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Por fin Isla de Pinos puede iniciar una historia nueva y una historia enteramente cubana. Esas fueron algunas de las palabras que Fidel Castro pronunció en el discurso que, tras el triunfo de la revolución, dio en Isla Pinos. La misma isla en la que se levanta la cárcel Presidio Modelo, donde había estado recluido tras el asalto al cuartel Moncada. Donde estuvieron también presos otros luchadores por la independencia cubana. Hoy, la antigua cárcel es un museo, y el nombre es Isla de la Juventud. Uno de los destinos más originales del Caribe.
Es la segunda isla en extensión de Cuba, con más de 2.400 kilómetros cuadrados, y junto a otros 600 cayos más conforma el archipiélago de Canarreos. Separada de la isla grande por el Golfo de Batabanó, fue descubierta por Colón en 1494 y bautizada como La Evangelista, una anécdota más en su larga lista de nombres. Siguanea, Camaraco y Guanaja para los aborígenes, a lo largo de su historia ha adoptado alias como Isla de las Cotorras, Colonia Reina Amalia, Isla de los Piratas e, incluso, Isla del Tesoro. Cuentan que Robert Louis Stevenson se basó en su pasado de piratas para escribir su famosa novela, siguiendo la historia del corsario Latrobe, que escondió un cargamento de oro y joyas que se consideró real tras encontrarse algunos objetos de valor en 1919. Los españoles la conocieron también como Isla de los Deportados, luego se llamó Isla Pinos por los bosques que cubrían la región, para finalmente, el 2 de agosto de 1978, adoptar su nombre actual en honor a los jóvenes que arrimaron el hombro tras el huracán Alma favoreciendo la recuperación de la isla. Historia e historietas aparte, Isla de la Juventud puede alcanzarse por aire con Cubana de Aviación, que opera de dos a tres vuelos diarios desde La Habana hasta Nueva Gerona (capital de la isla) por unos 30 € el trayecto, y por mar, a bordo del catamarán que cubre la distancia entre Batabanó y Nueva Gerona dos veces al día, opción curiosamente más cara.
Ecos de ayer, valores de hoy
Desde los aborígenes que vivían en la Punta del Este (dejando en sus cuevas unas pinturas rupestres que están consideradas la Capilla Sixtina del Caribe) hasta la vida del artista contemporáneo Kcho –natural de Nueva Gerona, que ha expuesto en ferias como Arco–, esta semidesconocida isla caribeña ha vivido mucho. Abandonada y considerada lugar de confinamiento por españoles y estadounidenses, objeto de deseo de Francis Drake, germen de una población cosmopolita venida de todas partes del mundo, casa de una de las prisiones que acogió presos alemanes y japoneses durante la Segunda Guerra Mundial, mazmorra de Fidel y destierro de Martí. Se dice pronto. De todos esos hecho históricos, quedan rincones para evocar la historia. Las Cuevas de Punta del Este, en Lanier, no disponen de infraestructura turística pero son visitables. El hospital de la cárcel Presidio Modelo es ahora un museo y se conserva el vapor Pinero, construido en Filadelfia en 1901 y utilizado para trasladar a los asaltantes al Cuartel Moncada. La finca El Abra, donde se confinó a un joven Jose Martí antes de ser deportado a España por sus ideas anticolonialistas, es también un museo declarado Monumento Nacional.
