulo final más concretamente, se apresura en darle una conclusión a la historia, atando cabos o dejando otros muy pobremente anudados. De pronto, tras unas palabras ahí que te dicen que los protagonistas se arreglaron y todo va bien, te encuentras con un epílogo.
Un. Epílogo.
No, no es un error lo de arriba. Es mi manera de que entiendan que he hecho una pausa en este discurso.
¿Qué necesidad hay de un epílogo cuando la historia cierra bien? Pues saber lo que pasó en la vida de los protas un mes —o veinte años— después.
Ustedes se preguntarán: “¿Y qué está mal ahí, si queremos saber qué pasó y no es algo que amerite un segundo libro?”.
Bueno, para mí la verdad es que muchas veces puedo prescindir de la boda de fulana con mengano. O del nacimiento de la prole después de que fuera una lucha el no poder tener hijos. O de que se curara alguien milagrosamente. O de que apareciera el broche que estuvo perdido durante la Segunda Guerra Mundial. O de… en fin, cualquier cosa que sirva como pretexto. Esos epílogos son los que, al menos en mi opinión, fastidian un final feliz que no necesita ser exagerado.
Porque entonces, los finales felices como tal, ¿qué nos atrae tanto algo como esto?
Honestamente a veces prefiero que termine con la muerte de uno de los protagonistas.
No, no me miren en plan “Skyler está loca”. Bueno, sí, lo estoy, pero es que la vida no es un “final feliz” en sí mismo. Entonces, ¿nos gustan los finales felices porque no los podemos tener en la vida real? ¿Esa cosa empalagosa es algo que preferimos para evadir lo que sucede cuando terminamos de leer? Les digo, a mí me gustan los finales felices, pero solo si la historia lo amerita. Es decir, si los personajes se lo “ganaron”. ¿Tiene sentido que empieces a leerte un libro sabiendo que, da igual toooooooooodo lo que les pase, terminarán juntos? ¿Le quita placer a su lectura?
Esto muchas veces radica en el modo en que se narran las historias. Los personajes necesitan tener más de una dimensión, y tantos matices como un ser humano real (aunque haya gente que en la vida real parezcan puras caricaturas). Cuando consigues conectar con uno o varios, aspiras a que consigan ese final cuando termines de leer. Sin embargo, se hace cada día más difícil encontrar buenos volúmenes de historias originales donde pase algo de esto. Los personajes son histéricos, extremos de buenos y malos, y lo que podría haber sido una historia extraordinaria precisamente por ocurrirle a cualquiera, termina siendo una soberana estupidez solo porque se apresura ese “final feliz”.
Entonces, queridos foreros, ¿ustedes son de los que prefieren un final feliz, o son de los que prefieren que maten a uno de los protagonistas para darle mayor credibilidad a la historia?
PS: cuando me refiero a “matar”, no tienen que ser literales, ¿de acuerdo? Puede tener un final menos radical, pero bueno, no terminar juntos.
Una aclaración: este post va, exclusivamente, sobre libros, pero bueno, pueden extrapolarlo a series o películas, lo que más felicidad les genere.
Entrando en materia, ¿qué es un final feliz?
Para muchos es un cliché. Los protagonistas, después de sufrir lo indecible a través de toda la historia —que puede abarcar desde un libro hasta varios, si seguimos las tendencias a escribir más de una novela sobre las dos mismas personas, o personajes secundarios de las sagas— terminan juntos en un epílogo que a más de uno le daría un coma diabético. Lo digo por experiencia propia. Sí, me he leído mi cuota de novelas románticas (tanto las de Corín Tellado, que no tienen nada más que un romance ligero; hasta otras que tienen escenas bastante explícitas, pero ya eso es otro tema), y no, no me arrepiento. Es lo que me ha permitido identificar las historias desde que las comienzo a leer, y saber si terminaré el libro o no.
Así que un final feliz, después de sufrir con esos personajes, es lo que, al menos la mayoría de nosotros, espera. A veces se pasan en la cantidad de miel con azúcar que le echan las escritoras (perdonen, pero es que escritores masculinos son muy pocos en este medio, aunque existen). Otras veces, los finales de los libros, el capítulo final más concretamente, se apresura en darle una conclusión a la historia, atando cabos o dejando otros muy pobremente anudados. De pronto, tras unas palabras ahí que te dicen que los protagonistas se arreglaron y todo va bien, te encuentras con un epílogo.
Un. Epílogo.
No, no es un error lo de arriba. Es mi manera de que entiendan que he hecho una pausa en este discurso.
¿Qué necesidad hay de un epílogo cuando la historia cierra bien? Pues saber lo que pasó en la vida de los protas un mes —o veinte años— después.
Ustedes se preguntarán: “¿Y qué está mal ahí, si queremos saber qué pasó y no es algo que amerite un segundo libro?”.
Bueno, para mí la verdad es que muchas veces puedo prescindir de la boda de fulana con mengano. O del nacimiento de la prole después de que fuera una lucha el no poder tener hijos. O de que se curara alguien milagrosamente. O de que apareciera el broche que estuvo perdido durante la Segunda Guerra Mundial. O de… en fin, cualquier cosa que sirva como pretexto. Esos epílogos son los que, al menos en mi opinión, fastidian un final feliz que no necesita ser exagerado.
Porque entonces, los finales felices como tal, ¿qué nos atrae tanto algo como esto?
Honestamente a veces prefiero que termine con la muerte de uno de los protagonistas.
No, no me miren en plan “Skyler está loca”. Bueno, sí, lo estoy, pero es que la vida no es un “final feliz” en sí mismo. Entonces, ¿nos gustan los finales felices porque no los podemos tener en la vida real? ¿Esa cosa empalagosa es algo que preferimos para evadir lo que sucede cuando terminamos de leer? Les digo, a mí me gustan los finales felices, pero solo si la historia lo amerita. Es decir, si los personajes se lo “ganaron”. ¿Tiene sentido que empieces a leerte un libro sabiendo que, da igual toooooooooodo lo que les pase, terminarán juntos? ¿Le quita placer a su lectura?
Esto muchas veces radica en el modo en que se narran las historias. Los personajes necesitan tener más de una dimensión, y tantos matices como un ser humano real (aunque haya gente que en la vida real parezcan puras caricaturas). Cuando consigues conectar con uno o varios, aspiras a que consigan ese final cuando termines de leer. Sin embargo, se hace cada día más difícil encontrar buenos volúmenes de historias originales donde pase algo de esto. Los personajes son histéricos, extremos de buenos y malos, y lo que podría haber sido una historia extraordinaria precisamente por ocurrirle a cualquiera, termina siendo una soberana estupidez solo porque se apresura ese “final feliz”.
Entonces, queridos foreros, ¿ustedes son de los que prefieren un final feliz, o son de los que prefieren que maten a uno de los protagonistas para darle mayor credibilidad a la historia?
PS: cuando me refiero a “matar”, no tienen que ser literales, ¿de acuerdo? Puede tener un final menos radical, pero bueno, no terminar juntos.