¿Qué le causo la ofensa?
__ Un meme
__ Un comentario
__ Un video
__ Una foto
X Alguien que no piensa igual que yo
¿Se indignó y tuvo ganas de llorar?
__ Si lloré como un bebe
__ Llore dos ríos
__ No tanto, pero solloce
__ Aguante hasta los mocos para no llorar
¿Necesita pañuelito en caso de un extendido llanto?
X Si, gracias que amable
__ No
¿Cree usted poder superarlo?
__Si
__No
__ Tal vez
X Nunca
Motivos para rellenar el formulario
(Deje señalado todas las razones posibles)
__ Soy un idiota X Soy mejor que los demás
__ Soy toda una llorica __ Soy un mojigato
__ Tengo la piel muy fina __ ¡Porqué no sé me ocurrió a mí!
__ Sin rodeos, soy gilipollas como Faxer __ Nadie se inmuto en darle i like a mi comentario
__ La vida es injusta __ Soy emo
__ Me siento identificado X por otros motivos (escribalo)
Pues era una tarde tranquila donde me dispuse a publicar un comentario en facebook donde hablaba sobre la importancia de la relación de la industrialización con la importancia del flujo económico a nivel macro donde expuse los criterios que lo identificaban que daba como resultado una mayor productividad y una mejor gestión de los recursos. Toma de decisiones más eficiente basada en información real. Procesos productivos más óptimos e integrados. Aumento de la flexibilidad para lograr una producción masiva y personalizada en tiempo real.
Seguido vino una señora que le importaba 3 pepinos al decir que la infraestructura economica capitalista no pone en valor esto porque no tiene fluctuacion economica en el tiempo debido a la base estratégica creada por parte de los años de inversion en sectores específicos de la sociedad para satisfacer productos y servicios que mantengan una economia estable a pesar de las crisis.
Seguido de esto me puse a explicarle de su razonamiento que no era del todo correcto debido a la comprensión de la actual crisis del sistema capitalista mundial reviste una gran complejidad analítica: concita siete explicaciones teóricas canalizadas por tres vertientes paradigmáticas, expresa diez dimensiones críticas, afronta cuatro paradojas sintomáticas y suscita seis respuestas políticamente diferenciadas. Además de examinar el intrincado debate, este artículo analiza críticamente la crisis como un problema de carácter estructural, sistémico y civilizatorio. En primera instancia, esta es una crisis de valorización que entraña una espiral de sobreacumulación, la caída de la tasa de ganancia y la ruptura de las dinámicas de acumulación; pero en última instancia significa una crisis civilizatoria. La acumulación mundial centralizada, comandada por el capital transnacional y basada en la explotación del trabajo barato, devastación ambiental y financiarización muestra sus verdaderos límites. Empero, el gran capital pretende restaurar el proceso de concentración de capital, poder, riqueza y conocimiento, sin importar que la vida humana y el metabolismo social estén amenazados de múltiples formas.
La estrategia de acumulación mundial centralizada, la llamada globalización neoliberal, desplegada en las últimas tres décadas y media, articula nuevas modalidades de generación y apropiación de riqueza que le permite a los monopolios y oligopolios transnacionales acceder a fuentes de ganancia extraordinaria, una nueva división internacional del trabajo basada en la configuración de cadenas globales de producción y el uso masivo de fuerza de trabajo barata; la incorporación de la mayoría de los recursos naturales al proceso de valorización de capital, tanto de la litosfera como de la biosfera: también la famoza privatización de medios de producción y sectores económicos estratégicos, la sobreexplotación del trabajo directo, generación de una desbordante sobrepoblación e incremento de la migración forzada y la privatización del conocimiento mediante la propiedad intelectual y explotación del “capital humano”, es decir, la pretensión de subsumir realmente el trabajo científico-tecnológico donde también participa la migración de trabajadores altamente calificados.
No obstante, el capitalismo neoliberal afronta en nuestros días una crisis general que interpela a la humanidad acerca de seguir otorgando primacía a los intereses del capital o poner en el centro la necesidad de mejorar sustancialmente las condiciones de vida y trabajo de la mayoría de la población y de garantizar la reproducción de la vida humana en simbiosis con su entorno planetario. El primer camino reclama la aplicación de programas de rescate de empresas, o mejor dicho, de empresarios y sus monopolios y oligopolios, en respaldo al proceso de concentración y centralización de capital subyacente a la crisis.
