Ali1
Nivel 2
- 90
- 326
Sentía su calidez a una lejanía exorbitante, abrí los ojos con rapidez por el miedo a no encontrarlo, mire su rostro para sólo verlo a unos pocos centímetros de mi, sus menudos bracitos yacían sobre la cuna que perfectamente decoraba el cuarto de una tonalidad azul, mi pequeño Ian aún estaba profundamente dormido, admiraba esa piel aterciopelada, esa blancura en ella, ese perfecto olor a Jazmín que emanaba de la misma, sus pocos cabellos castaños hacían ver su cabecita como lo mas bonito del mundo, ahí dormido parecía la inocencia personificada, lo más puro de este podrido planeta, una gema incorruptible y nacida sólo para infundar el bien y hablandar todos los corazones de piedra que existieran en cada persona. Después de todo lo que había pasado, mi amado Ian estaba una vez más dormido tranquilamente, sin un rasguño, cálido y frágil como un muñequito de porcelana. Sonreí ante el contacto con su suave mano, él era mi vida, estaba absolutamente segura que nadie nunca lograría ser tan importante como mi Ian, que nadie nunca iba a ser tan amado como mi Ian, y que definitivamente nadie nunca se atrevería a tocar a mi Ian sin recibir tan siquiera una herida de mi parte. Eso era, el era mi mudo, mi respiración, mi alimento, una pequeña porción de mi estaba en él... él era mi amor.
Sentí golpes bruscos en mi brazo y cuando caí en cuenta de que me había perdido en mis pensamientos, Ian ya no estaba, ni aquel hermoso cuarto, ni la cuna azul, no quedaba nada, sólo una enorme sala de hospital a la que me conducían en silla de ruedas que en su frente decía "psiquiatría"
Sentí golpes bruscos en mi brazo y cuando caí en cuenta de que me había perdido en mis pensamientos, Ian ya no estaba, ni aquel hermoso cuarto, ni la cuna azul, no quedaba nada, sólo una enorme sala de hospital a la que me conducían en silla de ruedas que en su frente decía "psiquiatría"