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βαяση Яσĵσ
Invitado
El dolmen es un monumento megalítico prehistórico, formado por dos o más grandes losas de piedra sin labrar hincadas en el suelo, que soportan una piedra plana a modo de techo. Su construcción data fundamentalmente del V y el IV milenio a.C., pero también tuvo lugar en el III milenio a.C. Los dólmenes fueron en ocasiones recubiertos de tierra para formar inmensos montículos artificiales o túmulos, pero a veces está cubierta de tierra únicamente afectaba al coronamiento. Muchos estaban rodeados a su vez por un círculo de otros megalitos. Se cree que los dólmenes fueron cámaras mortuorias.
En el año 1988, Abel Hernández Muñoz e Ileana Valdés, miembros de la Sociedad Epigráfica de Cuba (SOEC), descubren en el municipio de Taguasco, provincia de Sancti Spíritus, lo que sería, aparentemente, un dolmen. Finalizando 1992 los investigadores identificaron varios signos o caracteres alfabéticos, utilizados, aparentemente, por ibero púnicos en el sur de la península ibérica hasta 300 años anteriores a nuestra era cristiana. Con posterioridad al hallazgo, se reconocía en el epigrama, un nombre conocido de antaño por la religión celta: el dios solar Bel. Esta inscripción, que figura en la cara oeste del Dolmen de Taguasco, no ha sido la única encontrada a lo largo y ancho de este inmenso archipiélago cubano.
El 21 de marzo del año 1992, miembros de la SOEC visitaron Taguasco. La fecha: equinoccio de primavera. Cuando amaneció, los expedicionarios quedaron impresionados a la salida del sol. El astro rey surgía del horizonte, exactamente entre dos enormes piedras verticales del megalito. El eje de las dos moles apuntaba directamente hacia los 90 grados, corroborándose así el punto de salida solar para dicho equinoccio.
Algunos estudios han descartado la posibilidad de que el dolmen de Taguasco constituya un legado de las culturas aborígenes cubanas, ya que los grupos más adelantados llegaban sólo al neolítico, eran agroalfareros que producían una cerámica primaria.
Con relación al “dolmen de Taguasco” puede y debe considerarse que: se trata, en opinión de varios estudiosos y analistas, de un observatorio megalítico. Este observatorio tiene grabado inscripciones que se estiman son ibero púnicas y celtíberas. Por tanto se infiere que posibles grupos marinos pudieron establecer alguna colonia en Cuba cientos de años antes de Cristo. Las piedras que conforman el dolmen pesan varias toneladas y los aborígenes cubanos no estaban en capacidad de erigir un monumento de esa magnitud, así como tampoco conocían la escritura.
En el año 1988, Abel Hernández Muñoz e Ileana Valdés, miembros de la Sociedad Epigráfica de Cuba (SOEC), descubren en el municipio de Taguasco, provincia de Sancti Spíritus, lo que sería, aparentemente, un dolmen. Finalizando 1992 los investigadores identificaron varios signos o caracteres alfabéticos, utilizados, aparentemente, por ibero púnicos en el sur de la península ibérica hasta 300 años anteriores a nuestra era cristiana. Con posterioridad al hallazgo, se reconocía en el epigrama, un nombre conocido de antaño por la religión celta: el dios solar Bel. Esta inscripción, que figura en la cara oeste del Dolmen de Taguasco, no ha sido la única encontrada a lo largo y ancho de este inmenso archipiélago cubano.
El 21 de marzo del año 1992, miembros de la SOEC visitaron Taguasco. La fecha: equinoccio de primavera. Cuando amaneció, los expedicionarios quedaron impresionados a la salida del sol. El astro rey surgía del horizonte, exactamente entre dos enormes piedras verticales del megalito. El eje de las dos moles apuntaba directamente hacia los 90 grados, corroborándose así el punto de salida solar para dicho equinoccio.
Algunos estudios han descartado la posibilidad de que el dolmen de Taguasco constituya un legado de las culturas aborígenes cubanas, ya que los grupos más adelantados llegaban sólo al neolítico, eran agroalfareros que producían una cerámica primaria.
Con relación al “dolmen de Taguasco” puede y debe considerarse que: se trata, en opinión de varios estudiosos y analistas, de un observatorio megalítico. Este observatorio tiene grabado inscripciones que se estiman son ibero púnicas y celtíberas. Por tanto se infiere que posibles grupos marinos pudieron establecer alguna colonia en Cuba cientos de años antes de Cristo. Las piedras que conforman el dolmen pesan varias toneladas y los aborígenes cubanos no estaban en capacidad de erigir un monumento de esa magnitud, así como tampoco conocían la escritura.
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