Esta es la historia de una joven de Guadalajara, México, que abraza su identidad. Llamémosla Marta. Cuando era niña, le tenía tanto miedo a la oscuridad que sus padres tenían que encender todas las luces de la habitación y del pasillo para que pudiera dormir, lo que finalmente resultó ser un problema. Hasta el día que la abuela de la niña le regaló un cachorrito, diciéndole que esa hermosa criatura la protegería de todos los peligros, incluidos los monstruos de la oscuridad, dormí tranquila porque sabía que estaba allá abajo. Si tenía miedo, solo podía extender la mano. dormir. Han pasado los años y Martha ha madurado, pero nunca ha perdido su tradicional dinamismo canino. Una noche, escucha en la radio que un peligroso asesino se escapó de una prisión cercana y fue visto por última vez cerca de su comunidad. De hecho, describe el sonido de las sirenas que escuchó antes. Pero Martha se sentía segura con su perro, así que se acostó, se estiró por el borde y el perro comenzó a lamerla todas las noches.

Se durmió rápidamente, y al despertar, sintió que el perro seguía ahí, y se sorprendió mucho de que no se cansara de lamerle la mano en toda la noche, o más de lo que pensaba. Interesada en el caso, encendió la luz y se sintió desconsolada al encontrar al perro muerto en el piso de su habitación, le sonreí y la sensación fue reemplazada por un miedo escalofriante.​