orion
Nivel 3
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Autoestima
Incontables veces hemos escuchado hablar de autoestima, en general los criterios coinciden en que es amarse a sí mismo; hecho que muchos confunden con amar la belleza de su físico en exceso al punto de amplificar sus cualidades físicas para ocultar sus defectos, eso es narcisismo; otros deciden poner en grado superlativo sus cualidades de ser lo mejor en todo degradando implícita o explícitamente a los demás, eso es arrogancia. La verdadera autoestima es la base fundamental para que el ser humano desarrolle al máximo sus capacidades, es el punto de partida para el desarrollo positivo de las relaciones humanas, del aprendizaje, de la creatividad y de la responsabilidad personal. La verdadera autoestima es reconocer en sí mismo todas tus virtudes, pero también tus defectos y a pesar de ello ser capaz de aceptarse y continuar amándose a sí mismo; es creer en valores y principios propios con firmeza, estar dispuesto a defenderlos incluso aunque encuentres oposición, y sentirse lo suficientemente seguro de sí mismo como para modificarlos si la experiencia te demuestra que estabas equivocado; es ser capaz de obrar según tus creencias, confiando en tu propio criterio, y sin sentirte culpable cuando a otros no les parezca bien tu proceder; es aprender del pasado, proyectar el futuro y vivir con intensidad el presente; es confiar en tu capacidad para resolver tus problemas, sin que el miedo al fracaso y a las dificultades te amilanen sin dejar de tener la humildad para cuando realmente lo necesites pidas ayuda a otros; es considerarte igual que cualquier otra persona; ni inferior, ni superior; sencillamente, igual en dignidad sin dejar de reconocer diferencias en talentos específicos, prestigio profesional o posición económica; es no dudar que eres importante para las personas de tu entorno; es no dejarte manipular, aunque estés dispuesto a colaborar si crees que es apropiado y conveniente; es reconocer y aceptar en ti diferentes sentimientos y emociones, tanto positivos como negativos, y estar dispuesto a compartirlos a otra persona, si crees que vale la pena y así lo deseas; es ser capaz de disfrutar la vida en su esplendor; es ser sensible a los sentimientos y necesidades de los demás respetando su espacio y tiempo, y entender que no tienes derecho —ni lo desea— a progresar o divertirte a costa de otros. Mi más traumática experiencias me ha enseñado que uno pasa por la vida poniendo una especie de etiquetas a las personas, el extraño, el conocido, los diferentes amigos, para compartir, para pedir consejo, para refugiarnos, también lo vas haciendo con la familia pero erróneamente le damos a personas la etiqueta de jamás me fallará o siempre me entenderá sin dejar margen a entender que es una persona, y puede que esté o no de acuerdo con tu actuar o tu pensar, por ello debo ser duro contigo que lees mis palabras y decirte que la única persona que actuará, como quieres bajo tus mismas condiciones eres tú mismo, debes entender que esa responsabilidad es solo tuya y de nadie más y de no entenderlo la vida te lo hará entender de la forma más cruda y despiadada como lo ha hecho conmigo.
Incontables veces hemos escuchado hablar de autoestima, en general los criterios coinciden en que es amarse a sí mismo; hecho que muchos confunden con amar la belleza de su físico en exceso al punto de amplificar sus cualidades físicas para ocultar sus defectos, eso es narcisismo; otros deciden poner en grado superlativo sus cualidades de ser lo mejor en todo degradando implícita o explícitamente a los demás, eso es arrogancia. La verdadera autoestima es la base fundamental para que el ser humano desarrolle al máximo sus capacidades, es el punto de partida para el desarrollo positivo de las relaciones humanas, del aprendizaje, de la creatividad y de la responsabilidad personal. La verdadera autoestima es reconocer en sí mismo todas tus virtudes, pero también tus defectos y a pesar de ello ser capaz de aceptarse y continuar amándose a sí mismo; es creer en valores y principios propios con firmeza, estar dispuesto a defenderlos incluso aunque encuentres oposición, y sentirse lo suficientemente seguro de sí mismo como para modificarlos si la experiencia te demuestra que estabas equivocado; es ser capaz de obrar según tus creencias, confiando en tu propio criterio, y sin sentirte culpable cuando a otros no les parezca bien tu proceder; es aprender del pasado, proyectar el futuro y vivir con intensidad el presente; es confiar en tu capacidad para resolver tus problemas, sin que el miedo al fracaso y a las dificultades te amilanen sin dejar de tener la humildad para cuando realmente lo necesites pidas ayuda a otros; es considerarte igual que cualquier otra persona; ni inferior, ni superior; sencillamente, igual en dignidad sin dejar de reconocer diferencias en talentos específicos, prestigio profesional o posición económica; es no dudar que eres importante para las personas de tu entorno; es no dejarte manipular, aunque estés dispuesto a colaborar si crees que es apropiado y conveniente; es reconocer y aceptar en ti diferentes sentimientos y emociones, tanto positivos como negativos, y estar dispuesto a compartirlos a otra persona, si crees que vale la pena y así lo deseas; es ser capaz de disfrutar la vida en su esplendor; es ser sensible a los sentimientos y necesidades de los demás respetando su espacio y tiempo, y entender que no tienes derecho —ni lo desea— a progresar o divertirte a costa de otros. Mi más traumática experiencias me ha enseñado que uno pasa por la vida poniendo una especie de etiquetas a las personas, el extraño, el conocido, los diferentes amigos, para compartir, para pedir consejo, para refugiarnos, también lo vas haciendo con la familia pero erróneamente le damos a personas la etiqueta de jamás me fallará o siempre me entenderá sin dejar margen a entender que es una persona, y puede que esté o no de acuerdo con tu actuar o tu pensar, por ello debo ser duro contigo que lees mis palabras y decirte que la única persona que actuará, como quieres bajo tus mismas condiciones eres tú mismo, debes entender que esa responsabilidad es solo tuya y de nadie más y de no entenderlo la vida te lo hará entender de la forma más cruda y despiadada como lo ha hecho conmigo.