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Historias de terror

CathMn

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Un hombre viajaba de un estado a otro por razones de trabajo, cuando decide quedarse durante el fin de semana en un motel cercano a la carretera.
Al entrar, va hacia la mujer de la recepción y le pide una habitación. La mujer, que se presenta como la dueña del motel, le da la llave de la habitación 200.
Luego de salir a buscar su maleta al auto, el hombre vuelve dentro y sube las escaleras para dirigirse a su habitación.
Al subir ve un pasillo apenas iluminado y cinco puertas. Cuatro de ellas están a ambos lados del pasillo, y la última, que no tenía ningún número, estaba al fondo. El hombre piensa que aquel cuarto del fondo pertenece a la dueña, y se dirige a la suya, cuya puerta estaba a la derecha de la que no tenía números.

Al otro día, sábado, el hombre baja a desayunar. Ve y saluda a los demás huéspedes, pero ninguno le devuelve el saludo, y siguen en lo suyo.
Antes de subir de nuevo, el hombre encuentra a la dueña del motel. Se saludan. El hombre le pregunta, curioso, si es suya la puerta del fondo del pasillo, la que no tenía número. La mujer niega.
—Nadie usa ese cuarto desde hace mucho tiempo — dice la mujer, antes de darse la vuelta e ir tras el mostrador.
El hombre sube, pero antes de ir a su cuarto, va hacia la puerta del fondo, y asegurándose de que no había nadie, mira por el ojo de la cerradura.
A primera vista, el cuarto está dispuesto tal y como el suyo. Excepto la cama, que se hallaba justo en el centro y que tenía el tamaño suficiente para que durmiesen dos personas. Y en esa cama vio sentada a una mujer, que le daba la espalda. La mujer tenía la espalda desnuda y parecía estar vistiéndose. Avergonzado, el hombre iba a retirarse, pero entonces vio claramente la enorme sombra que cubría una parte de la espalda de la mujer. Al principio, ya que la habitación estaba en la semipenumbra, pensó que aquello era un sombra. Ahora, sin embargo, veía un agujero muy negro rodeado por sangre, que caía y se derramaba sobre el colchón.
El hombre baja las escaleras corriendo, buscando a la dueña, pero no la ve por ningún lado. Una vez más, sube y ve por el ojo de la cerradura, decidido a llamar a la policía, pero esta vez no ve a la mujer ni al charco de sangre sobre la cama.
Confundido, lo atribuye al cansancio y se queda en su cuarto hasta la hora de la cena. Entonces tampoco vio a la dueña del motel.

El hombre encuentra a la dueña el domingo en la noche.
—No me dijo por qué se había dejado de usar la habitación del fondo —le dice el hombre.
La mujer le pide al hombre que se dirijan afuera, por discreción, dice.

Hace diez años, unos recién casados pidieron una habitación. La mujer les dio las llaves de aquel cuarto, que en aquel entonces era el número 202.
Los gritos despertaron a los huéspedes, que se acercaron a la puerta con preocupación. Uno de ellos bajó a buscar a la dueña.
Cuando ella llegó con otra llave de la habitación, los gritos habían cesado hacía mucho.
Ella había sido asesinada por él. Él se había matado después.

—Un huésped dijo que la había visto, poco tiempo después —decía la dueña del motel —Con el vestido empapado en su propia sangre, y los ojos rojos. Pobrecito.

El hombre subía a su habitación, poco antes de la medianoche, cuando decidió echar un vistazo al último cuarto. “Un último vistazo”, se dijo.
Cuando miró por el ojo de la cerradura, todo lo que vio del otro lado fue un siniestro color rojo.


Síp, verdaderamente un último vistazo... :')
¿Tienen alguna historia de terror que compartir?
Quiero leerlas ?
 
Esto es una historia de terror corta y sencilla , seguro muchos la han escuchado antes, pero la sencillez que tiene es en mi opinión , lo que la hace tan escalofriante. Aquí va:

Me levanté a media noche con los gritos asustado de mi hija llamándome . Al entrar en la habitación la veo acurrucada y asustada y me dice: "Papá, papá, hay alguien dentro de mi armario" Para tranquilizarla, voy hasta el armario y lo abro y para mi sorpresa veo a mi hija asustada y me dice alarmada "Papá, papá, hay alguien encima de mi cama"
 
Un hombre viajaba de un estado a otro por razones de trabajo, cuando decide quedarse durante el fin de semana en un motel cercano a la carretera.
Al entrar, va hacia la mujer de la recepción y le pide una habitación. La mujer, que se presenta como la dueña del motel, le da la llave de la habitación 200.
Luego de salir a buscar su maleta al auto, el hombre vuelve dentro y sube las escaleras para dirigirse a su habitación.
Al subir ve un pasillo apenas iluminado y cinco puertas. Cuatro de ellas están a ambos lados del pasillo, y la última, que no tenía ningún número, estaba al fondo. El hombre piensa que aquel cuarto del fondo pertenece a la dueña, y se dirige a la suya, cuya puerta estaba a la derecha de la que no tenía números.

Al otro día, sábado, el hombre baja a desayunar. Ve y saluda a los demás huéspedes, pero ninguno le devuelve el saludo, y siguen en lo suyo.
Antes de subir de nuevo, el hombre encuentra a la dueña del motel. Se saludan. El hombre le pregunta, curioso, si es suya la puerta del fondo del pasillo, la que no tenía número. La mujer niega.
—Nadie usa ese cuarto desde hace mucho tiempo — dice la mujer, antes de darse la vuelta e ir tras el mostrador.
El hombre sube, pero antes de ir a su cuarto, va hacia la puerta del fondo, y asegurándose de que no había nadie, mira por el ojo de la cerradura.
A primera vista, el cuarto está dispuesto tal y como el suyo. Excepto la cama, que se hallaba justo en el centro y que tenía el tamaño suficiente para que durmiesen dos personas. Y en esa cama vio sentada a una mujer, que le daba la espalda. La mujer tenía la espalda desnuda y parecía estar vistiéndose. Avergonzado, el hombre iba a retirarse, pero entonces vio claramente la enorme sombra que cubría una parte de la espalda de la mujer. Al principio, ya que la habitación estaba en la semipenumbra, pensó que aquello era un sombra. Ahora, sin embargo, veía un agujero muy negro rodeado por sangre, que caía y se derramaba sobre el colchón.
El hombre baja las escaleras corriendo, buscando a la dueña, pero no la ve por ningún lado. Una vez más, sube y ve por el ojo de la cerradura, decidido a llamar a la policía, pero esta vez no ve a la mujer ni al charco de sangre sobre la cama.
Confundido, lo atribuye al cansancio y se queda en su cuarto hasta la hora de la cena. Entonces tampoco vio a la dueña del motel.

El hombre encuentra a la dueña el domingo en la noche.
—No me dijo por qué se había dejado de usar la habitación del fondo —le dice el hombre.
La mujer le pide al hombre que se dirijan afuera, por discreción, dice.

Hace diez años, unos recién casados pidieron una habitación. La mujer les dio las llaves de aquel cuarto, que en aquel entonces era el número 202.
Los gritos despertaron a los huéspedes, que se acercaron a la puerta con preocupación. Uno de ellos bajó a buscar a la dueña.
Cuando ella llegó con otra llave de la habitación, los gritos habían cesado hacía mucho.
Ella había sido asesinada por él. Él se había matado después.

—Un huésped dijo que la había visto, poco tiempo después —decía la dueña del motel —Con el vestido empapado en su propia sangre, y los ojos rojos. Pobrecito.

El hombre subía a su habitación, poco antes de la medianoche, cuando decidió echar un vistazo al último cuarto. “Un último vistazo”, se dijo.
Cuando miró por el ojo de la cerradura, todo lo que vio del otro lado fue un siniestro color rojo.


Síp, verdaderamente un último vistazo... :')
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Quiero leerlas ?

