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Se cuenta que tiempo atrás, por los vertientes de la Barroca, se reunían las brujas para cantar y bailar. En una de estas reuniones en plena noche, un jorobado descubrió el encuentro de las brujas que estaban cantando: "lunes, martes, miércoles...", y entonces él, bien animado, se incorporó cantando también: "...jueves, viernes, sábado..." Descubierto por las brujas, el jorobado afortunadamente no sufrió ningún daño, al contrario, recibió el favor de las brujas que, agradecidas por haberles enseñado tres días más de la semana, lo libraron para siempre más de su joroba. Dicho y hecho, el jorobado se convirtió en un hombre nuevo. En su camino de retorno a casa se encontró con un amigo que, boquiabierto por su encuentro con las brujas, decidió poner a prueba su suerte y emprendió el camino hacia la Barroca para mirar de conseguir también algún favor de las brujas. Cuando llegó al lugar sintió, tal y como le había explicado el jorobado, la canción de las brujas. Cuando éstas llegaron al sábado, el hombre chilló con voz alta y potente: ... y domingo! Poco afortunado y atrevido había estado aquel hombre..., que no sabía que las brujas odiaban el domingo porque era el día del señor. Una de ellas, bien enfadada, cogió la joroba del jorobado que todavía estaba en el suelo, y se la puso en el pecho. Para siempre más, el hombre tuvo que llevar aquella joroba por delante.