Dark Angel
Nivel 1
- 17
- 19
Ella ya no era la misma, estaba cada día más callada, más distraída.
Ni siquiera parecía la misma chica que conocí, que soñaba alto, amistosa siempre, ¡amaba hablar de cualquier cosa y aún ponía fuego en nuestra cama!
Ahora, sólo besos fríos nos unían entre llegadas y partidos.
Mis amigos me aconsejaron; "mujer muy quieta tiene otro”, es mejor que le des un pie en su trasero...
¡Pero en el fondo sabía que no, en el fondo sentía que no!
Así que un día llegué más temprano a su casa (hacía un buen tiempo que no lo hacía) le llevé unos dulces, la hamburguesa que más le gustaba y la esperé llegar.
Ella llegó, y cuando me vio dio una sonrisa diferente, de aquellos de nuestro comienzo.
Me abrazó y se fue a bañar. Cuando ella volvió yo había preparado una cuenca con agua tibia y unas cremas, dije que sus pies eran todos míos.
Hice un masaje sin mucha técnica, pero con toda disposición. Y ella sonríe, pero ligera, ¡más viva! Tomé los dulces de la bolsa y se los entregué, puse la serie que ella siempre pedía que la viéramos juntos y nunca había aceptado.
Ella se durmió en mi regazo, así que, sin despertar, la recogí en el regazo, la llevé a su cama, y la cubrí. Fui a casa, y dentro de mí había un sentimiento del tamaño del mundo, parecía que había sido uno de nuestros mejores días, o el mejor. Incluso sin sexo, incluso sin esa huella. Pero con todo cuidado, amor, cariño... Al día siguiente se despertó y me envió un audio, dijo que iría a mi casa, para seguir viendo esa serie (que confieso que me gustó).
Y así fue... Después de un tiempo ella me contó que estaba con cuadro de depresión y estrés y que no tenía fuerzas para decirme.
Que se culpaba por estar distantes, que no sabía qué hacer y que hasta pensó en dejarme porque me merecía a alguien mejor. Pero que ese día, el masaje, el cariño lo cambiaron todo.
Y entendí que lo que mantiene una relación no es la intensidad, y la continuidad...
Día tras día, despertar y agradecer por tener a quien amas.
Ni siquiera parecía la misma chica que conocí, que soñaba alto, amistosa siempre, ¡amaba hablar de cualquier cosa y aún ponía fuego en nuestra cama!
Ahora, sólo besos fríos nos unían entre llegadas y partidos.
Mis amigos me aconsejaron; "mujer muy quieta tiene otro”, es mejor que le des un pie en su trasero...
¡Pero en el fondo sabía que no, en el fondo sentía que no!
Así que un día llegué más temprano a su casa (hacía un buen tiempo que no lo hacía) le llevé unos dulces, la hamburguesa que más le gustaba y la esperé llegar.
Ella llegó, y cuando me vio dio una sonrisa diferente, de aquellos de nuestro comienzo.
Me abrazó y se fue a bañar. Cuando ella volvió yo había preparado una cuenca con agua tibia y unas cremas, dije que sus pies eran todos míos.
Hice un masaje sin mucha técnica, pero con toda disposición. Y ella sonríe, pero ligera, ¡más viva! Tomé los dulces de la bolsa y se los entregué, puse la serie que ella siempre pedía que la viéramos juntos y nunca había aceptado.
Ella se durmió en mi regazo, así que, sin despertar, la recogí en el regazo, la llevé a su cama, y la cubrí. Fui a casa, y dentro de mí había un sentimiento del tamaño del mundo, parecía que había sido uno de nuestros mejores días, o el mejor. Incluso sin sexo, incluso sin esa huella. Pero con todo cuidado, amor, cariño... Al día siguiente se despertó y me envió un audio, dijo que iría a mi casa, para seguir viendo esa serie (que confieso que me gustó).
Y así fue... Después de un tiempo ella me contó que estaba con cuadro de depresión y estrés y que no tenía fuerzas para decirme.
Que se culpaba por estar distantes, que no sabía qué hacer y que hasta pensó en dejarme porque me merecía a alguien mejor. Pero que ese día, el masaje, el cariño lo cambiaron todo.
Y entendí que lo que mantiene una relación no es la intensidad, y la continuidad...
Día tras día, despertar y agradecer por tener a quien amas.