Yo tuve una app que se llamaba Creepy pasta que traía un montón de historias.
Consiguete La Casa Sin Fin .
Un libro que está bueno también es Bird box
 
Si lo buscas, no encontrarás nada. Las pocas veces que lo encuentres, verás un vídeo de 20 segundos de un hombre mirando fijamente a la cámara, sin emociones, luego sonriendo los últimos dos segundos. El fondo no está definido. Esta es la única parte en línea del vídeo. El vídeo completo dura 2 minutos, y fue removido por YouTube luego de que 153 personas que lo vieron se sacaran los ojos y los enviaran a las oficinas de YouTube en San Bruno. Dichas personas luego se suicidaron, y no se sabe como lograron enviar los paquetes. Y había una inscripción críptica en sus brazos que aún no ha sido descifrada. YouTube periodicamente sube los primeros 20 segundos del vídeo para evitar sospechas, así las personas no buscarán el vídeo real y lo subirán. El vídeo en sí fue visto por un miembro del Staff de YouTube, que comenzó a gritar luego de 45 segundos. Este hombre está bajo sedado todo el tiempo, y es incapaz de recordar qué vio. Las otras personas que estaban en el mismo cuarto que él, lo vieron y apagaron el vídeo por él, diciendo que solo podían oír el sonido de un taladro. Ninguno se atrevió a mirar la pantalla. Nunca se halló a quien subió el vídeo, y la dirección IP de éste era inexistente. Y el hombre del vídeo jamás fue identificado.
 
El gato negro- Edgar Allan Poe

No espero ni remotamente que se conceda el menor crédito a la extraña, aunque familiar historia que voy a relatar. Sería verdaderamente insensato esperarlo cuando mis mismos sentidos rechazan su propio testimonio. No obstante, yo no estoy loco, y ciertamente no sueño. Pero, por si muero mañana, quiero aliviar hoy mi alma. Me propongo presentar ante el mundo, clara, suscintamente y sin comentarios, una serie de sencillos sucesos domésticos. Por sus consecuencias, estos sucesos me han torturado, me han anonadado. Con todo, sólo trataré de aclararlos. A mí sólo horror me han causado, a muchas personas parecerán tal vez menos terribles que estrambóticos. Quizá más tarde surja una inteligencia que de a mi visión una forma regular y tangible; una inteligencia más serena, más lógica, y, sobre todo, menos excitable que la mía, que no encuentre en las circunstancias que relato con horror más que una sucesión de causas y de efectos naturales.

La docilidad y la humanidad fueron mis características durante mi niñez. Mi ternura de corazón era tan extremada, que atrajo sobre mí las burlas de mis camaradas.

Sentía extraordinaria afición por los animales, y mis parientes me habían permitido poseer una gran variedad de ellos. Pasaba en su compañía casi todo el tiempo y jamás me sentía más feliz que cuando les daba de comer o acariciaba. Esta singularidad de mi carácter aumentó con los años, y cuando llegué a ser un hombre, vino a constituir uno de mis principales placeres. Para los que han profesado afecto a un perro fiel e inteligente, no es preciso que explique la naturaleza o la intensidad de goces que esto puede proporcionar. Hay en el desinteresado amor de un animal, en su abnegación, algo que va derecho al corazón del que ha tenido frecuentes ocasiones de experimentar su humilde amistad, su fidelidad sin límites. Me casé joven, y tuve la suerte de encontrar en mi esposa una disposición semejante a la mía. Observando mi inclinación hacia los animales domésticos, no perdonó ocasión alguna de proporcionarme los de las especies más agradables. Teniamos pájaros, un pez dorado, un perro hermosísimo, conejitos, un pequeño mono y un gato. Este último animal era tan robusto como hermoso, completamente negro y de una sagacidad maravillosa. Respecto a su inteligencia, mi mujer, que en el fondo era bastante supersticiosa, hacía frecuentes alusiones a la antigua creencia popular, que veía brujas disfrazadas en todos los gatos negros. Esto no quiere decir que ella tomase esta preocupación muy en serio, y si lo menciono, es sencillamente porque me viene a la memoria en este momento. Plutón, este era el nombre del gato, era mi favorito, mi camarada. Yo le daba de comer y él me seguía por la casa adondequiera que iba. Esto me tenía tan sin cuidado, que llegué a permititirle que me acompañase por las calles. Nuestra amistad subsistió así muchos años, durante los cuales mi carácter, por obra del demonio de la intemperancia, aunque me avergüence de confesarlo, sufrió una alteración radical. Me hice de día en día más taciturno, más irritable, más indiferente a los sentimientos ajenos. Llegué a emplear un lenguaje brutal con mi mujer. Más tarde, hasta la injurié con violencias personales. Mis pobres favoritos, naturalmente, sufrieron también el cambio de mi carácter. No solamente los abandonaba, sino que llegué a maltratarlos. El afecto que a Plutón todavía conservaba me impedía pegarle, así como no me daba escrúpulo de maltratar a los conejos, al mono y aun al perro, cuando por acaso o por cariño se atravesaban en mi camino. Mi enfermedad me invadía cada vez más, pues ¿qué enfermedad es comparable al alcohol?, y, con el tiempo, hasta el mismo Plutón, que mientras tanto envejecía y naturalmente se iba haciendo un poco desapacible, empezó a sufrir las consecuencias de mi mal humor.

Una noche que entré en casa completamente borracho, me pareció que el gato evitaba mi vista. Lo agarré, pero, espantado de mi violencia, me hizo en una mano con sus dientes una herida muy leve. Mi alma pareció que abandonaba mi cuerpo, y una rabia más que diabólica, saturada de ginebra, penetró en cada fibra de mi ser. Saqué del bolsillo del chaleco un cortaplumas, lo abrí, agarré al pobre animal por la garganta y deliberadamente le hice saltar un ojo de su órbita. Me avergüenzo, me consumo, me estremezco al escribir esta abominable atrocidad.

Por la mañana, al recuperar la razón, cuando se hubieron disipado los vapores de mi crápula nocturna, experimenté una sensacion mitad horror mitad remordimiento, por el crimen que había cometido; pero fue sólo un débil e inestable pensamiento, y el alma no sufrió las heridas.

Persistí en mis excesos, y bien pronto ahogué en vino todo recuerdo de mi criminal acción.

El gato sanó lentamente. La órbita del ojo perdido presentaba, en verdad, un aspecto horroroso, pero en adelante no pareció sufrir. Iba y venía por la casa, según su costumbre; pero huía de mí con indecible horror.

Aún me quedaba lo bastante de mi benevolencia anterior para sentirme afligido por esta antipatía evidente de parte de un ser que tanto me había amado. Pero a este sentimiento bien pronto sucedió la irritación. Y entonces desarrollóse en mí, para mi postrera e irrevocable caída, el espíritu de la perversidad, del que la filosofía no hace mención. Con todo, tan seguro como existe mi alma, yo creo que la perversidad es uno de los primitivos impulsos del corazón humano; una de las facultades o sentimientos elementales que dirigen al carácter del hombre. ¿Quién no se ha sorprendido cien veces cometiendo una acción sucia o vil, por la sola razón de saber que no la debía cometer? ¿No tenemos una perpetua inclinación, no obstante la excelencia de nuestro juicio, a violar lo que es ley, sencillamente porque comprendemos que es ley? Este espíritu de perversidad, repito, causó mi ruina completa. El deseo ardiente, insondable del alma de atormentarse a sí misma, de violentar su propia naturaleza, de hacer el mal por amor al mal, me impulsaba a continuar el Suplicio a que había condenado al inofensivo animal. Una mañana, a completa sangre fría, le puse un nudo corredizo alrededor del cuello y lo colgué de una rama de un árbol; lo ahorqué con los ojos arrasados en lágrimas, experimentando el más amargo remordimiento en el corazón; lo ahorqué porque me constaba que me había amado y porque sentía que no me hubiese dado ningún motivo de cólera; lo ahorqué porque sabía que haciendolo así cometía un pecado, un pecado mortal que comprometía mi alma inmortal, al punto de colocarla, si tal cosa es posible, fuera de la misericordia infinita del Dios misericordioso y terrible.

