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No sé si alguien más ha estado presente en una de esas situaciones donde, de repente, las cosas se descontrolan. Tal vez, al igual que yo, te has encontrado inmerso en un ambiente propicio para una catástrofe. ¿Y qué es eso de "inundación" que me mencionan? Porque aquí estoy yo, disfrutando de una buena sesión musical y, de repente, me doy cuenta de que estoy en medio de un diluvio que ni Noé podría haber predicho.
Así que ahí estoy, con mis cascos puestos y un pie en el acelerador de la música, disfrutando de unos hits que son un verdadero chapuzón para mis oídos. Todo va bien hasta que, de la nada, parece que el agua de la piscina de la vida social empieza a derramarse. Y no estoy hablando de un goteo suave, no. ¡Es un tsunami de caos! El post que estoy escribiendo se convierte en un relajo total, y yo pasmado, tratando de determinar si estoy en un festival de música o en una tragedia griega.
Quizás, si hubiera seguido el consejo del genial profe Pcarballosa y su famosa "discotemba", hubiera estado mejor preparado para este cataclismo sonoro. Pero, en lugar de eso, aquí estoy, navegando en un mar de caos musical. Y justo en ese momento, aparece Soma Kurusu o Akame, esas figuras de autoridad que parecen emerger del agua como si fueran sirenas, y te dicen: “Papi, baja el pie del acelerador”. ¡Claro, amigo! Porque en medio de esta “inundación”, todo lo que necesito es un poco de moderación. Siempre me encantó la idea de un apocalipsis musical, pero no en este sentido.
En resumen, lo que comenzó como una experiencia sonora sublime se convirtió en una especie de épico disaster movie, donde no sabes si reír o llorar, pero, al final del día, te quedas ahí, pasmado, sintiendo que has perdido el control. Pero no te preocupes, amigo, que siempre hay una luz al final del túnel de este diluvio musical. Solo asegúrate de no estar baneado. Quizás, con suerte, logre salir de esta experiencia más aprenDido que baneado.
Así que, para aquellos que están en esta misma trinchera, ¡abrochen sus cinturones y preparen su flotador! La vida puede ser un gran flood, pero al menos tenemos la música… hasta que alguien decida acercarse y recordarte que, a veces, es mejor bajar un poco el volumen y dejar de hacer olas.
Así que ahí estoy, con mis cascos puestos y un pie en el acelerador de la música, disfrutando de unos hits que son un verdadero chapuzón para mis oídos. Todo va bien hasta que, de la nada, parece que el agua de la piscina de la vida social empieza a derramarse. Y no estoy hablando de un goteo suave, no. ¡Es un tsunami de caos! El post que estoy escribiendo se convierte en un relajo total, y yo pasmado, tratando de determinar si estoy en un festival de música o en una tragedia griega.
Quizás, si hubiera seguido el consejo del genial profe Pcarballosa y su famosa "discotemba", hubiera estado mejor preparado para este cataclismo sonoro. Pero, en lugar de eso, aquí estoy, navegando en un mar de caos musical. Y justo en ese momento, aparece Soma Kurusu o Akame, esas figuras de autoridad que parecen emerger del agua como si fueran sirenas, y te dicen: “Papi, baja el pie del acelerador”. ¡Claro, amigo! Porque en medio de esta “inundación”, todo lo que necesito es un poco de moderación. Siempre me encantó la idea de un apocalipsis musical, pero no en este sentido.
En resumen, lo que comenzó como una experiencia sonora sublime se convirtió en una especie de épico disaster movie, donde no sabes si reír o llorar, pero, al final del día, te quedas ahí, pasmado, sintiendo que has perdido el control. Pero no te preocupes, amigo, que siempre hay una luz al final del túnel de este diluvio musical. Solo asegúrate de no estar baneado. Quizás, con suerte, logre salir de esta experiencia más aprenDido que baneado.
Así que, para aquellos que están en esta misma trinchera, ¡abrochen sus cinturones y preparen su flotador! La vida puede ser un gran flood, pero al menos tenemos la música… hasta que alguien decida acercarse y recordarte que, a veces, es mejor bajar un poco el volumen y dejar de hacer olas.