Accesible norte, indómito sur
La parte meridional de la isla posee una exuberante vegetación y una variada fauna, escondiendo gemas naturales como el Parque Nacional Ciénaga de Lanier, el Parque Nacional Marino de Punta Francés y varias reservas ecológicas como la de Los Indios, el punto más sureño del continente americano donde anidan grullas. En el sur viven muy pocas personas y muchos cocodrilos. Hay playas vírgenes de increíble hermosura como Playa Larga, un interesante criadero de tortugas y genuinos pueblos de descendencia caimanesa y jamaicana como Carapachibey o Cocodrilo, antes Jacksonville. Pero para disfrutar de ello, hay que pedir un permiso (al menos con un día de antelación) en la oficina de Ecotur de Nueva Gerona si se quiere ir por libre o contratar servicios privados sin necesidad de pedirlo. Punta Francés es reconocida mundialmente por sus fondos buceables, con un arrecife prácticamente virgen que cuenta con importantes colonias de corales de varias especies, gorgonias y esponjas, además de cuevas, pasadizos y túneles. En total, 56 lugares de inmersión con nombres tan atractivos como Pared de Coral Negro, Túnel del Amor, Cueva Azul o Pequeño Reino.
La única playa de arena negra en Cuba
Entre los límites del parque nacional y el norte de la isla, presidido por Nueva Gerona, se encuentran los principales asentamientos de población, como la mencionada capital, Demajagua o La Fe. Allí se localizan también las calas más populares, tal que Playa Bibijagua, famosa por ser la única playa de arena negra de toda Cuba –debido a la erosión de las rocas de mármol que abundan en la isla–, pero también Paraíso, El Gallego, Punta Piedra, Buenavista y Guayabo. Aunque para darse un baño especial no hay que irse a la costa. En la periferia de La Fe existe una fuente de agua medicinal descubierta por un médico español dotada de una casita, dos piscinas y solárium. Pero la excursión hasta El Caolín es más recomendable. Se trata de un lago ubicado en una antigua cantera de extracción de caolín, cuya riqueza de minerales ha provocado que sus aguas adquieran colores turquesa. No hay algas, ni peces, ni cocodrilos, pero sí fangos maravillosos en su orilla. Basta untárselos de pies a cabeza, dejarlos secar al sol y luego volver a bañarse, para volver a casa con una piel digna del mejor wellness.
Hoteles: Días de buceo, noches de descanso
A excepción de algunos hoteles pequeños y casas de huéspedes en Nueva Gerona, Isla de la Juventud no cuenta con otro hotel destacable que no sea El Colony (www.hotelelcolony.com). Emplazado en Siguanea, en el suroeste de la isla, dispone de un reputado Centro de Buceo Internacional desde el que se gestionan la mayor parte de inmersiones en Punta Francés. Anclado en los años 50, aunque sufrió una remodelación a principios de siglo, cuenta con varios bungalós dobles, seis suites y dos suites presidenciales, además de funcionales comodidades. Nótese que aquí el lujo no es el hotel, sino su emplazamiento y sus actividades de buceo y esnórquel.
Sin embargo, en Cayo Largo del Sur, el principal polo turístico de Isla de la Juventud a pesar de encontrarse a 140 kilómetros de ella, existen unas mil habitaciones de hotel, siendo popular por sus 24 kilómetros de playa de arena blanca rodeados de abundante vegetación, una estampa sin duda más paradisíaca. Como opciones de alojamiento, destaca uno de los cinco establecimientos de la cadena Gran Caribe (www.grancaribe.com) –el Hotel Playa Blanca, también conocido como Barceló Cayo Largo– y los dos hoteles de Meliá (www.solmelia.com), Sol Pelícano y Sol Cayo Largo, que operan en régimen de todo incluido. Gran Caribe es un cuatro estrellas en primera línea de playa con arquitectura de estilo caribeño, formado por edificios de dos plantas vestidos de vivos colores. Cuenta con 306 habitaciones estándar que incluyen buenas comodidades, varias opciones de restauración y una oferta de actividades con tiro con arco, voleibol playa y cuantos deportes acuáticos permite el entorno. Los dos establecimientos de la cadena española cuelgan las cinco estrellas y entre ambos queda un buen tramo de playa privada. Sol Pelícano consta de 307 habitaciones –tres de ellas sin barreras arquitectónicas– con balcón o terraza, así como tres restaurantes, dos bares, dos piscinas, el centro deportivo Casa Club, guardería y centro infantil, dos pistas de tenis y teatro para espectáculos nocturnos. Sol Cayo Largo cuenta con menos habitaciones, pero éstas son más sofisticadas, y dispone además de spa, centro de buceo, sala de fiestas y un club cubano con talleres de arte o cursos de cocina.
