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¿Nos comemos? (Relato erótico)

MalenaIriss

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A ver: lo que leerán a continuación es algo que escribí con 17 años sou no me juzguen...

Un día como cualquier otro, llego agotada a mi hogar, estoy sola, una vez más. Cierro la puerta y paso al baño, nececito una buena ducha para quitarme el estrés del día.

Entro al baño y me saco la ropa pieza por pieza, me gusta disfrutar bastante de esa sensación que tiene el momento de que mi piel se libere de esos harapos que hay que traer encima. Si por mí fuera estuviera todo el tiempo desnuda que es lo que más disfruto.

Pongo un poco de música en mi celular, hasta que entro y abro el grifo, el agua acaricia mi piel haciendo desaparecer el resto del mundo, la música de Billie Eilish desvanece un poco más mis sentidos y paso a ese estado de trance mientras me baño que es capaz de quitarle todas las preocupaciones incluso al peor de los desdichados.

Treinta minutos más tarde cuando siento mi piel hidratada además de mi estrés reducido un 90 porciento salgo del baño me seco ligeramente el cuerpo para dirigirme a mi cuarto. Obviamente no tomo ningún tipo de precaución en ocultar mi cuerpo bajo la toalla puesto a que estoy sola sin esperar por nadie.

Mientras subo las escaleras escucho algo en mi cuarto; quizás sea mi gato que está de nuevo haciendo estragos por ahí. Sin embargo al entrar me encuentro algo más atractivo.

Estabas tú en mi cama, mirando tu celular y tarareando una canción que desconozco, seguro es eso de trap que tanto te gusta. Al imaginar que no notaste mi presencia prefiero no llamar la atención sino más bien ponerme un poco de ropa antes de que la situación se pueda poner un poco tensa, acabo de salir de la ducha así que no me gustaría sudar; aunque muy mal no me vendría una buena seción de goce.

Me giro de espaldas a ti y me inclinó un poco para buscar la ropa en las gavetas. Apenas unos segundos después siento tu respiración caliente y quizás un poco agitada en mi cuello.

-Buenas tardes. ¿Pensabas ignorame hasta cuándo?- Mensionaste medio irritado.
-Hasta que me pusiera un poco de ropa.- respondí ignorando tu tono de voz.
-Ahhhh ya veo. ¿Debido a qué tomaste esa decisión tan rápido? ¿No pensaste en mi?- replicaste rápidamente.
-Tal vez si, tal vez no. Pero preferí evitarme momentos incómodos.
-Oh por favor. ¿Que tan incómodo sería divertirnos un poco los dos desnudos?- Dijiste esta vez un poco más calmado.
-Vaya vaya, ya me estás convenciendo.- Dije mientras posaba suavemente mi mirada en la tuya.
-¿Entonces? ¿Me comes, te como o nos comemos?- sonreíste de lado achicando los ojos como felino que acecha a su presa-
-Creo que ya eso lo había escuchado antes pero voy a hacer caso omiso. ¿Sabes que creo que es de mala suerte tener un hombre completamente vestido en mi cuarto?. Así que por favor, ya sabes que hacer.- Dije mientras te alejaba de mí con la punta del dedo índice.
-Por supuesto- acto seguido comenzaste a desnudarte lentamente.

A falta de algo más importante que hacer me senté en la cama a mirar cómo te quitabas la ropa e imaginar un poquito lo que seguiría después. Te sacaste las gafas y las pusiste a un lado.

-No, no, no mi nené hermoso usted se queda con sus gafitas puestas que es uno de mis mayores fetiches y lo sabes.

No respondiste nada, pero te las pusiste de nuevo así que cuando miraste hacia mi tenía esa expresión de triunfo en mi rostro que uso cada vez que te gano.

Seguiste entonces desabrochando tu camisa botón por botón, sin dejar de mirarme a los ojos, al parecer tenías ganas de devolverme el golpecito de las gafas.

Cuando la cosa estaba por ponerse interesante, cuando estabas a punto de desabrochar el cinturón, sentí tu mirada un poco más traviesa desde el momento en que llegaste, volteaste el rostro a un lado diciendo:

-¿Pensaste que me iba a comer todo el trayecto desde mi casa hasta aquí, con la bendita suerte de encontrarte acabada de bañar y no iba a disfrutarte beba? Creo que mereces un castigo, por eso y por dejar la puerta entreabierta pues como mismo entré yo que soy tu dueño puede entrar cualquiera y apropiarse de lo que es mío.

No me quedó más opción que bajar la cabeza, esperar órdenes además de acatarlas al momento en el que las dieras, conozco tu lado salvaje así que prefiero no provocarlo mucho. Siempre me pones castigos muy fuertes cuando se trata de alguna "infracción" en cuanto a mi seguridad o mi salud. Ahora que lo recuerdo bien, es cierto que no pasé la llave antes de irme al baño.

Noté tu mano en mi barbilla y al alzar la vista me percaté de lo que ya había imaginado, estabas furioso, no solo por eso sino por algo más, que imagino haya sido por intentar ignorarte y vestirme.

