Comienza podando ramas innecesarias, más tarde continúa con aquellas que necesiten ajustar su tamaño al estilo que deseas. Una vez que hayas realizado la primera transformación, deja que la planta se asiente. Tras unas tres semanas, trasplántala a un recipiente para bonsái.
Como todo árbol, el bonsái depende de sus raíces para vivir por lo que debemos proporcionar los nutrientes y el agua que necesitan para estar saludables. El suelo debe ser poroso y con un buen drenaje para evitar encharcamientos. El sustrato o suelo, lo puedes hacer tú mismo o comprarlo ya hecho.
Lo principal es estar atentos al follaje del árbol y a la humedad de la tierra. Riega tu bonsái con agua de lluvia cuando la tierra se encuentre ligeramente seca, si aún está algo húmeda espera un tiempo. Es mejor así, ya que las raíces son muy sensibles al encharcamiento y pueden pudrirse por falta de oxigenación.
Hay varios árboles que usted puede cultivar en el interior de su vivienda, pero el más común (y el más fácil de cuidar) es el Bonsái de ficus. El Ficus Bonsái es tolerante a la baja humedad y puede soportar muchos malos cuidados; es una buena opción para principiantes.
Si os olvidáis de regar vuestro Bonsái hasta que el suelo se seque completamente, las raíces del árbol también se secarán y morirán. En unos días veréis las hojas marchitarse y caer. Si las raíces se han secado por completo, entonces no podéis salvar vuestro árbol.
Los bonsáis se riegan por encima una primera vez, para que la humedad abra los poros de la tierra. Al cabo de unos minutos se vuelven a regar a fondo, hasta que el agua salga por los agujeros de drenaje. La bandeja que acompaña a los bonsáis de interior sirve para que el agua sobrante no gotee encima de los muebles.
Los bonsáis han de vivir dónde reciban el sol y el aire, donde puedan recibir con alegría la lluvia y, sobre todo, donde les llegue bien la humedad de la noche. Una terraza, balcón, jardín o simplemente una ventana será el lugar idóneo para colocar nuestro bonsái.