En la noche que siguió al día en que fue ejecutada esta cruel acción, fuí despertado a los gritos de «¡fuego!» Las cortinas de mi lecho estaban convertidas en llamas. Toda la casa estaba ardiendo. Con gran dificultad escapamos del incendio mi mujer, un criado y yo. La destrucción fue completa. Se aniquiló toda mi fortuna, y entonces me entregué a la desesperación.

No trato de establecer una relación de la causa con el efecto, entre la atrocidad y el desastre: estoy muy por encima de esta debilidad. Sólo doy cuenta de una cadena de hechos, y no quiero que falte ningún eslabón. El día siguiente al incendio visité las ruinas. Los muros se habían desplomado, exceptuando uno solo, y esta única excepción fue un tabique interior poco sólido, situado casi en la mitad de la casa, y contra el cual se apoyaba la cabecera de mi lecho. Dicha pared había escapado en gran parte a la acción del fuego, cosa que yo atribuí a que había sido recientemente renovada. En torno de este muro agrupábase una multitud de gente y muchas personas parecían examinar algo muy particular con minuciosa y viva atención. Las palabras «¡extraño!» «¡singular!» y otras expresiones semejantes excitaron mi curiosidad. Me aproximé y vi, a manera de un bajo relieve esculpido sobre la blanca superficie, la figura de un gato gigantesco. La imagen estaba estampada con una exactitud verdaderamente maravillosa.

Había una cuerda alrededor del cuello del animal. Al momento de ver esta aparición, pues como a tal, en semejante circunstancia, no podía por menos de considerarla, mi asombro y mi temor fueron extraordinarios. Pero, al fin, la reflexión vino en mi ayuda. Recordé entonces que el gato había sido ahorcado en un jardín,contiguo a la casa. A los gritos de alarma, el jardín habría sido inmediatamente invadido por la multitud y el animal debió haber sido descolgado del árbol por alguno y arrojado en mi cuarto a través de una ventana abierta. Esto seguramente, había sido hecho con el fin de despertarme. La caída de los otros muros había aplastado a la víctima de mi crueldad en el yeso recientemente extendido; la cal de este muro, combinada con las llamas y el amoníaco desprendido del cadáver, habrían formado la imagen, tal como yo la veía. Merced a este artificio logré satisfacer muy pronto a mi razón, mas no pude hacerlo tan rápidamente con mi conciencia, por que el suceso sorprendente que acabo de relatar, grabóse en mi imaginación de una manera profunda. Hasta pasados muchos meses no pude desembarazarme del espectro del gato, y durante este período envolvió mi alma un semisentimiento. muy semejante al remordimiento. Llegué hasta llorar la pérdida del animal y a buscar en torno mío, en los tugurios miserables, que tanto frecuentaba habitualmente, otro favorito de la misma especie y de una figura parecida que lo reemplazara.

Ocurrió que una noche que me hallaba sentado, medio aturdido, en una taberna más que infame, fue repentinamente solicitada mi atención hacia un objeto negro que reposaba en lo alto de uno de esos inmensos toneles de ginebra o ron que componían el principal ajuar de la sala. Hacía algunos momentos que miraba a lo alto de este tonel, y lo que mé sorprendía era no haber notado más pronto el objeto colocado encima. Me aproximé, tocándolo con la mano.

Era un enorme gato, tan grande por lo menos como Plutón, e igual a él en todo, menos en una cosa. Plutón no tenía ni un pelo blanco en todo el cuerpo, mientras que éste tenía una salpicadura larga y blanca, de forma indecisa que le cubría casi toda la región del pecho.

No bien lo hube acariciado cuando se levantó súbitamente, prorrumpió en continuado ronquido, se frotó contra mi mano y pareció muy contento de mi atención. Era, pues, el verdadero animal que yo buscaba. Al momento propuse, al dueño de la taberna comprarlo, pero éste no se dio por entendido: yo no lo conocía ni lo había visto nunca antes de aquel momento. Continué acariciándolo y, cuando me preparaba a regresar a mi casa, el animal se mostró dispuesto a acompañarme. Le permití que lo hiciera, agachándome de vez en cuando para acariciarlo durante el camino.

Cuando estuvo en mi casa, se encontró como en la suya, e hízose en seguida gran amigo de mi mujer. Por mi parte, bien pronto sentí nacer antipatía contra él. Era casualmente lo contrario de lo que yo había esperado; no sé cómo ni por qué sucedió esto: su empalagosa ternura me disgustaba, fatigándóme casi. Poco a poco, estos sentimientos de disgusto y fastidio convirtiéronse en odio.

Esquivaba su presencia; pero una especie de sensación de bochorno y el recuerdo de mi primer acto de crueldad me impidieron maltratarlo. Durante algunas semanas me abstuve de golpearlo con violencia; llegué a tomarle un indecible horror, y a huir silenciosamente de su odiosa presencia, como de la peste.

Seguramente lo que aumentó mi odio contra el animal fue el descubrimiento que hice en la mañana siguiente de haberlo traído a casa: lo mismo que Plutón, él también había sido privado de uno de sus ojos.

Esta circunstancia hizo que mi mujer le tomase más cariño, pues, como ya he dicho, ella poseía en alto grado esta ternura de sentimientos que había sido mi rasgo característico y el manantial frecuente de mis más sencillos y puros placeres.

No obstante, el cariño del gato hacia mí parecía acrecentarse en razón directa de mi aversión contra él. Con implacable tenacidad, que no podrá explicarse el lector, seguía mis pasos. Cada vez que me sentaba, acurrucábase bajo mi silla o saltaba sobre mis rodillas, cubriendome con sus repugnantes caricias.

Si me levantaba para andar, se metía entre mis piernas y casi me hacía caer al suelo, o bien introduciendo sus largas y afiladas garras en mis vestidos, trepaba hasta mi pecho.

En tales momentos, aunque hubiera deseado matarlo de un solo golpe, me contenía en parte por el recuerdo de mi primer crimen, pero principalmente debo confesarlo, por el terror que me causaba el animal.

Este terror no era de ningún modo el espanto que produce la perspectiva de un mal físico, pero me sería muy difícil denominarlo de otro modo. Lo confieso abochornado. Sí; aun en este lugar de criminales, casi me avergüenzo al afirmar que el miedo y el horror que me inspiraba el animal se habían aumentado por una de las mayores fantasías que es posible concebir.

Mi mujer habíame hecho notar más de una vez el carácter de la mancha blanca de que he hablado y en la que estribaba la única diferencia aparente entre el nuevo animal y el matado por mí. Seguramente recordará el lector que esta marca, aunque grande, estaba primitivarnente indefinida en su forma, pero lentamente, por grados imperceptibles, que mi razón se esforzó largo tiempo en considerar como imaginarios, había llegado a adquirir una rigurosa precisión en sus contornos. Presentaba la forma de un objeto que me estremezco sólo al nombrarlo: y ésto era lo que sobre todo me hacía mirar al monstruo con horror y repugnancia, y me habría impulsado a librarme de él, ni me hubiera atrevido: la imagen de una cosa horrible y siniestra, la imagen de la horca. ¡Oh lúgubre y terrible aparato, instrumento del horror y del crimen, de la agonía y de la muerte!

Y heme aquí convertido en un miserable, más allá de la miseria de la humanidad. Un animal inmundo, cuyo hermano yo había con desprecio destruido, una bestia bruta creando para mí —para mí, hombre formado a imagen del Altísimo—, un tan grande e intolerable infortunio. ¡Desde entonces no volví a disfrutar de reposo, ni de día ni de noche! Durante el día el animal no me dejaba ni un momento, y por la noche, a cada instante, cuando despertaba de mi sueño, lleno de angustia inexplicable, sentía el tibio aliento de la alimaña sobre mi rostro, y su enorme peso, encarnación de una pesadilla que no podía sacudir, posado eternamente sobre mi corazón.

