Probablemente han escuchado la frase de “la curiosidad mató al gato”, pero, ¿saben de dónde sale? Pues leyendo en Internet sobre el tema, resulta que es una frase del argot popular inglés del siglo XVI. La frase en inglés es “curiosity killed the cat”, pero la original era “care kills a cat”. El significado textual viene siendo “la cautela mató al gato”, y se relaciona con la medicina, puesto que una preocupación excesiva, más allá de ayudar, se convierte en algo perjudicial para la salud de las personas, pudiendo incluso llegar a la muerte. Los gatos son usados como ejemplo puesto que son animales en extremo cautelosos, a los que les gusta solventar sus dudas por sí mismos (si lo dudan, fíjense en cualquier felino que seguro tienen por el barrio, y se darán cuenta de lo escurridizos y desconfiados que son).
Ahora bien, traducido esto a un contexto humano, según un estudio publicado en 2001 en el Annual Positive Psychology Summit, se reveló que las personas cuya curiosidad rebasaba lo normal, experimentaban grandes niveles de satisfacción en la vida, así como experiencias interpersonales más positivas. Por el contrario, quienes presentaban un nivel más bajo de curiosidad, obtenían mayor placer en actividades un poco más comunes como la comida y el sexo.
Sin embargo, llega un momento en que la curiosidad nos puede, y deseamos tanto saber sobre algo, que recurrimos a métodos extremos para ello. Estoy pensando, por ejemplo, cuando conocemos a una persona. Nos gusta y nos interesa, pero la desesperación resulta en querer saber más y más de ella.
¿Has sentido alguna vez necesidad extrema de conocer TODO sobre algo o alguien en particular? ¿Qué has hecho para resolver eso sin ponerte la soga al cuello? ¿Tienes alma gatuna?
Ahora bien, traducido esto a un contexto humano, según un estudio publicado en 2001 en el Annual Positive Psychology Summit, se reveló que las personas cuya curiosidad rebasaba lo normal, experimentaban grandes niveles de satisfacción en la vida, así como experiencias interpersonales más positivas. Por el contrario, quienes presentaban un nivel más bajo de curiosidad, obtenían mayor placer en actividades un poco más comunes como la comida y el sexo.
Sin embargo, llega un momento en que la curiosidad nos puede, y deseamos tanto saber sobre algo, que recurrimos a métodos extremos para ello. Estoy pensando, por ejemplo, cuando conocemos a una persona. Nos gusta y nos interesa, pero la desesperación resulta en querer saber más y más de ella.
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