Este camino significa mantener indemnes algunos de los soporte clave de la acumulación mundial centralizada, como la extenuante explotación del trabajo inmediato —aunado a la tentativa de controlar el trabajo científico-tecnológico— y la depredación del medio ambiente, y sólo plantea regular la especulación financiera desorbitada, lo cual puede derivar en un neoliberalismo regulado por el Estado. La otra opción significa colocar en el centro el sistema de reproducción de la vida humana en el planeta, dentro del proceso de metabolismo social humanidad-naturaleza. Esta alternativa entraña la necesidad de generar cambios profundos en las estructuras de la sociedad capitalista y en el entramado institucional y político que le da soporte, en beneficio de la mayoría de las clases sociales que ha sido paulatinamente despojada de sus medios de producción y subsistencia, expuesta a condiciones altas de explotación laboral, excluida de los procesos de producción social y generación de conocimiento, confinada a espacios de hacinamiento y servicios precarios, expuesta a la compra de alimentos y medicinas caros, pese a su abundancia en el mercado, aunado al hecho de que la violencia social y estatal se ha desatado por todos los rincones del planeta y la militarización ha significado en distintos ámbitos geográficos una escalada mortal. Esta opción no se inscribe en un abstracto humanitarismo, que no identifica las relaciones de conflicto y desigualdad prevalecientes en la sociedad capitalista, sino que reclama la necesidad de ir al fondo del problema y plantear estrategias posneoliberales y poscapitalistas, porque, al final de cuentas, bajo el comando del gran capital transnacionales, no hay opciones viables para la mayoría de la población.
Bajo el paraguas de la visión dominante, la actual crisis del capitalismo mundial está circunscrita en la órbita económica y, más precisamente, en la financiera. Estados Unidos configura su epicentro, por lo que para el resto de los países se crea la imagen de que la crisis “viene de fuera”. El móvil se ubica en la desregulación del mercado y la codicia y especulación del capital financiero. El factor detonante radica en el estallido de una burbuja especulativa del sector hipotecario debido a la irresponsable colocación de créditos incobrables entre población de bajos salarios o ingresos inestables y a la propagación y negociación sucesiva de estos créditos entre diversas instancias financieras con el afán de obtener ganancias prontas y abundantes. La respuesta política más socorrida descansa en los programas estatales de rescate de las grandes corporaciones financieras e industriales mediante la transferencia de multimillonarios recursos públicos, sin que exista transparencia sobre su uso. La tónica ha sido garantizar la solvencia y riqueza de empresarios y accionistas, y no el rescate de empresas, empleos y población excluida y desposeída. Además se plantea regular al capital financiero y promover una mayor participación del Estado. Esta estrategia que se presenta con la investidura de un keynesianismo redivivo, por el momento encubre un neoliberalismo regulado por el Estado.Hoy en día, el capitalismo afronta una severa crisis de alcance mundial que ha sido motejada, de manera reduccionista, como una crisis financiera que hizo eclosión en Estados Unidos, nada menos que el centro del sistema capitalista mundial, debido a la desregulación del sistema financiero y a la codicia y especulación del capital financiero, que en la búsqueda de mayores ganancias se desprendió de la llamada economía real y recurrió a instrumentos financieros como la titularización, sucuritización, bursatilización, es decir, lo que se ha dado en llamar la financiarización. Bajo ese mecanismo, las superganancias del capital transnancional, los fondos soberanos, los fondos de inversión y otros recursos financieros ingresaban a la frenética órbita del capital ficticio que deambulaba los intersticios del sistema mundial, con el respaldo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación y la aquiescencia de los Estados nacionales, en la búsqueda de ganancias mayúsculas y prontas. Las estafas estuvieron a la orden del día. Sin embargo, correspondió a los créditos chatarra otorgados a población de bajos recursos o ingresos irregulares de Estados Unidos, entre ellos los inmigrantes, los nuevos pobres, presionar para que explotara la burbuja del sector hipotecario. Los pobres son invocados, bajo esta interpretación, como el eslabón más débil que detonó la gran crisis. Los efectos nocivos pronto trasminaron en la industria de la construcción, donde se ocupa una buena porción de inmigrantes, y al resto de la economía de Estados Unidos y del mundo. Ahora, esa burbuja toma las dimensiones de una depresión económica mundial.
A la cual tras esta explicación se me dio dislike y me llamaron de muchas formas o sea me siento ofendidizimo T_T :v