Dry Lavender
Nivel 3
- 167
- 478
Visualicen esta imagen: Vietnam, una niña desnuda corre por una carretera, con la cara desencajada por el llanto y los brazos abiertos. Corre hacia un fotógrafo que plasmó aquella imagen el 8 de junio de 1972. Aquel gráfico cambió con su foto la percepción de la lucha en Vietnam, porque por vez primera se veía el verdadero horror de la guerra. Ni soldados disparando ni aviones bombardeando. Una niña desnuda y aterrorizada dijo mucho más. Después de tomar la imagen, el fotógrafo colgó su cámara del cuello, agarró a la niña e inició una carrera desenfrenada hacia el hospital.
Aquella niña tenía nueve años, se llamaba Kim Phuc y vivía en una aldea de Vietnam del Norte. El 8 de junio, un responsable militar estadounidense coordinó el ataque que debían llevar a cabo aviones survietnamitas, y el plan incluyó el bombardeo de la aldea de la niña porque por allí pasaba una estratégica carretera que era la principal ruta de aprovisionamiento del enemigo. Pero no se lanzaron bombas convencionales, se lanzó napalm, una sustancia química cuatro veces más tóxica de lo que se dijo entonces. Pero, sobre todo, era muy difícil de apagar y causaba inimaginables sufrimientos. La niña de Vietnam ardió, pero echó a correr mientras sus ropas se iban consumiendo. Quedó desnuda, pero siguió corriendo. Su piel ardía, pero siguió corriendo. Hasta que se dio de bruces con el fotógrafo.
En el hospital no dieron ni un duro por su vida, porque la niña llevaba quemado el 65 por ciento de su cuerpo, pero el fotógrafo les convenció para que lo intentaran. El segundo problema fue distribuir la foto, porque no estaba bien visto mostrar un desnudo frontal y menos de una niña. Todos los periódicos del mundo la publicaron. Era la imagen del horror y había que verla. El fotógrafo de la agencia Associated Press recibió el Premio Pulitzer, y aquella niña de nueve años hoy es una mujer que ya disfruta de la cuarentena. Vive en Canadá con todo su cuerpo marcado por el fuego y hoy vuelca todos sus esfuerzos desde la UNESCO en ayudar a los niños víctimas de la guerra.
Aquella niña tenía nueve años, se llamaba Kim Phuc y vivía en una aldea de Vietnam del Norte. El 8 de junio, un responsable militar estadounidense coordinó el ataque que debían llevar a cabo aviones survietnamitas, y el plan incluyó el bombardeo de la aldea de la niña porque por allí pasaba una estratégica carretera que era la principal ruta de aprovisionamiento del enemigo. Pero no se lanzaron bombas convencionales, se lanzó napalm, una sustancia química cuatro veces más tóxica de lo que se dijo entonces. Pero, sobre todo, era muy difícil de apagar y causaba inimaginables sufrimientos. La niña de Vietnam ardió, pero echó a correr mientras sus ropas se iban consumiendo. Quedó desnuda, pero siguió corriendo. Su piel ardía, pero siguió corriendo. Hasta que se dio de bruces con el fotógrafo.
En el hospital no dieron ni un duro por su vida, porque la niña llevaba quemado el 65 por ciento de su cuerpo, pero el fotógrafo les convenció para que lo intentaran. El segundo problema fue distribuir la foto, porque no estaba bien visto mostrar un desnudo frontal y menos de una niña. Todos los periódicos del mundo la publicaron. Era la imagen del horror y había que verla. El fotógrafo de la agencia Associated Press recibió el Premio Pulitzer, y aquella niña de nueve años hoy es una mujer que ya disfruta de la cuarentena. Vive en Canadá con todo su cuerpo marcado por el fuego y hoy vuelca todos sus esfuerzos desde la UNESCO en ayudar a los niños víctimas de la guerra.