-Estás asustada mi niña?
-No
-No. ¿Que?- Golpeaste la parte superior mi muslo derecho.
-No, mi amo
-Así me gusta, obediente. Por eso te reduciré la pena a solo diez azotes, pero eso si, tendrás que contarlos tu y darme las gracias tras cada uno de ellos por haber sido yo quién te tomó desprevenida, desnuda y sola en tu casita.
-Como ordene.
-¿Como ordene quien?- Golpeaste nuevamente mi muslo.
-Usted mi amo.
-Voltéate e inclínate hacia delante...

Hice lo que me ordenaste con rapidez, levantándome y apoyando las manos en la cama, esperé el primer azote más no llegó cuando lo esperaba. Acariciarte mi espalda descendiendo de forma lenta y uniforme, acariciaste cada centímetro para luego con una mano tomarme del pelo que aún tenía medio húmedo y con la otra apoderarte de mi pecho jugando con el a tu antojo para pasar luego al otro y susurrar palabras que a tanto placer brindado ya yo no comprendía.

De un momento a otro paraste, yo pensé por un momento en incorporarme pero me vino a la mente que eso iba a ser solo el inicio de la tortura. Entonces me diste el primer azote sin que lo esperase y quedé callada, acariciaste mis partes que ya estaban húmedas y expectantes y dijiste:

-No contaste, ni me diste las gracias creo que vamos a tener que comenzar de nuevo.

Sin darme tiempo a pensar en nada más me azotaste nuevamente.

-Uno, gracias mi amo

Seguiste azotandome pero siempre en un lugar distindo, en la nalga derecha, en la izquierda, en el punto donde se unen mi vagina y mi ano, q veces en los muslos y por cada azote recibido aumentaba mi humedad y exitación. Para cuándo diste el último sentía que mi sexo iba a explotar de tantas sensaciones acumuladas allí. No tenía fuerzas para levantarme por mi misma y sentía los muslos acalambrados por el tiempo que pasé en la posición inclinada. Pero tenía que lucirme ahora que sabía lo molesto que estabas por lo que me volteé y tomándote por los hombros te cambié de posición de forma que quedases tu sentado en la cama y yo frente a ti.

Me arrodillé y mirándote directo los ojos te pedí con la mirada que hicieras parte de mi trabajo, entonces sacaste tu cinturón, bajaste la portañuela y me mostraste lo que estaba deseosa por ver desde que te detuviste a castigarme.

Tomé tu miembro viril entre mis pequeñas manos comencé a acariciarlo suavemente, luego continúe las caricias con sólo una mientras con la otra recorría tu cuerpo, hasta que decidí que era momento de avanzar un poquito más así que comencé a lamer desde la base hasta la punta entreteniéndome un poquito en esta última, realicé está acción al rededor de cinco o seis veces pero no pudiste aguantar las ganas. Me tomaste por el cabello otra vez pero en esta ocasión fue para introducirme todo en la boca y hacerme subir y bajar a tu ritmo a veces lento y otras más pausado siempre aumentando tu placer pero cuidando de no exederte.

Minutos después me halaste más fuerte y me pusiste frente a ti, tenías la respiración tan agitada como la mía mientras que en tus ojos ardía esa pasión imposible de controlar cuando estamos a solas. Me empujaste a la cama y comenzaste a recorrer mi cuerpo, está vez de abajo hacia arriba comenzando por los tobillos luego las piernas, pasaste a los muslos y ahí te detuviste un poco más de tiempo, algo que era de esperar ya que estos son tu adoración, besaste brevemente mis pliegues vaginales y continuaste subiendo por mi abdomen acariciando centímetro a centímetro mi piel, al momento de llegar a mis pechos solo te detuviste un instante a besar uno y jugar con el otro entre tus dedos, lamiste mi cuello y mis orejas hasta llegar q mi boca, una vez ahí me besaste, por primera vez en el día dejando muy claro las ganas que habías tenido de hacerlo desde que habías llegado a mi habitación.

Yo me encontraba abandonada a tus placeres sin nada más que hacer que no fuese disfrutar de todo eso que me brindas en cada encuentro, cuando el beso se tornó incluso más apacionado me tomaste por las caderas y me posicionaste a horcajadas sobre ti hábilmente haciendo que tu miembro quedase dentro de mi empapado en mis fluidos que no habían dejado de manar desde que comenzamos nuestros juegos. Cabalgué sobre ti con la fuerza y la pasión acumulada que guardé siempre para nuestro momento en la intimidad, continúe cabalgando entre beso y beso acariciando tu cuerpo y aceptando cada caricia, cada gemido, por supuesto sin obviar los míos que no habían Sido pocos hasta el momento, pensé que solo buscaba mi placer pero al alcanzarlo y caer rendida sobre tu pecho supe que me faltaba algo, así que me cambiaste de posición y me pusiste de perrito moviendo fuerte y rítmicamente tu pelvis contra mi, arremetiendo con todo el vigor que te confiere ser hombre hasta alcanzar el orgasmo.

Al terminar nuestro primer encuentro te tumbaste a mi lado y abrazándome delicadamente besaste mi frente diciendo:

-Gracias mi niña, por entender mis ataques y cumplir con mis placeres

A lo que yo aún rendida de éxtasis solo pude responder con un Te Quiero.

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(๑•﹏•) Espero que te halla gustado ⊙﹏⊙
 
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