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Relatos o Cuentos Historia de Terror O_O .....

Samael

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La Llorona de la Calle La Mar​


Se cuenta en Remedios que allá por las últimas décadas del siglo XVIII vivía al final de la calle de la Mar, hoy Jesús Crespo, aunque todos la identifican por su nombre original, un joven matrimonio cuyos ingresos le permitían llevar una vida bastante holgada y contar con algunos esclavos para atender los quehaceres domésticos, es decir una pareja a la que pudiéramos llamarla feliz, hasta que apareciera alguna nubecita negra que opaca el pleno disfrute de los placeres terrenales en este mundo de pecadores y en este caso se presentaba a través de los celos, sentidos por la bella esposa hacia el marido , a tal extremo que se celaba hasta de su propia sombra.

Debemos decir que estos sentimientos no eran totalmente infundados pues además de apuesto y rumbosos, el hombre padecía estar afectado de cierta enfermedad, a veces con características epidémicas, que pudiéramos denominar “ginecomanía” , una afición crónica excesiva por las hijas de Eva , las gallinitas de la calle del Sol.

El para cumplir con todos sus compromisos pasaba las noches fuera, mientras ella sufría callada esperando ocurriera algún milagro que apartara a su esposo de sus andanzas. Los problemas continuaron aumentando y las noches de espera se hacían más extensas, hasta que una noche en que la muchacha sufría un arrebato de celos, un esclavo suyo quien quería entrañablemente a la señora por haberle servido desde pequeña le aconsejó hablar con un mulato anciano brujo que vivía en la zona del Tesico, el cual adivinaba el porvenir valiéndose de tirar las cartas y capaz de obligar a hombres a rendirse amoroso y fiel ante sus mujeres mediante unos polvos que vendía como remedio infalible el cual debía ser agregado al café u otro tipo de infusión.

Entusiasmada la joven con la idea de amarrar al marido y cegada por los celos, se dejó embaucar por esas supercherías y se entrevistó con el brujo en el lugar que este dispuso ya que era perseguido por atracos, ultros y otros delitos que había cometido. El encuentro se efectúo debajo de unos algarrobos muy frondosos que crecían en el camino de Jinaguayabo, cerca de la loma del Tesico, frente a la laguna llamada de Ruiz. A la luz de una vela en aquel paraje despoblado y sombrío, la muchacha conoció a través del farsante los secretos de la nigromancia, posesión de espíritus de luz, invocaciones a los orichas, filtros amorosos y otros recursos utilizados para engatusar a ingenuos que debutan en esos menesteres.

Muy caros le costaron a la muchacha los maravillosos polvos del brujo y quiso la casualidad, para desgracia suya, que durante varios días el marido se mantuvo tranquilo y hogareño dejando de salir algunas noches, lo cual reforzó la creencia en los poderes del aprovechado embustero. Al poco tiempo resurgieron las ausencias y con ellas los celos de la muchacha, por lo que se repitieron las entrevistas entre la joven y el brujo quien naturalmente sacaba buenas ganancias al “oficio”, pero temiendo caer en una emboscada, para percatarse de que ella venía sola, le aconsejó que desde la puerta de su casa hasta llegar al lugar donde debía encontrarse fuera dando gritos muy fuertes que pudieran ser oídos por el en su escondite y así salirle al paso en el sitio indicado.

La infeliz víctima aceptó lo pactado, tanto más cuando notó que al empezar a gritar los vecinos asustados cerraban las puertas y ella tenía la calle libre para transitar sin ser vista pues estaba muy contenta. El esposo en sus correría nada había oído hablar de aquel asunto hasta que una noche la mujer fue vista por un arriero quien le comunicó que la mujer le engañaba, pero debía hacerse el de la vista gorda y capturarla in fraganti.

El joven aunque furiosos e irritado por el supuesto adulterio, aparentaba estar calmado como si nada estuviese sucediendo, al anochecer se acicaló y salió de la casa como de costumbre para apostarse en la próxima esquina a velar su honra aparentemente mancillada. La muchacha no sospechando el tortuoso enredo en que estaba metida, tomó el camino del Tesico seguida de cerca por el esposo, convertido casi en un demonio sediento de venganza, hasta sorprenderla en la oscuridad, bajo los algarrobos, hablando con aquel siniestro personaje que rápidamente se dio a la fuga perdiéndose en la espesura del monte.

Aquel “Otelo” llego hasta la mujer poseído por los celos, portando un puñal cuya hoja enterró varias veces en el cuerpo de la infeliz, ella gritaba desconsolada que no la matara , pues estaba embarazada y con ella mataría al hijo que estaba por nacer. Este no cedió ante los suspiros y lamentos, dejando tendido sobre la yerba el cuerpo sin vida de la fiel esposa.

Consumado el hecho el hombre enterró a la desgracia en la falda de la loma del Tesico a un costado de la cueva del Boquerón otrora considerada una boca del infierno, luego huyó muy lejos donde murió al poco tiempo por tristeza y arrepentimiento.

Mientras algunas personas murmuraban que todos los viernes de la cuaresma salía la Llorona por la noche, en forma de fantasma, viniendo desde el Tesico y por toda la calle de la Mar hasta la Iglesia del Buenviaje, pidiendo a gritos el bautismo de su hijo asesinado por el propio padre antes de nacer.
 
Qué suerte el cumplir cinco años con el amor de mi vida, no muchos en la actualidad pueden decir lo mismo. Noche de cena romántica, escuchar nuestra canción favorita, vino y velas en una alcoba perfumada por mis flores preferidas, seguido de una noche de pasión. En serio lo amo, es perfecto, me gustaría pasar toda la eternidad en este justo momento.

Estoy exhausta, cierro los ojos y casi al instante caigo en un profundo sueño. A la mañana siguiente me siento excelente, solo hay un problema, no puedo abrir mis ojos y mi cuerpo no se mueve. “Una parálisis del sueño” pensé, había tenido algunas, así que supuse pasaría rápido, pero a medida que pasaban los minutos el miedo se iba apoderando de mí. Mi chico se despertó a mi lado, podía escucharlo diciendo mi nombre y sentirlo acariciándome, pero yo no era capaz de moverme; él comenzó a asustarse, levantaba la voz y me sacudía sin obtener respuesta de mi parte. Llamó a una ambulancia, los doctores me examinaron y llevaron al hospital; y entonces me aterré en serio, me declararon muerta.

Podía sentir a mi familia llorando a mi alrededor, sin embargo no podía siquiera abrir mis ojos, mover un dedo, algo, lo que fuera. Pasaron unos minutos, y comencé a sentir como algo me cortaba lentamente el pecho y abdomen, el dolor era insoportable, sentía que mi mente iba a explotar, incluso cuando abrieron mi cabeza. No se imaginan lo que es sentir el dolor de ser necropsado.

Fui testigo en mi propio velorio, recibí los llantos de mis familiares y amigos, y por último, sentí como me enterraban. No era mi cuerpo quien sentía, sino mi alma; y entonces me pregunto encerrada en este ataúd por la eternidad, es así para todos los que mueren? Lo cierto es que aquella noche dormí, para nunca volver a despertar.


tomado de ¨mis historias¨...
 
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