Mira, en primer lugar, estar en esa posición es muy, muy difícil. Sea quien sea el progenitor que esté cometiendo la infidelidad. Por un lado, el hijo/a se sentirá mal. Es lógico. No es algo que quieres saber de ninguno de tus padres. Pero por otro lado, sientes lealtad hacia el que es víctima de la infidelidad. Todo esto, claro está, asumiendo que exista una buena relación entre el hijo/a y cada progenitor.
Lo otro es saber en qué consiste, exactamente, ese descubrimiento de infidelidad. ¿Las manos en la masa o es sólo una sospecha? Porque lo primero ya es traumático en sí. Lo segundo, bueno, es más subjetivo.
Conozco un caso de primera mano, dos hermanos, que su padre los llevó, muy chiquitos, a conocer a un medio hermano que tenían. La madre de los chicos se enteró 20 años después de que el marido le había puesto los cuernos. Para los muchachos (hoy ya los dos pasan de 30 años) fue muy duro el no poder decirles nada a su madre. Fue tan difícil, que cuando todo explotó hace unos años, el menor de ellos se partió en llanto al poder quitarse ese peso de encima. Pero más por el hecho de que quiere mucho a su madre, y siempre resintió esta situación con su padre.
En el caso de los padres, hay cosas que no le cuentan a los hijos. El nivel de intimidad que tienen es difícil de comprender, y vete a saber, quizá tienen un arreglo, una pareja abierta o algo por el estilo. No parece ser el caso, pero es un ejemplo de que a veces, como hijos, hay cosas que no entendemos (o preferimos no entender).
Si el hijo comprobó que hay infidelidad, lo más probable es que el infiel sepa que lo sabe. Puede que haya un tipo de confrontación, dependiendo de la edad, pero puede que exista una cierta manipulación de este progenitor, convirtiendo al hijo en cómplice.
Cada situación es diferente. No hay un manual que pueda explicar cómo actuar en estos casos, por desgracia. Lo más sano sería sentarse y que todos hablen del asunto. Pero el resultado de eso puede ser peor que una bomba.
