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Miembro 290
Invitado
El personaje de Hannibal Lecter, de la película El Silencio de los corderos, existe en la vida real, su nombre es Robert Maudsley, un inglés que cometió atroces crímenes. En él se inspiraron para crear ese asesino despiadado en la pantalla grande. Es tanta su peligrosidad, que las autoridades inglesas crearon una celda especial para él: una jaula de cristal, similar a la de HL en la película. Tiene apenas 5,5 metros de largo y 4,5 medio de ancho. Con grandes ventanas a pruebas de balas, donde es vigilado 23 horas al día por guardias armados. La hora restante sale a un patio para hacer ejercicio, acompañado por 6 guardias armados y sin otro preso en el lugar. Cómo es esta prisión acorazada?? Pues, solo hay una mesa y una silla fabricadas de cartón comprimido y el inodoro y un lavamanos fijados herméticamente al suelo. La cama es de hormigón y la puerta está hecha de acero sólido. La jaula está rodeada de gruesos paneles acrílicos transparentes y solo tiene una pequeña abertura por donde los guardias le pasan la comida.
Qué hizo este criminal para ser el asesino más custodiado del planeta? Maudsley nació en Toxteth, un pueblo cercano a Liverpool en junio de 1953. Sus padres lo abandonaron al nacer y terminó en un orfanato católico de Merseyside junto a tres de sus 11 hermanos. Pero a los 8 años sus padres, para cobrar los seguros de mantenimiento de sus hijos, los llevaron a su casa. Un infierno. Su madre adicta a la cocaína y su padre alcohólico, que fue su mayor tormento. El hombre abusaba del niño y lo sometía a brutales palizas. Al punto de terminar encerrándolo en una habitación. Tiempo después, declararía: “lo que más recuerdo de esos momentos eran las palizas. Una vez estuve encerrado en mi habitación por seis meses. Mi padre sólo abría la puerta para golpearme y violarme. Creo que lo hacía entre cuatro y seis veces por día. Una vez rompió un rifle de aire comprimido en mi espalda”.
A los 16 años fue llevado a un centro de menores. Había crecido y su padre temía que lo matara después de tantas torturas que le había infligido. Allí, el futuro criminal se hizo adicto la cocaína y la marihuana. Y para poder lograr la droga, se dedicó a la prostitución. Tres veces intentó suicidarse y les decía a los psicólogos que lo atendieron que oía voces con un único mensaje: “tienes que matar a tus padres”. Y, bueno, sus padres se salvaron... Otros no.
A los 21 años arregló con un pedófilo, John Farrel, para tener relaciones sexuales. Cuando este le mostró fotos de niños a los que había abusado, Maudsley se transformó. Se cansó de golpearlo y terminó estrangulándolo. Y lo atraparon. Fue condenado a cadena perpetua por el asesinato, y las pericias psicológicas fueron unánimes: “nunca debe ser liberado. Si lo hacen matará una y otra vez”. Fue declarado no apto para ser juzgado debido a una presunta psicosis en el momento del asesinato y terminó en el hospital psiquiátrico de alta seguridad de Broadmoor. Un par de años en ese lugar hicieron que sus problemas psíquicos se acentuaran. En 1977, acompañado de otro recluso, encerró en su celda a David Cheeseman, que estaba condenado por pedofilia. Durante nueve horas lo torturaron con los métodos más atroces. Era su segundo asesinato y ya no podían tenerlo allí. Debía ser trasladado a un lugar más seguro. Ese lugar era llamado la “mansión monstruosa” porque todos sus detenidos eran los asesinos más peligrosos de Inglaterra. Era 1978 y su primera víctima en el lugar fue Salney Darwood, que estaba allí condenado por torturar a su mujer. Wakefield lo llevó a su celda, le destrozó la cara a golpes y luego lo acuchilló unas 90 veces. Fue a buscar a otros presos para invitarlos a su celda y todos se negaban, hasta que encontró a Bill Roberts, encarcelado por violar a una niña de 7 años. Maudsley lo asesinó clavándole una cuchara en la oreja. Le abrió la tapa craneal y se comió parte del cerebro. Desde ese momento pasó a ser “Hannibal, el caníbal”. Con pasmosa tranquilidad se acercó a un guardia y le dijo: “esta noche habrá dos menos en la cena”.
