Como ya se va haciendo costumbre, aquí una ADVERTENCIA: Este tema NO es sobre sexo.
Dicho eso, ¿de qué va entonces? Pues de purgar un poco de demonios por ahí. Vaya, que nos pasan cosas semejantes, aunque sea en contextos diferentes. Aquí voy.
Resulta que terminar una relación nunca es fácil.
«¿Has descubierto el agua caliente, Dorime?», me preguntarán algunos mientras otros sacudirán la cabeza en plan “está loca”.
Bueno, es que no lo digo por descubrir el agua caliente, sino lo que viene después de eso. Ahí es donde entra la cosa de “situaciones semejantes” y lo del masoquismo. Les dije que no tiene que ver con sexo, si es que venían buscándolo. Ahora verán por qué.
MASOQUISMO:
Según el Diccionario de Definiciones de Oxford, el masoquismo es:
Dicho eso, ¿de qué va entonces? Pues de purgar un poco de demonios por ahí. Vaya, que nos pasan cosas semejantes, aunque sea en contextos diferentes. Aquí voy.
Resulta que terminar una relación nunca es fácil.
«¿Has descubierto el agua caliente, Dorime?», me preguntarán algunos mientras otros sacudirán la cabeza en plan “está loca”.
Bueno, es que no lo digo por descubrir el agua caliente, sino lo que viene después de eso. Ahí es donde entra la cosa de “situaciones semejantes” y lo del masoquismo. Les dije que no tiene que ver con sexo, si es que venían buscándolo. Ahora verán por qué.
MASOQUISMO:
Según el Diccionario de Definiciones de Oxford, el masoquismo es:
- Conducta sexual en la que se obtiene la excitación y la satisfacción sexual a través del propio dolor físico o psíquico, la humillación, la dominación y el sometimiento.
- Disfrute o placer que se experimenta con un pensamiento, situación o hecho desagradable o doloroso.
Pero como dije, aquí no hablaremos de lo primero, sino de lo que puede abarcar lo segundo, aunque circunscrito al tema del rompimiento de la relación de pareja.
Bueno, desde lo personal, les puedo decir que soy masoquista emocional.
«Hola, buenas noches/días/tardes, mi nombre es Dorime. Tengo un problema.»
(Se supone que aquí ustedes dicen: «Hola, Dorime»)
«Mi problema es que me mast…» ok, no, no es eso. Los agarré xD.
En realidad, mi problema son los recuerdos. Recuerdos asociados a una relación que terminó. Luego vienen las cosas mezcladas entre esos recuerdos, la persona que los estelariza, y la actualidad. Porque por mucho que uno lo intenta, cuando aún queda un poco de ese sentimiento de amor (o lo que sea) por la persona con la que tuviste esa conexión única e irrepetible (todos somos diferentes, por eso lo digo), las brasas todavía no se apagan. ¿Qué pasa cuando esa persona ha seguido adelante, sin ti, y por más que lo intentes, es inevitable verle con esa nueva persona? Porque, a ver, uno de los dos no sigue adelante tan rápido como el otro. Vamos, que cuesta lo suyo.
Ahí entra el masoquismo emocional. Ver cosas que sabes que te harán daño, y aún así, las ves porque… ¿por qué? Por qué exactamente, pues yo no lo sé. ¿Lo sabe alguno de ustedes?
Seguro que la psicología tiene sus términos para esto, pero como yo no soy psicóloga, me invento estas teorías al voleo. Así que creo que somos masoquistas emocionales cuando no queremos dejar ir algo por un tiempo prolongado. En esta etapa de encierro, no sé si les pasa a algunos, pero bueno, yo por lo menos vivo bastante en mi cabeza. No tengo necesidad de salir a trabajar gracias a la facilidad del teletrabajo, y bueno, solo me queda el asunto de salir a comprar comida y las colas, de las que padecemos todos, pero está claro que eso no es lo mismo que tener una vida activa donde interactuamos con otras personas. Donde vemos a nuestros amigos, nos reímos, nos echamos unas birras y unas risas, y se pasa el tiempo. Despejamos. Limpiamos el disco duro. Reseteamos.
¿Ahora?
En este encierro que no hay ni cerveza, no se puede salir, y lo que queda son las conexiones digitales. Conexiones que sirven como conducto para facilitar ese masoquismo emocional de “echar un vistazo” a algo que no tienes aún la fuerza de borrar. O bueno, que está en una red social. Quizá es una foto, o un post random de algo, un comentario… Todo apuntando a un tiempo pasado.
Una vez alguien dijo que “todo tiempo pasado fue mejor”. Pero, ¿lo fue? Supongo que es cuestión de perspectivas. Sí, vaya, lo fue cuando estuvimos juntos. La separación no es precisamente el momento adecuado para decir “mejor”, solo que ese también quedará atrás… sometime in the future.
Entonces, ¿por qué nos martillamos la cabeza —y el alma— stalkeando la página de una persona con la que tuvimos algo? Escudriñando centímetros digitales que nos sabemos al dedillo, pero bueno, pensamos que encontraremos algo ahí.
Umm… noticias de última hora: No hay nada nuevo.
Al menos no algo que te concierna. Porque ese ciclo ya cerró.
«Uyyy, qué pesimista te me has puesto, Dorime» (ese es mi otro yo, el que empezó este escrito xD).