Tales tormentos influyeron lo bastante para que lo poco de bueno que quedaba en mí desapareciera. Vinieron a ser mis íntimas preocupaciones los más sombríos y malvados pensamientos. La tristeza de mi carácter habitual se acrecentó hasta odiar todas las cosas y a toda la humanidad; y, no obstante, mi mujer no se quejaba nunca, ¡ay! ella era de ordinario el blanco de mis iras, la más paciente víctima de mis repentinas, frecuentes e indomables explosiones de una cólera a la cual me abandonaba ciegamente.

Ocurrió, que un día que me acompañaba, para un quehacer doméstico, al sótano del viejo edificio donde nuestra pobreza nos obligaba a habitar, el gato me seguía por la pendiente escalera, y, en ese momento, me exasperó hasta la demencia. Enarbolé el hacha, y, olvidando en mi furor el temor pueril que hasta entonces contuviera mi mano, asesté al animal un golpe que habría sido mortal si le hubiese alcanzado como deseaba; pero el golpe fue evitado por la mano de mi mujer. Su intervención me produjo una rabia más que diabólica; desembaracé mi brazo del obstáculo y le hundí el hacha en el cráneo. Y sucumbió instantáneamente, sin exhalar un solo gemido mi desdicháda mujer.

Consumado este horrible asesinato, traté de esconder el cuerpo.

Juzgué que no podía hacerlo desaparecer de la casa, ni de día ni de noche, sin correr el riesgo de ser observado por los vecinos. Numerosos proyectos cruzaron por mi mente. Pensé primero en dividir el cadáver en pequeños trozos y destruirlos por medio del fuego. Discurrí luego cavar una fosa en el suelo del sótano. Pensé más tarde arrojarlo al pozo del patio: después meterlo en un cajón, como mercancía, en la forma acostumbrada, y encargar a un mandadero que lo llevase fuera de la casa. Finalmente, me detuve ante una idea que consideré la mejor de todas.

Resolví emparedarlo en el sótano, como se dice que los monjes de la Edad Media emparedaban a sus víctimas. En efecto, el sótano parecía muy adecuado para semejante operación. Los muros estaban construidos muy a la ligera, y recientemente habían sido cubiertos, en toda su extensión de una capa de mezcla, que la humedad había impedido que se endureciese.

Por otra parte, en una de las paredes había un hueco, que era una falsa chimenea, o especie de hogar, que había sido enjabelgado como el resto del sótano. Supuse que me sería fácil quitar los ladrillos de este sitio, introducir el cuerpo y colocarlos de nuevo de manera que ningún ojo humano pudiera sospechar lo que allí se ocultaba. No salió fallido mi cálculo. Con ayuda de una palanqueta , quité con bastante facilidad los ladrillos, y habiendo colocado cuidadosamente el cuerpo contra el muro interior, lo sostuve en esta posición hasta que hube reconstituído, sin gran trabajo toda la obra de fábrica. Habiendo adquirido cal y arena con todas las precauciones imaginables, preparé un revoque que no se diferenciaba del antiguo y cubrí con él escrupulosamente el nuevo tabique. El muro no presentaba la más ligera señal de renovación.

Hice desaparecer los escombros con el más prolijo esmero y expurgué el suelo, por decirlo así. Miré triunfalmente en torno mío, y me dije: «Aquí, a lo menos, mi trabajo no ha sido perdido».

Lo primero que acudió a mi pensamiento fue buscar al gato, causa de tan gran desgracia, pues, al fin, había resuelto darle muerte. De haberle encontrado en aquel momento, su destino estaba decidido; pero, alarmado el sagaz animal por la violencia de mi reciente acción, no osaba presentarse ante mí en mi actual estado de ánimo.

Sería tarea imposible describir o imaginar la profunda, la feliz sensación de consuelo que la ausencia del detestable animal produjo en mi corazón. No apareció en toda la noche, y por primera vez desde su entrada en mi casa, logré dormir con un sueño profundo y sosegado: sí, dormí, como un patriarca, no obstante tener el peso del crimen sobre el alma.

Transcurrieron el segundo y el tercer día, sin que volviera mi verdugo. De nuevo respiré como hombre libre. El monstruo en su terror, había abandonado para siempre aquellos lugares. Me parecía que no lo volvería a ver. Mi dicha era inmensa. El remordimiento de mi tenebrosa acción no me inquietaba mucho. Instruyóse una especie de sumaria que fue sobreseída al instante. La indagación practicada no dio el menor resultado. Habían pasado cuatro días después del asesinato, cuando una porción de agentes de policía se presentaron inopinadamente en casa, y se procedió de nuevo a una prolija investigación. Como tenía plena confianza en la impermeabilidad del escondrijo, no experimenté zozobra. Los funcionarios me obligaron a acompañarlos en el registro, que fue minucioso en extremo. Por último, y por tercera o cuarta vez, descendieron al sótano. Mi corazón latía regularmente, como el de un hombre que confía en su inocencia. Recorrí de uno a otro extremo el sótano, crucé mis brazos sobre mi pecho y me paseé afectando tranquilidad de un lado para otro.

La justicia estaba plenamente satisfecha, y se preparaba a marchar. Era tanta la alegría de mi corazón, que no podía contenerla. Me abrasaba el deseo de decir algo, aunque no fuese más que una palabra en señal de triunfo, y hacer indubitable la convicción acerca de mi inocencia.

—Señores —dije, al fin, cuando la gente subía la escalera—, estoy satisfecho de haber desvanecido vuestras sospechas. Deseo a todos buena salud y un poco más de cortesía. Y de paso caballeros, vean aquí una casa singularmente bien construida (en mi ardiente deseo de decir alguna cosa, apenas sabía lo que hablaba). Yo puedo asegurar que ésta es una casa admirablemente hecha. Esos muros… ¿Van ustedes a marcharse, señores? Estas paredes están fabricadas sólidamente.

Y entonces, con una audacia frenética, golpeé fuertemente con el bastón que tenía en la mano precisamente sobre la pared de tabique detrás del cual estaba el cadáver de la esposa de mi corazón.

¡Ah! que al menos Dios me proteja y me libre de las garras del demonio. No se había extinguido aún el eco de mis golpes, cuando una voz surgió del fondo de la tumba: un quejido primero, débil y entrecortado como el sollozo de un niño, y que aumentó después de intensidad hasta convertirse en un grito prolongado, sonoro y continuo, anormal y antihumano, un aullido, un alarido a la vez de espanto y de triunfo, como solamente puede salir del infierno, como horrible armonía que brotase a la vez de las gargantas de los condenados en sus torturas y de los demonios regocijándose en sus padecimientos.

Relatar mi estupor sería Insensato. Sentí agotarse mis fuerzas, y caí tambaleándome contra la pared opuesta. Durante un instante, los agentes, que estaban ya en la escalera, quedaron paralizados por el terror. Un momento después, una docena de brazos vigorosos caían demoledores sobre el muro, que vino a tierra en seguida.

El cadáver, ya bastante descompuesto y cubierto de sangre cuajada, apareció rígido ante la vista de los espectadores. Encima de su cabeza, con las rojas fauces dilatadas y el ojo único despidiendo fuego, estaba subida la abominable bestia, cuya malicia me había inducido al asesinato, y cuya voz acusadora me había entregado al verdugo…

Al tiempo mismo de esconder a mi desgraciada víctima, había emparedado al monstruo.
 
Muy buenas por aquí
Nota: Leer con voz de DocTop o DrossXD
Les traigo una historia que me inventé hace mucho tiempo y que causa un gran impacto en ciertas personas. Esta historia es tan tenebrosa, que no podrás dormir esta noche, o peor, no podrás despertar de una enorme pesadilla.
Corte a tu lectura épica XD

Buena aquí les dejo el diario de José un socio que tenía pesadillas y cuando se murió me dejó el diario de su abuelo Pepe al que le decían José, no espera es al revés. Bueno que aquí está la historia de terror.


El diario de José


Viernes 15

Hoy tuve un letargo más raro de lo normal. Estaba sentado en un sillón de madera. Sé que tenía las manos atadas aunque no llegué a verlas. Sólo me limité a observar la gris llanura que se extendía frente a mí. Me resultó entretenida. No pude voltear la mirada.



