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¿Qué hay más allá? ¿Acaso un refugio donde la oscuridad no se atreva a seguirme? O tal vez, un camino lleno de desafíos que forje mi valor.
En esta oscuridad, donde el silencio pesa como una losa, se abre la puerta de mi vida. La madera carcomida, con cicatrices de historias pasadas, me susurra secretos de momentos perdidos en el tiempo. Cada sombra detrás de mí, cada eco que retumba en mi pecho, me recuerda que el miedo es solo un compañero engañoso, y que mis ojos, atentos a mi misión de la luz, deben despojarse de la venda de la duda.
Cierro los ojos, respiro el instante, el tiempo se quiebra, y en su fragor, el alma se lanza, sublime y errante, hacia el brillo anhelado, al calor del amor. Es un brillo lejano, casi irreal, pero palpita en mi corazón como un latido constante. Es la promesa de un nuevo amanecer, un faro que guía mis pasos, que apaga el desasosiego. Así, en la oscuridad, con versos de fuego, te encuentro, mi guía, en el eco profundo, y en cada latido, en la lucha y el juego, sabré que la luz es el fin del fracaso.
Que así sea este el viaje que defina mi existencia, que la oscuridad, temida y reverenciada, se convierta en el suelo fértil donde germinen mis sueños, porque hoy, la luz asoma en el horizonte, y yo, por fin, soy libre para abrazarla.
En esta oscuridad, donde el silencio pesa como una losa, se abre la puerta de mi vida. La madera carcomida, con cicatrices de historias pasadas, me susurra secretos de momentos perdidos en el tiempo. Cada sombra detrás de mí, cada eco que retumba en mi pecho, me recuerda que el miedo es solo un compañero engañoso, y que mis ojos, atentos a mi misión de la luz, deben despojarse de la venda de la duda.
Cierro los ojos, respiro el instante, el tiempo se quiebra, y en su fragor, el alma se lanza, sublime y errante, hacia el brillo anhelado, al calor del amor. Es un brillo lejano, casi irreal, pero palpita en mi corazón como un latido constante. Es la promesa de un nuevo amanecer, un faro que guía mis pasos, que apaga el desasosiego. Así, en la oscuridad, con versos de fuego, te encuentro, mi guía, en el eco profundo, y en cada latido, en la lucha y el juego, sabré que la luz es el fin del fracaso.
Que así sea este el viaje que defina mi existencia, que la oscuridad, temida y reverenciada, se convierta en el suelo fértil donde germinen mis sueños, porque hoy, la luz asoma en el horizonte, y yo, por fin, soy libre para abrazarla.