Es la segunda isla en extensión de Cuba, con más de 2.400 kilómetros cuadrados, y junto a otros 600 cayos más conforma el archipiélago de Canarreos. Separada de la isla grande por el Golfo de Batabanó, fue descubierta por Colón en 1494 y bautizada como La Evangelista, una anécdota más en su larga lista de nombres. Siguanea, Camaraco y Guanaja para los aborígenes, a lo largo de su historia ha adoptado alias como Isla de las Cotorras, Colonia Reina Amalia, Isla de los Piratas e, incluso, Isla del Tesoro. Cuentan que Robert Louis Stevenson se basó en su pasado de piratas para escribir su famosa novela, siguiendo la historia del corsario Latrobe, que escondió un cargamento de oro y joyas que se consideró real tras encontrarse algunos objetos de valor en 1919. Los españoles la conocieron también como Isla de los Deportados, luego se llamó Isla Pinos por los bosques que cubrían la región, para finalmente, el 2 de agosto de 1978, adoptar su nombre actual en honor a los jóvenes que arrimaron el hombro tras el huracán Alma favoreciendo la recuperación de la isla. Historia e historietas aparte, Isla de la Juventud puede alcanzarse por aire con Cubana de Aviación, que opera de dos a tres vuelos diarios desde La Habana hasta Nueva Gerona (capital de la isla) por unos 30 € el trayecto, y por mar, a bordo del catamarán que cubre la distancia entre Batabanó y Nueva Gerona dos veces al día, opción curiosamente más cara.
Ecos de ayer, valores de hoy
Desde los aborígenes que vivían en la Punta del Este (dejando en sus cuevas unas pinturas rupestres que están consideradas la Capilla Sixtina del Caribe) hasta la vida del artista contemporáneo Kcho –natural de Nueva Gerona, que ha expuesto en ferias como Arco–, esta semidesconocida isla caribeña ha vivido mucho. Abandonada y considerada lugar de confinamiento por españoles y estadounidenses, objeto de deseo de Francis Drake, germen de una población cosmopolita venida de todas partes del mundo, casa de una de las prisiones que acogió presos alemanes y japoneses durante la Segunda Guerra Mundial, mazmorra de Fidel y destierro de Martí. Se dice pronto. De todos esos hecho históricos, quedan rincones para evocar la historia. Las Cuevas de Punta del Este, en Lanier, no disponen de infraestructura turística pero son visitables. El hospital de la cárcel Presidio Modelo es ahora un museo y se conserva el vapor Pinero, construido en Filadelfia en 1901 y utilizado para trasladar a los asaltantes al Cuartel Moncada. La finca El Abra, donde se confinó a un joven Jose Martí antes de ser deportado a España por sus ideas anticolonialistas, es también un museo declarado Monumento Nacional.
Accesible norte, indómito sur
La parte meridional de la isla posee una exuberante vegetación y una variada fauna, escondiendo gemas naturales como el Parque Nacional Ciénaga de Lanier, el Parque Nacional Marino de Punta Francés y varias reservas ecológicas como la de Los Indios, el punto más sureño del continente americano donde anidan grullas. En el sur viven muy pocas personas y muchos cocodrilos. Hay playas vírgenes de increíble hermosura como Playa Larga, un interesante criadero de tortugas y genuinos pueblos de descendencia caimanesa y jamaicana como Carapachibey o Cocodrilo, antes Jacksonville. Pero para disfrutar de ello, hay que pedir un permiso (al menos con un día de antelación) en la oficina de Ecotur de Nueva Gerona si se quiere ir por libre o contratar servicios privados sin necesidad de pedirlo. Punta Francés es reconocida mundialmente por sus fondos buceables, con un arrecife prácticamente virgen que cuenta con importantes colonias de corales de varias especies, gorgonias y esponjas, además de cuevas, pasadizos y túneles. En total, 56 lugares de inmersión con nombres tan atractivos como Pared de Coral Negro, Túnel del Amor, Cueva Azul o Pequeño Reino.