Sábado 16

El mismo sueño de ayer. Me ha ocurrido pero nunca con dos días tan cercanos. Esta vez examiné el cielo, estaba nublado. Miré mis muñecas y contemplé una soga. La verdad eso no me importó, tenía una vista interesante e hipnotizadora.



Domingo 17

Comienzo a preocuparme. Aunque me envuelve en un placer infinito sigo sin saber el porque se repite la escena con tanto detalle. En esta ocasión no hubo nada nuevo, nada interesante, pero algo, algo me cautiva.



Lunes 18

Lo mismo desde hace tres días.



Martes 19

Todo empezó a cambiar desde que perdí el interés por seguir describiendo ese sueño. El veinto sopló tan fuerte en mi rostro que me provocó cortes. Llovieron sin cesar gotas de sangre. Un aire frío recorrió mi nuca.



Miércoles 20

Apareció una mujer en el final de la llanura, en el principio del horizonte. Si no fuera mi sueño ni siquiera podría saber qué era esa mancha roja en la lejanía.



Jueves 21

Estuvo más cerca. Cantó tan fuerte que pude oírla. Traía una navaja en su mano. Por más que quería salir del sillón, la soga no cedió.



Viernes 22

No volveré a dormir. Cuando abrí los ojos ahí estaba ella, mirándome. No reía, no hablaba, sólo lloraba. Estoy en la esquina del cuarto mientras la mujer no se para de la cama. Tengo que matarla. Debe ser la única forma. Pero no en el sueño, ahí tiene ventaja.




Este fragmento de diario fue encontrado en la almohada del paciente José Sativa. Nunca notificó a los doctores acerca de este tipo de alucinaciones. Por esa razón se le dió el acta del Hospital Psiquiátrico de La Habana. Como contribución al proceso de su captura por el asesinato de tres mujeres mientras dormían, se le hace entrega de está información al Instructor Penal Lázaro Gutiérrez. Por favor, perdone la demora de esta información.


Firma
Dr.Sc Francisco Alonso Bernabé

Y Fin señoras y señores. Sip no era para tanto pero sin esa intro a que no te leías el texto. Buenas noches. Seguro sueñas con unicornios ?
 
Un hombre viajaba de un estado a otro por razones de trabajo, cuando decide quedarse durante el fin de semana en un motel cercano a la carretera.
Al entrar, va hacia la mujer de la recepción y le pide una habitación. La mujer, que se presenta como la dueña del motel, le da la llave de la habitación 200.
Luego de salir a buscar su maleta al auto, el hombre vuelve dentro y sube las escaleras para dirigirse a su habitación.
Al subir ve un pasillo apenas iluminado y cinco puertas. Cuatro de ellas están a ambos lados del pasillo, y la última, que no tenía ningún número, estaba al fondo. El hombre piensa que aquel cuarto del fondo pertenece a la dueña, y se dirige a la suya, cuya puerta estaba a la derecha de la que no tenía números.

Al otro día, sábado, el hombre baja a desayunar. Ve y saluda a los demás huéspedes, pero ninguno le devuelve el saludo, y siguen en lo suyo.
Antes de subir de nuevo, el hombre encuentra a la dueña del motel. Se saludan. El hombre le pregunta, curioso, si es suya la puerta del fondo del pasillo, la que no tenía número. La mujer niega.
—Nadie usa ese cuarto desde hace mucho tiempo — dice la mujer, antes de darse la vuelta e ir tras el mostrador.
El hombre sube, pero antes de ir a su cuarto, va hacia la puerta del fondo, y asegurándose de que no había nadie, mira por el ojo de la cerradura.
A primera vista, el cuarto está dispuesto tal y como el suyo. Excepto la cama, que se hallaba justo en el centro y que tenía el tamaño suficiente para que durmiesen dos personas. Y en esa cama vio sentada a una mujer, que le daba la espalda. La mujer tenía la espalda desnuda y parecía estar vistiéndose. Avergonzado, el hombre iba a retirarse, pero entonces vio claramente la enorme sombra que cubría una parte de la espalda de la mujer. Al principio, ya que la habitación estaba en la semipenumbra, pensó que aquello era un sombra. Ahora, sin embargo, veía un agujero muy negro rodeado por sangre, que caía y se derramaba sobre el colchón.
El hombre baja las escaleras corriendo, buscando a la dueña, pero no la ve por ningún lado. Una vez más, sube y ve por el ojo de la cerradura, decidido a llamar a la policía, pero esta vez no ve a la mujer ni al charco de sangre sobre la cama.
Confundido, lo atribuye al cansancio y se queda en su cuarto hasta la hora de la cena. Entonces tampoco vio a la dueña del motel.

El hombre encuentra a la dueña el domingo en la noche.
—No me dijo por qué se había dejado de usar la habitación del fondo —le dice el hombre.
La mujer le pide al hombre que se dirijan afuera, por discreción, dice.

Hace diez años, unos recién casados pidieron una habitación. La mujer les dio las llaves de aquel cuarto, que en aquel entonces era el número 202.
Los gritos despertaron a los huéspedes, que se acercaron a la puerta con preocupación. Uno de ellos bajó a buscar a la dueña.
Cuando ella llegó con otra llave de la habitación, los gritos habían cesado hacía mucho.
Ella había sido asesinada por él. Él se había matado después.

—Un huésped dijo que la había visto, poco tiempo después —decía la dueña del motel —Con el vestido empapado en su propia sangre, y los ojos rojos. Pobrecito.

El hombre subía a su habitación, poco antes de la medianoche, cuando decidió echar un vistazo al último cuarto. “Un último vistazo”, se dijo.
Cuando miró por el ojo de la cerradura, todo lo que vio del otro lado fue un siniestro color rojo.


Síp, verdaderamente un último vistazo... :')
¿Tienen alguna historia de terror que compartir?
Quiero leerlas ?
Baffff yo tengo una q oí hace unos días...
Había una vez un niño...q se estaba haciendo pis....se fue al baño...se bajó la cremallera y se quedó sin pito????? y había una niña q le iba a dar un besito en la boca....y entonces vivieron felices para siempre XD

Esta historia de terror la contó Veguetta777 en una directa de Minecraft Piratas a q habéis flipado eh??????
 
Sitio para uno más

Un hombre llamado Joseph Blackwell llegó a [....] en un viaje de negocios. Se hospedó en la gran casa que unos amigos poseían en las afueras de la ciudad. Esa noche pasaron un buen rato conversando y rememorando viejos tiempos. Pero cuando Blackwell fue a la cama, comenzó a dar vueltas y no era capaz de dormir.

En un momento de la noche, oyó un coche llegar a la entrada de la casa. Se acercó a la ventana para ver quién podía arribar a una hora tan tardía. Bajo la luz de la luna vio un coche fúnebre de color negro lleno de gente. El conductor alzó la mirada hacia él. Cuando Blackwell vio su extraño y espantoso rostro, se estremeció. El conductor le dijo: “Hay sitio para uno más”. Entonces el conductor esperó uno o dos minutos, y se retiró.

Por la mañana, Blackwell les contó a sus amigos lo que había pasado. “Estabas soñando”, dijeron ellos. “Eso debe haber sido”, repuso él, “pero no parecía un sueño”. Después del desayuno se marchó a la ciudad. Pasó el día en las oficinas de uno de los nuevos y altos edificios de la urbe.

A última hora de la tarde, él estaba esperando un ascensor que lo llevara de vuelta a la calle. Pero cuando se detuvo en su piso, este se encontraba muy lleno. Uno de los pasajeros lo miró y le dijo: “Hay sitio para uno más”. Se trataba del conductor del coche fúnebre. “No, gracias”, dijo Blackwell. “Esperaré al siguiente”.

Las puertas se cerraron y el ascensor empezó a bajar. Se oyeron voces y gritos, y un gran estruendo. El ascensor se había desplomado contra el fondo. Todas las personas que habían a bordo murieron.
 