Con cuatro asesinatos a cuestas y sed de más sangre, las autoridades empezaron a construir la jaula donde lo encerrarían. Y allí entró en 1983. Es el británico que más tiempo ha estado en aislamiento en la historia del Reino Unido y en ese tiempo mostró sus pasiones: la música clásica, la lectura, el arte y la poesía. Todo copiado para el Hannibal Lecter de la película. Y copiaron algo más: tiene un coeficiente intelectual muy superior a la media.
Qué hizo este criminal para ser el asesino más custodiado del planeta? Maudsley nació en Toxteth, un pueblo cercano a Liverpool en junio de 1953. Sus padres lo abandonaron al nacer y terminó en un orfanato católico de Merseyside junto a tres de sus 11 hermanos. Pero a los 8 años sus padres, para cobrar los seguros de mantenimiento de sus hijos, los llevaron a su casa. Un infierno. Su madre adicta a la cocaína y su padre alcohólico, que fue su mayor tormento. El hombre abusaba del niño y lo sometía a brutales palizas. Al punto de terminar encerrándolo en una habitación. Tiempo después, declararía: “lo que más recuerdo de esos momentos eran las palizas. Una vez estuve encerrado en mi habitación por seis meses. Mi padre sólo abría la puerta para golpearme y violarme. Creo que lo hacía entre cuatro y seis veces por día. Una vez rompió un rifle de aire comprimido en mi espalda”.
A los 16 años fue llevado a un centro de menores. Había crecido y su padre temía que lo matara después de tantas torturas que le había infligido. Allí, el futuro criminal se hizo adicto la cocaína y la marihuana. Y para poder lograr la droga, se dedicó a la prostitución. Tres veces intentó suicidarse y les decía a los psicólogos que lo atendieron que oía voces con un único mensaje: “tienes que matar a tus padres”. Y, bueno, sus padres se salvaron... Otros no.
A los 21 años arregló con un pedófilo, John Farrel, para tener relaciones sexuales. Cuando este le mostró fotos de niños a los que había abusado, Maudsley se transformó. Se cansó de golpearlo y terminó estrangulándolo. Y lo atraparon. Fue condenado a cadena perpetua por el asesinato, y las pericias psicológicas fueron unánimes: “nunca debe ser liberado. Si lo hacen matará una y otra vez”. Fue declarado no apto para ser juzgado debido a una presunta psicosis en el momento del asesinato y terminó en el hospital psiquiátrico de alta seguridad de Broadmoor. Un par de años en ese lugar hicieron que sus problemas psíquicos se acentuaran. En 1977, acompañado de otro recluso, encerró en su celda a David Cheeseman, que estaba condenado por pedofilia. Durante nueve horas lo torturaron con los métodos más atroces. Era su segundo asesinato y ya no podían tenerlo allí. Debía ser trasladado a un lugar más seguro. Ese lugar era llamado la “mansión monstruosa” porque todos sus detenidos eran los asesinos más peligrosos de Inglaterra. Era 1978 y su primera víctima en el lugar fue Salney Darwood, que estaba allí condenado por torturar a su mujer. Wakefield lo llevó a su celda, le destrozó la cara a golpes y luego lo acuchilló unas 90 veces. Fue a buscar a otros presos para invitarlos a su celda y todos se negaban, hasta que encontró a Bill Roberts, encarcelado por violar a una niña de 7 años. Maudsley lo asesinó clavándole una cuchara en la oreja. Le abrió la tapa craneal y se comió parte del cerebro. Desde ese momento pasó a ser “Hannibal, el caníbal”. Con pasmosa tranquilidad se acercó a un guardia y le dijo: “esta noche habrá dos menos en la cena”.
Con cuatro asesinatos a cuestas y sed de más sangre, las autoridades empezaron a construir la jaula donde lo encerrarían. Y allí entró en 1983. Es el británico que más tiempo ha estado en aislamiento en la historia del Reino Unido y en ese tiempo mostró sus pasiones: la música clásica, la lectura, el arte y la poesía. Todo copiado para el Hannibal Lecter de la película. Y copiaron algo más: tiene un coeficiente intelectual muy superior a la media.