La única playa de arena negra en Cuba
Entre los límites del parque nacional y el norte de la isla, presidido por Nueva Gerona, se encuentran los principales asentamientos de población, como la mencionada capital, Demajagua o La Fe. Allí se localizan también las calas más populares, tal que Playa Bibijagua, famosa por ser la única playa de arena negra de toda Cuba –debido a la erosión de las rocas de mármol que abundan en la isla–, pero también Paraíso, El Gallego, Punta Piedra, Buenavista y Guayabo. Aunque para darse un baño especial no hay que irse a la costa. En la periferia de La Fe existe una fuente de agua medicinal descubierta por un médico español dotada de una casita, dos piscinas y solárium. Pero la excursión hasta El Caolín es más recomendable. Se trata de un lago ubicado en una antigua cantera de extracción de caolín, cuya riqueza de minerales ha provocado que sus aguas adquieran colores turquesa. No hay algas, ni peces, ni cocodrilos, pero sí fangos maravillosos en su orilla. Basta untárselos de pies a cabeza, dejarlos secar al sol y luego volver a bañarse, para volver a casa con una piel digna del mejor wellness.
Hoteles: Días de buceo, noches de descanso
A excepción de algunos hoteles pequeños y casas de huéspedes en Nueva Gerona, Isla de la Juventud no cuenta con otro hotel destacable que no sea El Colony (www.hotelelcolony.com). Emplazado en Siguanea, en el suroeste de la isla, dispone de un reputado Centro de Buceo Internacional desde el que se gestionan la mayor parte de inmersiones en Punta Francés. Anclado en los años 50, aunque sufrió una remodelación a principios de siglo, cuenta con varios bungalós dobles, seis suites y dos suites presidenciales, además de funcionales comodidades. Nótese que aquí el lujo no es el hotel, sino su emplazamiento y sus actividades de buceo y esnórquel.
Sin embargo, en Cayo Largo del Sur, el principal polo turístico de Isla de la Juventud a pesar de encontrarse a 140 kilómetros de ella, existen unas mil habitaciones de hotel, siendo popular por sus 24 kilómetros de playa de arena blanca rodeados de abundante vegetación, una estampa sin duda más paradisíaca. Como opciones de alojamiento, destaca uno de los cinco establecimientos de la cadena Gran Caribe (www.grancaribe.com) –el Hotel Playa Blanca, también conocido como Barceló Cayo Largo– y los dos hoteles de Meliá (www.solmelia.com), Sol Pelícano y Sol Cayo Largo, que operan en régimen de todo incluido. Gran Caribe es un cuatro estrellas en primera línea de playa con arquitectura de estilo caribeño, formado por edificios de dos plantas vestidos de vivos colores. Cuenta con 306 habitaciones estándar que incluyen buenas comodidades, varias opciones de restauración y una oferta de actividades con tiro con arco, voleibol playa y cuantos deportes acuáticos permite el entorno. Los dos establecimientos de la cadena española cuelgan las cinco estrellas y entre ambos queda un buen tramo de playa privada. Sol Pelícano consta de 307 habitaciones –tres de ellas sin barreras arquitectónicas– con balcón o terraza, así como tres restaurantes, dos bares, dos piscinas, el centro deportivo Casa Club, guardería y centro infantil, dos pistas de tenis y teatro para espectáculos nocturnos. Sol Cayo Largo cuenta con menos habitaciones, pero éstas son más sofisticadas, y dispone además de spa, centro de buceo, sala de fiestas y un club cubano con talleres de arte o cursos de cocina.