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Como diría el gran Pánfilo, "¡No hay mal que por bien no venga!" Pero, ¿quién lo diría? En estos tiempos de penurias alimenticias en Cuba, donde la harina de trigo es tan escasa como un conejo en un refugio de leones, el icónico personaje de la televisión cubana se ve obligado a enfrentar una terrible realidad: el nuevo pan de 60 gramos. ¡Ay, qué tristeza!
Imaginemos a Pánfilo, sentado en su sofá desgastado, con su mirada perdida en la distancia mientras la noticia le atraviesa el corazón como un cuchillo: el pan de la canasta familiar normada, esa deliciosa joya que antes pesaba 80 gramos, ahora se siente más ligero que una pluma. "¡Esto ya es demasiado, mi hijo!", exclamará Pánfilo, poniendo su mano en la frente como si de un gran dolor se tratara. "¿60 gramos? ¡Eso es pan para un ratón!"
La directora del Minal, al parecer, también tiene su dosis de humor. "No se preocupen", dice, "la calidad del pan no se verá afectada". Claro, porque cuando el pan pesa menos, ¡se supone que sabe mejor! Tal vez los panaderos estén debatiendo en las noches: "¿Cómo lo hacemos para que la gente no sienta el peso de lo que no lleva?". Pánfilo, en su sabiduría acumulada, podría sugerirles que le pongan un poco de aire, ¡o mejor, el gran secreto de la cocina cubana: una buena ración de sazón!
Y mientras nuestras autoridades buscan soluciones en el laberinto de la logística y la escasez, Pánfilo no puede evitar preguntarse: “¿Qué tipo de magia harán ahora para asegurar que el pan llegue a nuestros hogares?”. Me imagino a Pánfilo siguiendo de cerca la noticia, planeando con su grupo de amigos en el barrio cómo "hackear" el sistema del pan: "Si nos reunimos todos en la panadería, quizás nos den un pan extra por la unidad del barrio".
Pero la situación se torna seria. La triste realidad del bloqueo económico, dijo Maydel Linares, es la razón por la que el pan llega más ligth. “Mira Pánfilo”, le dirían sus vecinos, “en otras partes del mundo la gente se preocupa por los gráficos de la bolsa, aquí nos preocupamos por cómo conseguir medio pan y medio paquete de galletas". Y allí va Pánfilo, ladrando como un perro al cartero, pero su queja es sobre el estado de su pan.
El ingenio del cubano no tiene límites, y aunque la situación parece desalentadora, siempre hay un rayo de esperanza. En tiempos difíciles, la creatividad florece; las micro, pequeñas y medianas empresas están en la lista de opciones del Estado. Una cooperativa local podría venir al rescate, y Pánfilo podría encontrar la manera de que su vecino Chacon, que siempre tiene un pan de más, se convierta en su nuevo mejor amigo.
La vida en Cuba puede ser dura, pero ni siquiera la disminución del pan podrá quitarle la risa a Pánfilo. Durante la próxima crisis, se sentará en su sofá, mirará hacia el horizonte y dirá: "¡Ya lo decía mi abuela, hay que alimentarse del humor!". Después de todo, el pan puede ser más ligero, pero el espíritu cubano permanece tan fuerte como siempre, ¡al menos hasta la próxima reducción de gramos!
Así que, amigos, sigamos apoyando a Pánfilo en su odisea de supervivencia a 60 gramos. Y como él diría, “al final, lo que importa es que siempre haya algo para untarle al corazón". ¡Que no falte el pan, aunque sea menos y más ligero!
Imaginemos a Pánfilo, sentado en su sofá desgastado, con su mirada perdida en la distancia mientras la noticia le atraviesa el corazón como un cuchillo: el pan de la canasta familiar normada, esa deliciosa joya que antes pesaba 80 gramos, ahora se siente más ligero que una pluma. "¡Esto ya es demasiado, mi hijo!", exclamará Pánfilo, poniendo su mano en la frente como si de un gran dolor se tratara. "¿60 gramos? ¡Eso es pan para un ratón!"
La directora del Minal, al parecer, también tiene su dosis de humor. "No se preocupen", dice, "la calidad del pan no se verá afectada". Claro, porque cuando el pan pesa menos, ¡se supone que sabe mejor! Tal vez los panaderos estén debatiendo en las noches: "¿Cómo lo hacemos para que la gente no sienta el peso de lo que no lleva?". Pánfilo, en su sabiduría acumulada, podría sugerirles que le pongan un poco de aire, ¡o mejor, el gran secreto de la cocina cubana: una buena ración de sazón!
Y mientras nuestras autoridades buscan soluciones en el laberinto de la logística y la escasez, Pánfilo no puede evitar preguntarse: “¿Qué tipo de magia harán ahora para asegurar que el pan llegue a nuestros hogares?”. Me imagino a Pánfilo siguiendo de cerca la noticia, planeando con su grupo de amigos en el barrio cómo "hackear" el sistema del pan: "Si nos reunimos todos en la panadería, quizás nos den un pan extra por la unidad del barrio".
Pero la situación se torna seria. La triste realidad del bloqueo económico, dijo Maydel Linares, es la razón por la que el pan llega más ligth. “Mira Pánfilo”, le dirían sus vecinos, “en otras partes del mundo la gente se preocupa por los gráficos de la bolsa, aquí nos preocupamos por cómo conseguir medio pan y medio paquete de galletas". Y allí va Pánfilo, ladrando como un perro al cartero, pero su queja es sobre el estado de su pan.
El ingenio del cubano no tiene límites, y aunque la situación parece desalentadora, siempre hay un rayo de esperanza. En tiempos difíciles, la creatividad florece; las micro, pequeñas y medianas empresas están en la lista de opciones del Estado. Una cooperativa local podría venir al rescate, y Pánfilo podría encontrar la manera de que su vecino Chacon, que siempre tiene un pan de más, se convierta en su nuevo mejor amigo.
La vida en Cuba puede ser dura, pero ni siquiera la disminución del pan podrá quitarle la risa a Pánfilo. Durante la próxima crisis, se sentará en su sofá, mirará hacia el horizonte y dirá: "¡Ya lo decía mi abuela, hay que alimentarse del humor!". Después de todo, el pan puede ser más ligero, pero el espíritu cubano permanece tan fuerte como siempre, ¡al menos hasta la próxima reducción de gramos!
Así que, amigos, sigamos apoyando a Pánfilo en su odisea de supervivencia a 60 gramos. Y como él diría, “al final, lo que importa es que siempre haya algo para untarle al corazón". ¡Que no falte el pan, aunque sea menos y más ligero!