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¿Por qué no? (¿Cuento corto reflexivo?)

Jack

Nivel 4
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(Gaviotas revolotean)
(Las olas chocan contra la orilla)

  • ¿Oyes eso?
  • Sí, lo oigo perfectamente...es hermoso...con los ojos cerrados los sonidos son más profundos.
  • ¿Crees que habrá alguien al otro lado oyendo lo mismo?
  • Aunque no lo sabemos, espero que sí, me gustaría que así fuera.
  • Entonces solo es fé.
  • Se podría decir que sí. (Abre los ojos)Pero mira, (Le indica con el dedo el horizonte) es tan inmenso...¿Cómo no pensar que hay alguien en algún lugar preguntándose lo mismo?
  • Ummmm...¿Y si nos están esperando? ¿ Por qué no vamos a buscarlos?
  • (Sonríe) Desde cuando eres tan entusiasta...Podríamos no encontrar nada.
  • Pero....si nos quedamos...definitivamente nunca vamos a encontrar nada.
  • Cierto...(Alza la vista hacia al horizonte)
¿Por qué no? By: un Servidor.
 
A ver escribi este minicuento en mi epoca de estudiante de tecnico cuando aun la musa bajaba, porque creo que ahora con el problema del combustible y la covid no quiere bajar, aca les dejo el cuento

La Niña

La niña estuvo jugando cerca del río durante
horas, durante días, durante años. Cierto día, su
pelota rodó y rodó hasta parar junto a la orilla.
Al recogerla, la niña se detuvo, se reclinó y miró
su imagen sobre el espejo de las aguas.
Entonces, dejó de jugar.

Saludos
 
Por aca dejo otro cuento de cuando mi epoca de estudiante de tecnico.

El Asesino de la Flor

Cada vez que me remonto a mi infancia no

puedo dejar de recordar al ricachón de mi

abuelo y a sus cuentos policiacos cuando casi

a diario, tanto abuela como yo lo buscábamos

por toda la mansión a cualquier hora del día

para que nos contara sus historias, junto a las

cuales crecí y me hice hombre. Nuestras favo-

ritas eran las del “asesino de la flor”, un

psicópata que mataba a las mujeres y luego

invariablemente dejaba sobre cada cadáver

una flor de cualquier tipo, cuyo color depen-

dia del grado de violencia de su crimen;

mientras más horrendo, el color de la flor

obsequiada habría de ser más intenso, pero al

final de cada historia siempre abuelo se las

agenciaba para que el criminal fuera atrapado

por la policía.



Aquello ya hace mucho tiempo. Ahora vivo

alejado de mi familia, pero continúo visitan-

do a abuela cada año pues abuelo ya no está;

según ella, un día se fue para no regresar

jamás y pese a su senectud, a abuela, aún en

su pleno juicio, le molesta ese recuerdo, la

entristece. Yo ni le hago mención siquiera,

pero después de mi última visita he quedado

muy confuso, no por haber descubierto una

olvidada foto de abuelo entre las pertenencias

de ella dentro de una gaveta, sino por el tuli-

pán artificial tan negro al cual estaba adherí-

da. Me incomodan entonces peligrosas conje-

turas, pero jamás le referiré a mi queridísima

abuela.

Saludos
 
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