Pues no es pesimismo. Es una carga de ladrillos que te cae encima, vaya. Una carga que es la realidad, y no es sano llevarla. Cerrar ciclos es lo más normal del mundo. Es como debería funcionar todo. Solo que algunos lo sobrellevamos mucho mejor que otros.
Lo del masoquismo emocional, bueno, ya ven lo que dice la segunda acepción, que es placer que recibimos. Yo particularmente no recibo ninguno (la parte de dolor sí), pero sí pienso en ello como cuando te ponen una vacuna, que no es más que la inoculación de lo mismo contra lo que te están vacunando para que crees anticuerpos. Llámenme loca (lo estoy, según me han dicho por ahí ¬_¬), pero es como enfrentarse a lo mismo para que no te haga daño. Es verlo una y otra vez para crear resistencia. Mecanismos de autodefensa donde los haya, que seguro que no todos lidiamos igual con las cosas.
Entonces, mis queridos Alterigueños, ¿son masoquistas emocionales o son de los que cortan por lo sano y se olvidan de las cosas con facilidad?
Compartan sus experiencias.
Bueno, desde lo personal, les puedo decir que soy masoquista emocional.
«Hola, buenas noches/días/tardes, mi nombre es Dorime. Tengo un problema.»
(Se supone que aquí ustedes dicen: «Hola, Dorime»)
«Mi problema es que me mast…» ok, no, no es eso. Los agarré xD.
En realidad, mi problema son los recuerdos. Recuerdos asociados a una relación que terminó. Luego vienen las cosas mezcladas entre esos recuerdos, la persona que los estelariza, y la actualidad. Porque por mucho que uno lo intenta, cuando aún queda un poco de ese sentimiento de amor (o lo que sea) por la persona con la que tuviste esa conexión única e irrepetible (todos somos diferentes, por eso lo digo), las brasas todavía no se apagan. ¿Qué pasa cuando esa persona ha seguido adelante, sin ti, y por más que lo intentes, es inevitable verle con esa nueva persona? Porque, a ver, uno de los dos no sigue adelante tan rápido como el otro. Vamos, que cuesta lo suyo.
Ahí entra el masoquismo emocional. Ver cosas que sabes que te harán daño, y aún así, las ves porque… ¿por qué? Por qué exactamente, pues yo no lo sé. ¿Lo sabe alguno de ustedes?
Seguro que la psicología tiene sus términos para esto, pero como yo no soy psicóloga, me invento estas teorías al voleo. Así que creo que somos masoquistas emocionales cuando no queremos dejar ir algo por un tiempo prolongado. En esta etapa de encierro, no sé si les pasa a algunos, pero bueno, yo por lo menos vivo bastante en mi cabeza. No tengo necesidad de salir a trabajar gracias a la facilidad del teletrabajo, y bueno, solo me queda el asunto de salir a comprar comida y las colas, de las que padecemos todos, pero está claro que eso no es lo mismo que tener una vida activa donde interactuamos con otras personas. Donde vemos a nuestros amigos, nos reímos, nos echamos unas birras y unas risas, y se pasa el tiempo. Despejamos. Limpiamos el disco duro. Reseteamos.
¿Ahora?
En este encierro que no hay ni cerveza, no se puede salir, y lo que queda son las conexiones digitales. Conexiones que sirven como conducto para facilitar ese masoquismo emocional de “echar un vistazo” a algo que no tienes aún la fuerza de borrar. O bueno, que está en una red social. Quizá es una foto, o un post random de algo, un comentario… Todo apuntando a un tiempo pasado.
Una vez alguien dijo que “todo tiempo pasado fue mejor”. Pero, ¿lo fue? Supongo que es cuestión de perspectivas. Sí, vaya, lo fue cuando estuvimos juntos. La separación no es precisamente el momento adecuado para decir “mejor”, solo que ese también quedará atrás… sometime in the future.
Entonces, ¿por qué nos martillamos la cabeza —y el alma— stalkeando la página de una persona con la que tuvimos algo? Escudriñando centímetros digitales que nos sabemos al dedillo, pero bueno, pensamos que encontraremos algo ahí.
Umm… noticias de última hora: No hay nada nuevo.
Al menos no algo que te concierna. Porque ese ciclo ya cerró.
«Uyyy, qué pesimista te me has puesto, Dorime» (ese es mi otro yo, el que empezó este escrito xD).
Pues no es pesimismo. Es una carga de ladrillos que te cae encima, vaya. Una carga que es la realidad, y no es sano llevarla. Cerrar ciclos es lo más normal del mundo. Es como debería funcionar todo. Solo que algunos lo sobrellevamos mucho mejor que otros.
Lo del masoquismo emocional, bueno, ya ven lo que dice la segunda acepción, que es placer que recibimos. Yo particularmente no recibo ninguno (la parte de dolor sí), pero sí pienso en ello como cuando te ponen una vacuna, que no es más que la inoculación de lo mismo contra lo que te están vacunando para que crees anticuerpos. Llámenme loca (lo estoy, según me han dicho por ahí ¬_¬), pero es como enfrentarse a lo mismo para que no te haga daño. Es verlo una y otra vez para crear resistencia. Mecanismos de autodefensa donde los haya, que seguro que no todos lidiamos igual con las cosas.
Entonces, mis queridos Alterigueños, ¿son masoquistas emocionales o son de los que cortan por lo sano y se olvidan de las cosas con facilidad?
Compartan sus experiencias.