Hace un año y medio, mi x q en ese momento era mi novio, me invitó a casa de sus padres a cenar. Pasamos una tarde exelente, conversamos, reímos, mis suegros resultaron ser muy dulces y amables conmigo. A la hora de la cena, sentí un fuerte dolor de estómago, y pido permiso para ir al baño.
Hice mis necesidades secundarias, cuando fui a descargar, noté q el tanque no tenía agua...inmediatamente sentí un malestar y gran preocupación. Llamo a mi novio para q me ayude y este le dice a su madre q me atienda, pq él estaba ocupado. Yo cerré la puerta al ver a mi suegra tan cerca. Empecé a sudar frío, tenía ganas de llorar, tenía mucho miedo, no tenía tanta confianza con ella, no quería q pensara feo de mi.
La cosa se puso peor cuando mi suegra llamó a su esposo, pq yo me negaba a abrir la puerta, yo solo podía temblar, estaba totalmente paralizada. Tenía tanto miedo a lo q pensaran de mi, q cogí el mojón con la mano y lo lancé x la ventana del baño.
The End
 
Hace un año y medio, mi x q en ese momento era mi novio, me invitó a casa de sus padres a cenar. Pasamos una tarde exelente, conversamos, reímos, mis suegros resultaron ser muy dulces y amables conmigo. A la hora de la cena, sentí un fuerte dolor de estómago, y pido permiso para ir al baño.
Hice mis necesidades secundarias, cuando fui a descargar, noté q el tanque no tenía agua...inmediatamente sentí un malestar y gran preocupación. Llamo a mi novio para q me ayude y este le dice a su madre q me atienda, pq él estaba ocupado. Yo cerré la puerta al ver a mi suegra tan cerca. Empecé a sudar frío, tenía ganas de llorar, tenía mucho miedo, no tenía tanta confianza con ella, no quería q pensara feo de mi.
La cosa se puso peor cuando mi suegra llamó a su esposo, pq yo me negaba a abrir la puerta, yo solo podía temblar, estaba totalmente paralizada. Tenía tanto miedo a lo q pensaran de mi, q cogí el mojón con la mano y lo lancé x la ventana del baño.
The End
Cual fue la sensación ? No se te rompió en la mano cuando lo agarraste ? Si habías comido carne el día anterior era duro como una bala, pero el de sopa es blandito y amarillo, como lo hiciste, hablame de esa experiencia.

Hablen con personas que tienen ciertos dones para ver cosas un poco feas y desagradables, para que vivan verdaderos cuentos.
 
Cual fue la sensación ? No se te rompió en la mano cuando lo agarraste ? Si habías comido carne el día anterior era duro como una bala, pero el de sopa es blandito y amarillo, como lo hiciste, hablame de esa experiencia.

Hablen con personas que tienen ciertos dones para ver cosas un poco feas y desagradables, para que vivan verdaderos cuentos.
X suerte era duro, fue fácil de agarrar. Pero estaba desesperada, no quería q ellos vieran aquello, fue horrible, nunk antes había tenido tanto miedo en mi vida. Eso sí es verdadero terror. Es como cuando haces diarrea en el baño de la escuela, o cuando te entran deseos y estás en la calle. Escalofrío, miedo, vergüenza, sientes todas las cosas malas del mundo. Es horrible, no se lo deseo ni a mí peor enemigo ???
 
X suerte era duro, fue fácil de agarrar. Pero estaba desesperada, no quería q ellos vieran aquello, fue horrible, nunk antes había tenido tanto miedo en mi vida. Eso sí es verdadero terror. Es como cuando haces diarrea en el baño de la escuela, o cuando te entran deseos y estás en la calle. Escalofrío, miedo, vergüenza, sientes todas las cosas malas del mundo. Es horrible, no se lo deseo ni a mí peor enemigo ???
Madre mía que situación, imagino por lo que pasaste, por eso hay que comer con frijoles negros para que la cosa se ponga dura.
Una vez me dieron unos dolores montados en un camión como a 15km de la casa me erize de tal forma que parecía un gato, por suerte se me paso y lo que duro fueron unos segundos. Vaya que te entiendo. Frijoles negros recuerda, esa es la clave
 
Llevo toda la noche huyendo, siento que mis pulmones van a explotar y mi corazón estallar en mil pedazos. Las negras nubes ocultan la ya tenue luz de la luna, dejándome en la más profunda oscuridad. Aún así debo seguir huyendo, los siento detrás de mí, siento como me persiguen, me cazan como si de una presa se tratara, porque quizás para ellos lo sea. Maldita penumbra, no me dejó ver el camino y terminé cayendo en una especie de pozo, lastimosamente no morí al caer, lo hubiera preferido. Ahora encerrado y con una pierna rota no puedo hacer otra cosa que esperar, sabiendo el destino que me aguarda; increíble las ironías de la vida, siempre le temí a las ratas, ahora moriré devorado por ellas.

De alguien...
 
Puedo sentir el peso de su mirada incluso en la oscuridad.
Avanza lentamente, se acerca a mí.

Me toca y yo me sacudo violentamente.
Él retrocede y veo como empieza a alejarse.

Por fortuna, alcanzo a leer sus intenciones y, rápidamente, antes de que el hombre encienda la luz...
vuelvo a convertirme en un montón de ropa.

-Cuentos para Monstruos-
Santiago Pedraza
 
Valla valla mi punto fuerte?✨✨las historias de miedo solía el año pasado escribir historias de suspenso y terror aquí va una:

Esta historia me la contó una amiga que su abuela se la había contado

Hace unos 25 años atrás existía una niña llamada Ana,Ana era una niña muy extraña no iba a la escuela,estudiaba en casa siempre estaba ocupada haciendo labores de la casa,la niña tenía unos 10 años de edad pero siempre hacia las cosas de la casa sin ningún problema ni mostraba cansancio en el día.Pero el problema no era el día sino la noche siempre a las 9:30pm cuando terminaba de hacer la comida y se la echaba a su único amigo en esa casa un gatito negro...cuando escuchaba el crujido de la puerta principal su cara se llenaba de miedo y empezaba a temblar,en el pasillo que conducía a la concina se veía a un hombre el cual su sombra era como un lobo hambriento era su padre el cuál sonreía y tocaba a su niñita diciendo "Ana eres igual a tu madre...pero tú no cometeras sus mismos errores no?,mi querida Anita tan linda y tan bella que hiciste de comer hoy estoy hambriento, quieres acompañarme?" la niña finjia una sonrisa y con voz temblorosa decía "si Papa" luego de unas horas en las 4 paredes de su cuarto solo se escuchaba el llanto de la niña,llena de heridas y golpes toda despeinada y su ropa rota casi semi desnuda y su padre fumando en la sala viendo la tele y esto se repetía todos los días a la misma hora la niña siempre tenía miedo.Pero un día en la noche de las 9:30pm le hizo una comida muy buena a su papá y se la echo al gatito la niña sonrió y luego de lo de siempre con una sonrisa en su rostro caminaba por el pasillo oscuro hacia la sala donde se encontraba su padre sentado viendo la tele,mientras caminaba por el pasillo se veía que su sombra era como la de un pequeño gatito indefenso y tierno,hasta que llegó a la sala y se puso en frente de la tele impidió a su padre que la viera y dijo mientras escondía algo en su espalda con una sonrisa en su rostro "Papá no estoy cansada podrías darme un abrazo?" El papa algo soprendido y con una risa sádica y malvada se abalanzó sobre la niña para abrazarla mientras que en sus sombras de vía a un lobo que era sombra del padre y la de la niña....en ese momento su sombra era como la de una bestia,la de un tigre más fuerte que el lobo y en la pared salpicó sangre...Al otra día se encontraba la niña sonriendo mientras su gatito se acercaba a ella y ronroneaba entre sus pies y la niña solo sonrió felizmente pero extrañamente y le echo al gato un tipo de carne al gato luego de comersela subia hacía la ventana y vio en los botes de basura bolsas negras de basura con una mano que salía de esta y llena se sangre donde las moscas se posaban en esta,luego de mirar a su plato se dio cuenta de todo lo que había pasado en la noche anterior...

