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La soledad es como el vino: unas copas pueden ser gustosas y entonar grandes momentos, pero demasiada de ella puede hacernos perder la cabeza y sumergirnos en un trance muy poco gustoso. Hoy estamos prácticamente todo el tiempo conectados ¿Pero eso significa que estemos acompañados o siquiera estemos en contacto? En el pasado la soledad era algo de difícil acceso, los humanos dependían mucho unos de otros algunos pocos eran los que lograban aislarse realmente con fines contemplativos, filosóficos y/o políticos, pues normalmente, el exilio y la soledad eran de los peores castigos. Pero lentamente apareció más y más tecnología cubriendo tareas y necesidades varias cosas que hoy son vistas como algo muy simple, como una lavadora, que le ahorra a las personas cientos de horas por año. Un teléfono puede ahorrar incluso más tiempo al hacer posible comunicaciones que de otro modo como hace siglos hubieran tardado meses en darse. Muchas cosas ocurrieron en estas décadas, pero en resumen y para no aburrir, la tecnología fue creando la posibilidad de estar en verdad solo y no perecer en el intento, incluso llegando a estar un tanto cómodo. Estamos en un momento en que con el dinero o las circunstancias adecuadas uno puede vivir solo y sin necesidad de depender de otros. Sin necesidad de cooperar o de negociar, sin necesidad de compromisos o relaciones. Estamos hablando estrictamente de la supervivencia claro está.
Esto no fue ningún secreto ni mucho menos algo que haya ocurrido por error. La humanidad se centró por décadas en crear individuos más individuales e independientes entre sí. Las redes sociales más que crear la soledad actual sólo han otorgado nuevos modos para intensificarla e incluso más allá, disfrazarla y hacerla pasar como el mejor estado social posible y es que aunque varios estudios han mostrado que los usuarios más al tanto de sus redes se sienten más solos, no está claro si la gente se siente sola y por eso acude a las redes, o si las redes son las impulsoras de su sensación de soledad, sea como sea las redes sociales están en casi todos lados e inundan nuestras vidas por lo cual nos influyen.
Así que vamos al grano, las redes sociales nos incentivan a querer ser y a comportarnos como mini famosos en búsqueda de atención y de crecimiento, en números más que en calidad, esto es muy notorio en Facebook, donde alguien llega a tener 600 amigos (mi cifra actualmente), recalcó ese abaratamiento de la palabra amigo, que poco o nada de amigo tienen, más bien son contactos con los que más que relaciones hay interacciones, puesto que el esquema de muchas redes sociales es meramente la conectividad y no la creación de relaciones entre personas, la conectividad se da entre perfiles y no entre personas. Un perfil normalmente es una construcción planeada con aquella foto donde uno sale tal como quiere y no con aquella foto que nos muestra más bien como somos, con opiniones que no necesariamente son las nuestras. Imágenes y muchas más cosas filtradas por el tipo de imagen que uno quiere dar, donde los usuarios más experimentados suelen usar sus redes solo como dispensadores de memes y entretenimiento, es decir: ya no esperan generar algún tipo de contacto social.
¿Entonces queda recordar tiempos pasados donde los niños juegan a la pelota en la calle o algo así? Recordar es bello, sí, pero se vuelve un lastre cuando se usa como escape de la realidad, es necesario pensar en el presente y entender que el asunto encuentra sus posibles soluciones en el mismo fenómeno. Se trata de hablar de compromiso y de las relaciones como algo que se da y se hace entre personas, en vez de pensar que son las redes sociales las que nos relacionan. Hay que pensar que solo nos conectan, al final y nosotros las personas y no los perfiles somos quienes nos relacionamos. Hoy existen: WhatsApp y Telegram lugares donde se puede hablar y relacionarse mejor lejos de la fiebre de los mini famosos y la obsesión por los números y claro, por si fuera poco, también está la vida real.
Se dice fácil esto de generar relaciones reales con otros seres humanos, pero en realidad es muy complejo, pero ese es el punto, los seres humanos somos complejos. Siempre será un error tratar de disminuirnos a meras interacciones y a meros números, porque aquello será simplemente disminuir toda la riqueza de nuestras relaciones, porque aquello será disminuir una parte importante de la riqueza de la condición humana.
Esto no fue ningún secreto ni mucho menos algo que haya ocurrido por error. La humanidad se centró por décadas en crear individuos más individuales e independientes entre sí. Las redes sociales más que crear la soledad actual sólo han otorgado nuevos modos para intensificarla e incluso más allá, disfrazarla y hacerla pasar como el mejor estado social posible y es que aunque varios estudios han mostrado que los usuarios más al tanto de sus redes se sienten más solos, no está claro si la gente se siente sola y por eso acude a las redes, o si las redes son las impulsoras de su sensación de soledad, sea como sea las redes sociales están en casi todos lados e inundan nuestras vidas por lo cual nos influyen.
Así que vamos al grano, las redes sociales nos incentivan a querer ser y a comportarnos como mini famosos en búsqueda de atención y de crecimiento, en números más que en calidad, esto es muy notorio en Facebook, donde alguien llega a tener 600 amigos (mi cifra actualmente), recalcó ese abaratamiento de la palabra amigo, que poco o nada de amigo tienen, más bien son contactos con los que más que relaciones hay interacciones, puesto que el esquema de muchas redes sociales es meramente la conectividad y no la creación de relaciones entre personas, la conectividad se da entre perfiles y no entre personas. Un perfil normalmente es una construcción planeada con aquella foto donde uno sale tal como quiere y no con aquella foto que nos muestra más bien como somos, con opiniones que no necesariamente son las nuestras. Imágenes y muchas más cosas filtradas por el tipo de imagen que uno quiere dar, donde los usuarios más experimentados suelen usar sus redes solo como dispensadores de memes y entretenimiento, es decir: ya no esperan generar algún tipo de contacto social.
¿Entonces queda recordar tiempos pasados donde los niños juegan a la pelota en la calle o algo así? Recordar es bello, sí, pero se vuelve un lastre cuando se usa como escape de la realidad, es necesario pensar en el presente y entender que el asunto encuentra sus posibles soluciones en el mismo fenómeno. Se trata de hablar de compromiso y de las relaciones como algo que se da y se hace entre personas, en vez de pensar que son las redes sociales las que nos relacionan. Hay que pensar que solo nos conectan, al final y nosotros las personas y no los perfiles somos quienes nos relacionamos. Hoy existen: WhatsApp y Telegram lugares donde se puede hablar y relacionarse mejor lejos de la fiebre de los mini famosos y la obsesión por los números y claro, por si fuera poco, también está la vida real.
Se dice fácil esto de generar relaciones reales con otros seres humanos, pero en realidad es muy complejo, pero ese es el punto, los seres humanos somos complejos. Siempre será un error tratar de disminuirnos a meras interacciones y a meros números, porque aquello será simplemente disminuir toda la riqueza de nuestras relaciones, porque aquello será disminuir una parte importante de la riqueza de la condición humana.