Bueno ellos terminaron en 1952 y los que menciono aquí unos años después: ME EMBULLASTE SOCIO.
Para 1970 en Cuba se comienza un plan de formación de profesionales, tanto dentro como fuera del país (Francia y la URSS, fundamentalmente).
Una computadora inglesa, la Elliot 803-B, catalogada como de segunda generación, debido a que su electrónica se basaba en transistores y tubos. En su programación se utilizaba un código propio, un lenguaje nemotécnico ensamblador, propio de la época. (. La Universidad de La Habana se responsabilizó con ella.)
En esa época, en años no precisados, pues no hay información abierta sobre ello, y no he localizado a ninguna persona que pueda dar detalles, llegaron también dos computadoras Minsk, de fabricación soviética, destinadas a usos militares y de seguridad. Se trabajaron en un ámbito tan reducido y protegido, que apenas se puede encontrar a personas que las recuerden y que puedan hablar de ellas.
En 1968 se adquieren dos computadoras francesas SEA-4000, de segunda generación (de la firma CII), para destinarlas al procesamiento de la información del censo de población y viviendas de 1970.
Siguiendo el modelo francés de desarrollo informático, incluso en los nombres de las instituciones, se crea por entonces el llamado Plan Cálculo, una institución adscrita a la Junta Central de Planificación (JUCEPLAN), con la misión de dirigir, organizar, controlar y regular la introducción de computadoras, software y técnica de cómputo en general en el país. Se le subordinan, además, los talleres de reparación y mantenimiento existentes, la fábrica de tarjetas y formas continuas y de otros insumos.
Las posibilidades de compra de equipos en Francia permitió al estado adquirir varias computadoras de la firma CII, serie Iris, de la tercera generación, pues su electrónica fundamental se basaba en circuitos integrados, sus medios de almacenamiento eran los discos y las bandas magnéticas y su software disponible incorporaba ya superlenguajes como el FORTRAN y el COBOL, además de contar con excelentes (para la época) bibliotecas de programas en ambos lenguajes.
Algunos de esos equipos se llegaron a instalar entre el 1969 y el 1970, pero se comenzaron a utilizar con cierta regularidad en la etapa siguiente, por lo que sus detalles los comentaré a continuación.
En resumen, en esta etapa no se puede mencionar otro elemento destacado que el comienzo de los primeros pasos experimentales sobre la informática y el reconocimiento de su necesidad para dirigir el país y sus instituciones.
Uno de los equipos construidos en Cuba fue la CID 201-A,
[1] minicomputadora con una memoria de núcleos de ferrita y una capacidad de 4 kilopalabras, con una “palabra” de 12 bits, destinada a problemas de tipo científico,
[2] como la solución de tráfico ferrocarrilero en las zafras, y de la cual se fabricaron algunas pocas docenas. Varias se ubicaron en las universidades. Se programaban en un autocódigo llamado LEAL (de “Lenguaje Algorítmico”), aunque se utilizaron otros como el COMAQ, orientado a la enseñanza. La entrada básica de datos y programas se hacía en una cinta de papel de siete canales, método más infernal aún que las tarjetas perforadas. Quizás las personas que hoy menosprecian a un Pentium III a 500 Mhz. y de 64 Megabytes de memoria, y luchan por cambiarlo por un Pentium IV, no puedan comprender cómo se puede usar un equipo que solo contaba con una memoria de 4096 palabras de doce bits, donde debían almacenarse datos y programas. ¡Pues sí, se usaba, y solucionó muchos problemas!
El siguiente modelo de la familia CID fue la 201-B, equipo con más capacidad de memoria interna (podía llegar hasta 32 K-palabras de 12 bits cada uno), también de núcleos de ferrita, con más velocidad (50,000 sumas por segundo) y un LEAL más desarrollado. En un esfuerzo por dotarla de más posibilidades, se le lograron acoplar lectores/grabadores de cassettes, minibandas magnéticas, minidiscos y un lector de tarjetas perforadas. Los equipos con esa configuración se utilizaron mucho en diferentes entidades, pero presentaron problemas frecuentes de roturas.
Uno de los equipos construidos en Cuba fue la CID 201-A,
[1] minicomputadora con una memoria de núcleos de ferrita y una capacidad de 4 kilopalabras, con una “palabra” de 12 bits, destinada a problemas de tipo científico,
[2] como la solución de tráfico ferrocarrilero en las zafras, y de la cual se fabricaron algunas pocas docenas. Varias se ubicaron en las universidades. Se programaban en un autocódigo llamado LEAL (de “Lenguaje Algorítmico”), aunque se utilizaron otros como el COMAQ, orientado a la enseñanza. La entrada básica de datos y programas se hacía en una cinta de papel de siete canales, método más infernal aún que las tarjetas perforadas. Quizás las personas que hoy menosprecian a un Pentium III a 500 Mhz. y de 64 Megabytes de memoria, y luchan por cambiarlo por un Pentium IV, no puedan comprender cómo se puede usar un equipo que solo contaba con una memoria de 4096 palabras de doce bits, donde debían almacenarse datos y programas. ¡Pues sí, se usaba, y solucionó muchos problemas!
El siguiente modelo de la familia CID fue la 201-B, equipo con más capacidad de memoria interna (podía llegar hasta 32 K-palabras de 12 bits cada uno), también de núcleos de ferrita, con más velocidad (50,000 sumas por segundo) y un LEAL más desarrollado. En un esfuerzo por dotarla de más posibilidades, se le lograron acoplar lectores/grabadores de cassettes, minibandas magnéticas, minidiscos y un lector de tarjetas perforadas. Los equipos con esa configuración se utilizaron mucho en diferentes entidades, pero presentaron problemas frecuentes de roturas.