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El problema no era la sesión de BDSM o que fueran desconocidos.
Tampoco que entre las reglas el amo tuviese que llevar los ojos vendados.
Mucho menos el hecho de que él hablara Alemán y ella Español.
Todo estaba minuciosamente preparado.
Ella tenía su mordaza, él sus latigos, ella se sentía...