Mi mamá dice que me llevará a un psicólogo.
Todo por culpa de ese hámster.
¿Acaso yo pedí tener mascotas?

Dijo que no lo había creído posible cuando el perro se había ahorcado con su propia soga, que le había surgido la sospecha cuando los peces se fueron por el inodoro.

Cuando vio la jaula del pequeño lagartijo vacía, fue directo hacia mis cosas.
Y lo encontró en medio de mi libro de matemáticas.

Con el loro no pudo sospechar nada, pero solo porque se olvidó de revisar de nuevo mi libro de mates, ahí dentro tengo unos marcadores multicolores con forma de plumas.

El pollito terminó en la olla.
¿Los animales no son para alimentarse?
Yo no lo entiendo, pero la sopa quedó muy buena.

El conejito, bueno, ella no sabe que el cojín de la sala no lo compré en la feria.

Y ahora el maldito hámster. Que ensangrentado salió corriendo hacia la sala.
¡Joder¡ Debí haber esperado que ella no estuviera en casa, o haberle cortado primero las patas.

Una charla de más de una hora con mi madre, de 10 minutos con mi padre, de media hora con mi tía y 2 horas escuchando a mi abuela jurar por todos los dioses.

Quizás por eso es que no creo que me lleve al psicólogo.
¿Además que le diré al psicólogo?…
Que la muerte no puede arrebatarme aquello que ya forma parte de sus huestes.

Solo espero que en el psiquiátrico dónde me abandoné no hayan animales.