Espero que te halla gustado mi cuento de terror y si es hacia déjame tu comentario y que opinas de este cuento de suspenso y algo de terror y sígueme aquí mismo...Gracias por leer besos??? y digan "No" al abuso doméstico hacia la mujer!!??
 
La abuela de tu amiga se conecta a Youtube? Vi ese corto animado hace poco, un poco tétrico, sobre todo la cara de felicidad de la nena mientras alimenta al gato.
Amigo amigo no tengo como saerll además lo de la abuela solo lo hice para darle una introducción a la historia pero igual si es un corto me gustaría verlo porque este cuento lo hice en la pc y si es muy parecido pues valla
 
Amigo amigo no tengo como saerll además lo de la abuela solo lo hice para darle una introducción a la historia pero igual si es un corto me gustaría verlo porque este cuento lo hice en la pc y si es muy parecido pues valla
Pues toda una coincidencia. Ta aviso, está tétrico:


Y nada, para lo de las 20 palabras te digo que en realidad esto del terror no me gusta mucho.
 
Pues toda una coincidencia. Ta aviso, está tétrico:


Y nada, para lo de las 20 palabras te digo que en realidad esto del terror no me gusta mucho.

Candela con el corto ese, ven acá, ¿esos cortos se publican en la DeppWeb o en youtube normal?, yo sé que este está en youtube, pero, ese contenido no viola las normas de la plataforma?
 
Nightmare

Las pesadillas son algo que uno no puede controlar, pero... ¿Qué pasa cuando se hacen realidad y terminan controlando tu vida?

Toda mi vida he vivido con terror, no solo en mi casa si no en todo el terreno donde se ubica.

Mi casa esta ubicada en un terreno que antes era ocupada por militares; al igual que la casa. En un solo terreno hay varias casas, una que le pertenece a mis Padres y otra perteneciente a mi Tía, además de esas dos, atrás están varias más que ya son viejas. Hace dos años estaban abandonadas y descuidadas y actualmente son ocupadas por inquilinos.

Hay demasiadas historias sobre estas casas, algunas divertidas y la mayoría llena de misterios y miedo. Travesuras hechas por pequeños duendes, los objetos que sin razón alguna desaparecían de un lado y aparecían en otro, sombras que se mueven por los rincones mas obscuros de las casa, luces que se encienden en las casas sin que haya electricidad en ellas, ¿Quieren saber más?... les contaré.

Desde muy pequeña siempre me llamo la atención el mundo paranormal, los fantasmas, los duendes, incluso era fanática de los ovnis y extraterrestres. Bueno, creo que me adelante demasiado, eso será mas adelante.

Cuando era apenas una niña de aproximadamente 8 años me gustaba ir a jugar con mi hermano y mi prima a las casas abandonadas que se ubicaban detrás de la de mi Tía. Las encontraba fascinantes y llenas de misterio, hubo una ocasión en donde los tres fuimos a 'investigar' aquellas casas; ya que mi abuelita siempre nos contó que en ellas había duendes y esas cosas.

Subimos a una en especial donde se podía observar que casi se caía en pedazos, los escalones se rompían de las esquinas y por dentro las paredes estaban totalmente blancas. Una habitación en especial a donde entramos esta toda rayada de las paredes, con varios nombres de mi familia en ellas, algunos nombre si conocía, el de mi Mamá, el de mi abuelita, el de dos primos que en aquel entonces tenían 13 años.

Había mas nombres que no reconocí en ese instante...

-¡Miren! ¿De quienes serán estos nombres?- Dije-

-¡No lo se, la abuela nos dijo que aquí estaban los nombres de nuestros padres y primos!-

-Oye Francisco, ¿cuanto tiempo tienen aquí?- le pregunto mi prima Jimena a mi hermano-

-¡No lo se exactamente, lo escribieron cuando eran jóvenes!-

En aquel instante, al observar detenidamente, me di cuenta de que los demás nombres que inundaban las paredes eran de mis demás primos y primas de nuestra misma edad, incluso estaba el mío, el de mi hermano y el de mi prima.

¿Cómo era posible?, si eso fue escrito muchísimo tiempo antes de que nuestros padres se conocieran, no habiamos nacido.

-No es posible-

-¿Qué cosa hermana?-

-¡Estos nombres son de nuestros demás primos!-

-¡Miren, aquí esta también el de nosotros!- Dijo Rin-

-Pero... ¿Quién lo escribió?, mi mama asegura que estas casas no fueron abiertas desde la última vez que ella estuvo aquí-

-Aun... no habíamos nacido-

Nos miramos entre si. Nos fuimos de ahí, nos había dado un poco de miedo, pero antes de salir me dí cuenta de que no había electricidad en aquella habitación; ya que había querido encender la luz al principio cuando entramos en la habitación.

Ya estando abajo, nos detuvimos frente a la casa para verla mejor, cuando me di cuenta... la luz de la habitación donde estacamos, estaba encendida.

¿Cómo era posible? Si no había electricidad ni tampoco un foco.

-La luz esta encendida- dije-

-¿Eh?, pero... no había electricidad- Dijo Jimena-

-Mejor vámonos hermana, ya me dio miedo-

-Siento... que alguien me llama- Me dije a mi misma, ya que había escuchado voces decir mi nombre-

A partir de ese día, mi curiosidad por aquel mundo paranormal, aumentó. No me dí cuenta de que por mi obsesión con ese asunto, mi mente abrió las puertas a esos 'seres' que comenzaron a atormentar mis sueños y mi vida. Comencé a ver cosas que otros no podían, oía voces en ciertas partes de mi casa, veía sombras y espíritus en mis sueños.

A veces sentía como se acostaban en la misma cama donde yo dormía, incluso en ciertas ocasiones mi cuerpo y mi respiración se hacían muy pesadas. A veces me asustaba y por el miedo, comenzaba a orar, después de una hora... la pesadez desaparecía.

Los problemas aumentaron cuando tomé por pasatiempo oír la radio a medianoche en mi cama mientras me daba sueño. Comencé a desvelarme, a veces dormía solo 2 horas o había noches en que no dormía.

Ahí empeoro todo...

Un viernes en la noche, eran exactamente las 11:25 PM y yo me encontraba sentada en mi cama escuchando en la radio historias de terror con los audífonos puestos. Yo solía dormir con todas las luces apagadas y con todas las ventanas cerradas; ya que odiaba que la luz me diera en el rostro. Extrañamente ese día me dio por dormir con las ventanas abiertas, recuerdo que ese día la luz se había ido porque había estado lloviendo desde la tarde.

Mi cama esta ubicada entre dos puertas, a los pies de la cama, se encuentra un tocador con un espejo enorme, al lado izquierdo de la cama se encuentra un ropero viejo con dos espejos que eran de mi abuelita, a lado del mismo ropero se encuentra otro más con un solo espejo de un lado. A mi lado derecho esta una ventana enorme que da directo hacia el ropero con un espejo, por fuera de la ventana claramente se ve la casa que le pertenece a mi Tío, ubicada en el mismo terreno.

Mientras yo escuchaba la radio; muy sumida en mi mundo, la luz se fue en toda la colonia y estaba más obscuro que de costumbre, ese día mi abuelita se había quedado a dormir conmigo, porque había llegado de visita.

Mire hacía la ventana y me quede viendo el automóvil de mi tía que entraba en la cochera; mi tío había ido a buscar al trabajo a mi tía. La luz del coche se reflejo en toda mi habitación y algo me dijo que volteara hacía el ropero que tenía un solo espejo, estaba todo obscuro, pero noté la silueta de una persona alta parada en medio de los dos roperos... vestía una larga tunica negra y el mismo cubría el rostro dejando ver solo parte de la nariz y la boca; su rostro era totalmente blanco.

En ese momento no me dio miedo, de hecho hasta mi intención era pararme de la cama y acercarme a ver que era; si era mi imaginación o mi mente me había jugado una broma, puse un pie fuera de la cama y cuanto me paré... lo vi claramente... ese ser estiro su mano tratando de tocarme, fue ahí cuando vi que su mano era totalmente hecha de huesos.

