Alani
Nivel 4
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Voy a explicar desde perspectivas económica, política y moral las razones por las que Western Union dejó de enviar remesas a Cuba.
Muchos, influidos por lo que escucharon en Telesinmundo y Separavision, responsabilizaron a Trump. Esto es típico en la comunidad cubana, que tiende a seguir el rumor popular. Pero, ¿y si Trump en realidad buscaba ayudarnos? Para un inmigrante reciente de Hialeah, esto puede parecer inverosímil: ¿Cómo podría un hombre blanco, racista, republicano y de cabello naranja querer ayudar a mi familia y a mí que recién llegamos en un bote?
Es crucial aclarar que Western Union nunca operó directamente en Cuba; sí, nunca tuvo jurisdicción real en la isla. ¿De dónde, entonces, surgieron tantas oficinas con el logo de Western Union a lo largo del país? Todo era parte de una estrategia de marketing diseñada por la dictadura, una estafa para engañar a los ingenuos —incluyendo a los mencionados balseritos— y robarles su dinero.
El mecanismo funcionaba así: Western Union recogía el dinero en dólares destinado a Cuba, junto con la información del destinatario. Este dinero se enviaba a un banco europeo de propiedad compartida entre una empresa europea y la dictadura cubana. Al llegar a Cuba, el dinero y la información se entregaban en CUC, no en dólares, a través del Banco Central de Cuba. Era un negocio perfectamente redondo.
Varios fraudes se destacan aquí. El primero es el "cambio oficial" de divisas: en aquel tiempo, el CUC supuestamente valía más que el USD, obligando al remitente a aceptar una tasa de cambio desventajosa que también afectaba al receptor. Además, la dictadura se quedaba con los USD, dejando al remitente con una moneda de menor valor.
El segundo fraude es la devaluación de la moneda propiamente dicha, ya que no solo nos afectaba el cambio desfavorable, sino también la devaluación de los dólares enviados, pues el valor real del dólar era evidentemente superior al del CUC. Esto contribuía a la inflación y resultaba en precios exorbitantes en las tiendas.
El tercer fraude, y quizás el más alarmante para el gobierno estadounidense, fue el lavado de dinero, una necesidad para la dictadura de justificar sus ilegalidades ante el mundo. Dado que Cuba ha sido siempre una economía cerrada, incapaz de emitir informes transparentes que beneficien a la comunidad internacional en la prevención de estos delitos, el régimen utilizó su posición ventajosa para establecer un sistema de estafas, siendo remunerado por actividades ilícitas como el narcotráfico y el apoyo a guerrillas.
Trump jugó su carta maestra: al ser Western Union el único con licencia para enviar remesas a Cuba, lo cual demostraba la supuesta transparencia de sus operaciones, Trump exigió que el receptor pudiera decidir en qué moneda recibir la remesa (dólares, pesos o CUC), como sería habitual en cualquier otro país, y lo que beneficiaría ampliamente al cubano de a pie. La dictadura cubana se negó, porque claramente perderían acceso a esos dólares.
Finalmente, fue Cuba quien terminó cortando relaciones comerciales con Western Union, y creando un nuevo sistema de estafas los "MLC".
Muchos, influidos por lo que escucharon en Telesinmundo y Separavision, responsabilizaron a Trump. Esto es típico en la comunidad cubana, que tiende a seguir el rumor popular. Pero, ¿y si Trump en realidad buscaba ayudarnos? Para un inmigrante reciente de Hialeah, esto puede parecer inverosímil: ¿Cómo podría un hombre blanco, racista, republicano y de cabello naranja querer ayudar a mi familia y a mí que recién llegamos en un bote?
Es crucial aclarar que Western Union nunca operó directamente en Cuba; sí, nunca tuvo jurisdicción real en la isla. ¿De dónde, entonces, surgieron tantas oficinas con el logo de Western Union a lo largo del país? Todo era parte de una estrategia de marketing diseñada por la dictadura, una estafa para engañar a los ingenuos —incluyendo a los mencionados balseritos— y robarles su dinero.
El mecanismo funcionaba así: Western Union recogía el dinero en dólares destinado a Cuba, junto con la información del destinatario. Este dinero se enviaba a un banco europeo de propiedad compartida entre una empresa europea y la dictadura cubana. Al llegar a Cuba, el dinero y la información se entregaban en CUC, no en dólares, a través del Banco Central de Cuba. Era un negocio perfectamente redondo.
Varios fraudes se destacan aquí. El primero es el "cambio oficial" de divisas: en aquel tiempo, el CUC supuestamente valía más que el USD, obligando al remitente a aceptar una tasa de cambio desventajosa que también afectaba al receptor. Además, la dictadura se quedaba con los USD, dejando al remitente con una moneda de menor valor.
El segundo fraude es la devaluación de la moneda propiamente dicha, ya que no solo nos afectaba el cambio desfavorable, sino también la devaluación de los dólares enviados, pues el valor real del dólar era evidentemente superior al del CUC. Esto contribuía a la inflación y resultaba en precios exorbitantes en las tiendas.
El tercer fraude, y quizás el más alarmante para el gobierno estadounidense, fue el lavado de dinero, una necesidad para la dictadura de justificar sus ilegalidades ante el mundo. Dado que Cuba ha sido siempre una economía cerrada, incapaz de emitir informes transparentes que beneficien a la comunidad internacional en la prevención de estos delitos, el régimen utilizó su posición ventajosa para establecer un sistema de estafas, siendo remunerado por actividades ilícitas como el narcotráfico y el apoyo a guerrillas.
Trump jugó su carta maestra: al ser Western Union el único con licencia para enviar remesas a Cuba, lo cual demostraba la supuesta transparencia de sus operaciones, Trump exigió que el receptor pudiera decidir en qué moneda recibir la remesa (dólares, pesos o CUC), como sería habitual en cualquier otro país, y lo que beneficiaría ampliamente al cubano de a pie. La dictadura cubana se negó, porque claramente perderían acceso a esos dólares.
Finalmente, fue Cuba quien terminó cortando relaciones comerciales con Western Union, y creando un nuevo sistema de estafas los "MLC".