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Nivel 2
- 107
- 184
Hay gente que te la pone fácil, que te allana el camino... Que te corre las piedras que no viste porque estabas demorado en otro pantano.
Gente que festeja tu sonrisa, que te pone una manta, porque como tiene frío, se adelanta al tuyo.
Gente que te escucha con el corazón y mirándote a los ojos, y a la que no le importa gastar sus minutos en discutir algo que no va a sumar nada a ninguna de las dos partes.
Gente que te cuída, te valora y te respeta, sobre todo cuando estás ausente...
Esa gente que te quiere sin vueltas, sin enrosques, tan como eres... sin pedido de facturas, ni reproches.
Gente que te elige por tu compañía, por quien eres. Porque acepta tus heridas y tu belleza interior.
Gente buena. Gente que vuela tu vuelo, por lejano que parezca, y te recuerda los tres deseos que te tocan para tu cumpleaños.
Gente con la que puedes torcer el camino que siempre estará ahí para enderezar y amoldar tus torceduras. Con la que puedes hasta olvidar mil veces la canción de tu corazón, que estará para ahí contártela, recordártela.
Gente que alimenta tu alma. Que sana, cura, salva.
Esa gente se vuelve imprescindible, se cuida como lo más preciado.
Esa gente es necesaria, y uno tiene que valorarla cuando está; no cuando hace falta.
A esa gente se le ama. Y punto.
Gente que festeja tu sonrisa, que te pone una manta, porque como tiene frío, se adelanta al tuyo.
Gente que te escucha con el corazón y mirándote a los ojos, y a la que no le importa gastar sus minutos en discutir algo que no va a sumar nada a ninguna de las dos partes.
Gente que te cuída, te valora y te respeta, sobre todo cuando estás ausente...
Esa gente que te quiere sin vueltas, sin enrosques, tan como eres... sin pedido de facturas, ni reproches.
Gente que te elige por tu compañía, por quien eres. Porque acepta tus heridas y tu belleza interior.
Gente buena. Gente que vuela tu vuelo, por lejano que parezca, y te recuerda los tres deseos que te tocan para tu cumpleaños.
Gente con la que puedes torcer el camino que siempre estará ahí para enderezar y amoldar tus torceduras. Con la que puedes hasta olvidar mil veces la canción de tu corazón, que estará para ahí contártela, recordártela.
Gente que alimenta tu alma. Que sana, cura, salva.
Esa gente se vuelve imprescindible, se cuida como lo más preciado.
Esa gente es necesaria, y uno tiene que valorarla cuando está; no cuando hace falta.
A esa gente se le ama. Y punto.