Enseguida me senté en la cama y solo me cubrí el rostro con las manos, tratando de asimilar si era mi imaginación o era verdad lo que veía.

-¡Vamos Luz, no es real, no es real, es tu imaginación!-

Abrí los ojos nuevamente, y con total terror observe que se encontraba a unos centímetros de mi; para ser mas exactos... parado a lado de mi cama. En ese momento, traté de gritar el nombre de mi abuelita pero no salía mi voz por el miedo, así que opté por cubrirme con las mantas hasta el siguiente día.

Así fueron pasando las cosas. A veces mientras estaba en la computadora sola en la habitación, escuchaba la voz de mi Mamá llamarme, cuando iba a ver que quería...

-¿Qué quieres Mamá?- Pregunté-

-¿Eh?, yo no te he hablado- Contesto mi Mamá extrañada-

-Pero si yo te oí, dijiste 'Lucy, ven a la cocina, necesito tu ayuda', era tu voz, lo sé-

-Debiste haberlo imaginado hija-

Así me pasó muchas veces.

La única vez donde si me aterré mucho, fue una noche de Sábado... eran las 12:30 AM y yo estaba acostada boca abajo en posición hacia los pies de la cama, escribía tranquilamente en mi diario cuando de pronto sentí la mano de alguien tocar mi pierna, enseguida me voltee a ver que había sido y no había absolutamente nada.

Sin tomarle demasiada importancia volví a lo que hacía al principio, minutos más tarde, sentí como algo o alguien se tiraban encima de mí tratando de ahogarme...no pude moverme y comenzó a faltarme el aire. Comencé a llorar en silencio porque tampoco podía gritar, los botones de mi blusa comenzaron a desabotonarse y fue en ese momento cuando mi Mamá había entrado a regañarme porque aún no me dormía.

-¡Luz ya es tarde, duer....!- Mi mamá se quedo pasmada la verme en una posición rara y con la blusa de mi pijama desabotonada

- ¡Que paso!- Me pregunto preocupada-

Fue cuando pude moverme. Llorando inconsolable me tire a los brazos de mi Mamá y le conté lo que había pasado, pensé que no me creería, pero si me creyó.

Fue cuando me dijo que ella también sentía que algo andaba por la casa.

Otra ocasión donde me había dado por dormirme hacia los pies de la cama... esa noche hacia calor y mi aire acondicionado se había averiado, así que en la posición en que estaba me llegaba más el aire. Estaba de lado hacia los espejos de los roperos, como no dormía me entretuve viendo por los espejos todo lo que pasaba detrás de mí.

Fue cuando noté la silueta de una mujer a unos pasos de mi cama...

-¿Qué es eso? Se esta acercando-

Solo podía verle de la cintura abajo. Sabía que era una mujer porque lo que llevaba puesto era un vestido negro decorado con flores azules, vi como poco a poco fue acercándose cada vez mas... por el miedo... cerré los ojos y me tape hasta el día siguiente.

Por la mañana otros de mis primos y algunos amigos míos llegaron para una comida que se haría en la casa, por el cumpleaños de mi Mamá.

-¿Qué tienes prima?-

-Eh... nada Erendira, solo no he podido dormir bien- le dije -

-¡Pues se nota, mírate amiga... luces terrible!- Comentó mi mejor amiga Rocío-

-¿Segura que estas bien amor?-

-si gracias Leonardo-

-No te creo... suéltalo niña-

-¡Ya basta Edgar!, si no quiere decirnos déjala- Grito mi novio-

-Bueno...-

Fue cuando les conté todo. Ellos al principio no me creyeron, hasta que mi mamá entro y escucho la conversación.

-Es verdad lo que dice mi hija-

-No es posible, esas cosas no existen... ¿o Sí?- dijo Erendira-

Ya en la noche, mientras cenábamos, mi pequeño sobrino de 5 años me tiro encima su jugo y tuve que subir a darme un baño.

Me dieron las 12:00 AM cuando salí de la ducha, y me había dado sueño, así que aún sin vestirme me tire a la cama con la toalla envuelta, me quede dormida no mas de 10 minutos, cuando abrí los ojos... observe que en el techo, justo arriba de mi, habían telarañas negras bajando lentamente a donde yo estaba.

Asustada me levante de golpe y levanté la mano tratando de quitarlos; pero cuando vi... ya no había nada, tan solo esa rara sensación en mi mano.

A la mañana siguiente muy temprano salí a caminar por el parque. Necesitaba relajarme; ya que desde hace varios días no podía conciliar el sueño o a veces si dormía y tenía pesadillas.

Decidí entrar a un Web para entretenme un rato. Había logrado calmarme totalmente cuando de pronto una ventana emergente salio de la nada, tenía escrito un mensaje que me aterró:

'No se escaparan fácilmente de nosotros. Las estamos vigilando, son nuestras... están marcadas, tú y ella'.

Aterrada salí corriendo del Web, sentía esa extraña sensación... sentía que alguien me seguía, me observaba, pero nunca había nadie.

De verdad que esa situación ya me estaba cansando, nunca podía dormir bien y luego me entere de que no era la única, a mi amiga también comenzaron a sucederle cosas extrañas.

Decidimos hablar al respecto, así que una tarde me cité con ella en su casa, me comentó como aquellos sueños en los que era perseguida la atormentaban, como de un día para otro en frente de su casa aparecía un símbolo hecho con un polvo blanco; aquellos sueños en donde le decían que estábamos marcadas, que le pertenecíamos y que no nos dejaría escapar.

La tarde se fue rápido, así que me quede a dormir en su casa, para mala suerte los padres de Sango no se encontraban en la casa; habían salido a una fiesta.

-No me gusta quedarme sola en casa, gracias por quedarte conmigo Lucy-

-No te preocupes, de todos modos era tarde para regresar- Dije sonriendo-

-Sabes, tengo miedo de dormir... y para colmo hay una tormenta afuera-

-¡Si! A mi me dan terror los relámpagos- Comenté asustada-

Nos quedamos dormidas. Cuando dieron las 3:00 AM unos ruidos me despertaron, se oía como un crujido afuera de la recamara de Rocío.

Asustada la desperté, y fue cuando me dijo que era la segunda vez que pasaba, pero que luego de 5 minutos el sonido se iba, pasaron 5, 10, 30 minutos y lo que fuese que estuviera afuera del cuarto no se detenía.

De un momento a otro... todo quedo en silencio.

-¿Crees que se hayan ido?- le pregunté-

-No lo se, pero será mejor que nos quedemos aquí-

Fue cuando todo se salio de control. Inesperadamente aquel "ser" comenzó a golpear la puerta fuertemente, se veía como la puerta retumbaba por los golpes, Rocío y yo no asustamos más y ambas nos abrazamos tratando de calmarnos mutuamente.

El sonido de un animal se pudo oír, comenzó a raspar la puerta... fue cuando notamos como la puerta se quería abrir, así que rápidamente nos paramos y la empujamos para mantenerla cerrada.

Estuvimos así más de 2 horas.

Los padres de Rocío llegaron, gracias al cielo y les contamos lo que había pasado... obvio... no nos creyeron hasta que vieron las marcas en la puerta. Eran marcas de uñas.

Ambas comenzamos a ir con un Sacerdote y contamos las experiencias vividas, después de ese día comenzamos a ir a la iglesia más a menudo... hasta que esas cosas, desparecieron.

5 años vivimos tranquilas. Hasta que el cumplir ambas 21 años, esas cosas comenzaron a pasar nuevamente. Actualmente tengo que vivir con eso, acostumbrándome cada vez más, acostumbrándome a las voces, a los crujidos, a las visiones, etc.

Tengo muchísimas más cosas que contar, pero créame... me llevaría demasiado tiempo hacerlo, talvez algún día pueda contarles la historia completa, de la extraña marca que me apareció en la espalda y de cómo me entere por medio de una visión que a los 32 años moriría.

Si sigo viva... nos veremos pronto.
 
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