Esta es una pregunta frecuente pero muy importante para tener una perspectiva bíblica del evangelio. Espero la siguiente respuesta les sea de edificación.
Como Dios es Amor, El ama todo lo bueno, lo santo. El es Santo, Santo, Santo, y no puede ni ver el mal (Habacuc 1:13). El ama la justicia (Salmos 11:7) y se deleita tambien en la misericordia (Miqueas 7:18) pero sus juicios son rectos (Salmos 119.137).
Esto quiere decir que en su juicio El va a castigar todo pecado (Hebreos 9:27, Hechos 17:30-31), es decir a todo pecador. A El realmente le molesta el pecado y por eso la Biblia dice que Dios aborrece al pecador (Salmos 5:5). En el Dia del Juicio, ningún pecado será dejado sin su justo castigo. Para que sepamos que algo es pecado o no, Dios ha escrito una ley moral en nuestros corazones (Romanos 2:15), así que ningún hombre tiene excusa, pudiendo llegar al día del juicio y alegar ignorancia. Todo hombre sabe que mentir es malo, pero lo ha hecho (Romanos 3:4). Los Diez mandamientos expresan parte de dicha Ley (Exodo 20). Es muy importante que se explique bien a los hombres cuánto hemos pecado contra Dios, sino, no nos va a preocupar el juicio de Dios ni sus consecuencias. Así, debemos entender que por robar, ya somos ladrones. Por mirar a una mujer con lujuria, somos adúlteros (Mateo 5:27-28). Por aborrecer a alguna persona, somos homicidas a los ojos de Dios (1 Juan 3:15). Entonces, si lo haz hecho, eres un mentiroso, un ladrón, un adúltero y un homicida ante Dios.
Romanos 1:18 dice que Dios responde con su Ira frente a la maldad. Entonces, el pecador tiene un gran problema porque Dios está muy enojado contra El. Si muere y llega al Juicio de Dios con pecado, irá eternamente al Infierno a sufrir la Ira de Dios (Apocalipsis 21:8). Dios creó el Infierno para el diablo y los ángeles que lo siguen, pero allí también irán los hombres pecadores (Mateo 25:41).
Entonces, el pecador debe entender que Dios está contra El (1 Pedro 3:12). Su problema es que no tiene la justicia de Dios. Si Dios es un juez justo (Salmos 7:11), entonces dará castigo en el día del juicio. No importa si el pecador es feliz, en el día del Juicio sólo la justicia lo librará (Proverbios 11:4). Dios es Amor y por su santidad, hará justicia e instaurará su reinado de Justicia que nunca terminará.
El evangelio son las buenas noticias de que Dios quiere salvar a todos los hombres de su castigo, y para ello, El mismo se hizo hombre. En la cruz, Jesucristo se ofreció como el sacrificio sustituto por nuestra maldad. Dios mismo echó sobre El nuestro pecado y satisfizo su propia ira (Isaias 53). Ahora que Jesucristo sufrió el Infierno que nosotros nos merecemos, puede dar misericordia a los que sean humildes delante de El. Esta humildad la muestra un hombre cuando se arrepiente de sus pecados y poner su fe (confianza) en el Señor Jesucristo (Hechos 20:21). Jesucristo resucitó y puede salvar a todo hombre.
Dios no desprecia a un corazón con tristeza y humillado, que reconozca su maldad y clame a El por salvación (Salmos 51:17). Cuando pones tu fe en Cristo, entonces El se lleva todos los aplausos por tu salvación, no tus buenas acciones. Somos salvos sólo por confiar en Jesús (Efesios 2:7-8). El se lleva los aplausos por salvar a personas malas y así mostrar las riquezas de su gracia en su bondad, al mostrar cómo Cristo hizo una manera para salvar a los pecadores.
«para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.» Efesios 2:7
Entonces, el evangelio es el poder de Dios para salvación. Es un asunto de justicia para salvarnos de la ira de Dios. Nos salvamos poniendo nuestra fe sólo en Jesús (Romanos 1:16-18).
Si te arrepientes y pones tu fe en Cristo, entonces Dios te aceptará como su hijo (Juan 1:12-13), ya no serás su enemigo, estarás en el amor de Dios y nada te separará de El. Vivirás en la eternidad agradecido con Dios y dándole la alabanza que El se merece.
Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. Romanos 8:38-39