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Tanto tiempo te fuiste, pensé que no te volvería a oír, desafíe a mil anales, con la corazonada de volverte a ver.
Tan desafiante se mostró esta corta vida, que, por muy antigua no me respondió.
Y sin fuerza para ejercer un gesto, reitere al presente para imponerme a lo antiguo.
Y con un lícito placer, juzgue el largo recorrido, hasta el umbral de la retentiva.
Pues, no, no soy el que soy; y los que me quieran apuntar en estos momentos, serán los propios que se expondrán a sus anales.
Habrá los ojos, en una ingente torcedura, que sus juicios no lleguen a ensuciar mis acciones.
A no ser que el faro eternamente fijo, entre las tormentas, dejé de alumbrar.
Y si por error, en mí se demostrase indigno, jamás yo he amado a nadie.
Tan desafiante se mostró esta corta vida, que, por muy antigua no me respondió.
Y sin fuerza para ejercer un gesto, reitere al presente para imponerme a lo antiguo.
Y con un lícito placer, juzgue el largo recorrido, hasta el umbral de la retentiva.
Pues, no, no soy el que soy; y los que me quieran apuntar en estos momentos, serán los propios que se expondrán a sus anales.
Habrá los ojos, en una ingente torcedura, que sus juicios no lleguen a ensuciar mis acciones.
A no ser que el faro eternamente fijo, entre las tormentas, dejé de alumbrar.
Y si por error, en mí se demostrase indigno, jamás yo he amado a nadie.