De pequeño quería ser pintor, más bien caricaturista o dibujante de historietas. Aún conservo muchas de mis libretas escolares llenas de historias, viñetas y diferentes situaciones que imaginaba, como una película. Era buen guionista, además de dibujante. Creo que hubiese incursionado muy bien en los story boards que sirven para recrear escenas de películas. También me gustaba pintar bocetos y autorretratos.
En fin. Fue mi expectativa cuando niño, y parte de mi adolescencia. Durante el transcurrir del tiempo, no pude ingresar en ningún lugar donde pudiera ejercer este arte, salvo cuando fui alumno del recientemente fallecido Cecilio Avilés (el creador de Cecilín y Coti), en un taller de dibujo por El Capitolio, hace ya varios años.
La historia se puso algo apretada después y tuve que guardar mis lápices y libretas en el baúl y dedicarme a trabajar, porque del cielo lo único que cae es agua.
Si, fue algo complejo abandonar mi pasión, pero nada se pudo hacer. A estas alturas, no sé si aún tenga la habilidad para seguir dibujando.